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Capítulo 2
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¡Carolina! ¡Carolina!
Ángeles
no dejaba de gritar hasta que finalmente y convencida de que en efecto la
pequeña no estaba en la habitación, salió al pasillo y continuó con su llamada
de auxilio. Igual no había cerrado bien la puerta y la pequeña había salido.
Igual... había vuelto a ocurrir.
Al
borde del llanto y como si la vida le fuese en ello, comenzó a gritar como una
posesa pidiendo ayuda. Rápidamente, la puerta de al lado se abrió y salió un
señor de unos cuarenta años. Su rostro mostraba el desconcierto al escuchar los
gritos, coincidiendo en el pasillo con el hijo de la dueña, que también acudió
al escuchar la algarabía.