El destino quiso que nacieras el día en que se homenajeaba a quién había partido, igual por ello siempre estabas tan afincado a la vida y te agarrabas a ella con fuerza.
En este día en el que los ausentes se hacen muy presentes, nosotros soplábamos velas en una tarta. En casa, el día 2 de noviembre siempre fue motivo de celebración y alegría. Y así sigue siendo papá.
Recuerdo a todos los que partieron, y los recuerdo con paz en el alma y feliz de haberlos tenido en mi vida. Pero para mí, hoy, siempre será el día de tu cumpleaños. Por eso, hoy me levanté, y antes de nada, encendí una vela ante tu fotografía, te di el beso de buenos días y te canté cumpleaños feliz... esa vela no era vela por los difuntos, sino vela de celebración porque un día tal como hoy, el mundo tuviese la inmensa suerte de que tú formaras parte de él.