No me preguntes por qué, pero hoy me he despertado oliendo a niñez. El balcón de casa era una ventana que daba a la calle Zorrilla y a Triana, allá en Cañada Rosal.
Se escuchan las risas y el correr de los niños hacia el que fue el arroyo.
Mi madre está haciendo tortas de manteca de las que sale un hilillo aromático que se ha colado bajo la puerta de mi habitación y me hace cosquillas en la nariz y el estómago.