(Imagen Pixabay)
No
sé qué haces ahora. Miento. Si lo sé. Lees.
Aunque
estés leyendo, te propongo algo.
Siéntate,
ponte cómodo. E imagina que estás en otro lugar.
En
una playa, sintiendo la calidez del sol en tu cara.
Oliendo
a sal, libertad, paz, y algo que te llena por dentro y te hace sentir
muy bien. Siente esa mariposita pequeña que parece acariciar tu
interior diciéndote que estás en el sitio adecuado y el lugar
adecuado.
Ahora...
estás en un bosque. Solo se escuchan trinos y tú estás sentado
cómodamente sobre un montón de hojas. No hace frío, ni calor. Solo
se escucha tu propia respiración.
La
mariposa vuelve a batir sus alas.
Sí.
Éste es uno de esos momentos por los que hay que dar las gracias.
Y
ahora... Estás en tu día a día. No estás en una playa ni en el
bosque, ni en tu lugar favorito. Estás solo contigo.
Y
pienso en tí.
En
tu sonrisa, en esa luz que tu mirada tenía. En la forma en que
caminabas. En cómo sonreías. En tus bromas. En tu música. En tu
vida. En tus momentos. En tí.
Vuelvo
a sentir las mariposas. Esta vez son alas de anhelo las que se
agitan. Pero siento dentro de mí una especie de caricia, un aliento
cálido, una confirmación de que ahora tu forma es distinta, tu
lugar es distinto, tu esencia es distinta... pero sigues estando ahí.
Feliz
cumpleaños Ivan.