Érase una vez un constructor de castillos de arena. Gustaba de recrearse en la infinidad de ventanucos y almenas, escalones y pasillos, puertas secretas e incluso fantasmas con sentido del humor.
Cada mañana construía un castillo aún más hermoso y altivo que el día anterior, para dejar que el mar se lo bebiese después...
-¿Por qué dejas que el mar destruya cada día tu trabajo?- le preguntó un día un joven.
- Porque del mar nace y al mar es hermoso que regrese. Además, si no fuese así... ¿Cómo podría yo mejorar mi técnica cada día un poco más?
¡Maravilloso! ...Gracias por compartir este microrrelato con nosotros. ¡Besos!
ResponderEliminar¡Hola Marita! ¡Muchisimas gracias a ti! Besos :D
EliminarEs bonito y es cierto. Algunas cosas si no se destruyeran dejaríamos de construirlas. Un abrazo
ResponderEliminar¡Hola Ester! Pues sí, un beso muy fuerte :D
EliminarEs una buena filosofía. Un beso
ResponderEliminarMuchisimas gracias Susana. Besos :D
EliminarTodo lo que vemos desaparecerá algún día, quien ha tenido que deshacer una casa de un ser querido (pienso en la de mi madre) lo sabe. Me gusta esta historia porque es la de un apredizaje y una voluntad de mejora, lamentablemente mi experiencia es como el mito de Sísifo arrastrando una piedra para verla volver a caer y al día siguiente empezar otra vez
ResponderEliminarHola Joaquín, yo también me he visto en la tesitura de deshacer casas e incluso deshacer y rehacer la mia propia. Supongo que por eso he querido darle ese toque de..."mejorarla". Un beso muy fuerte :D
EliminarMuy bonita historia, tal vez en algún rincón del fondo del mar, los castillos formen una ciudad de duendes marinos.
ResponderEliminarmariararosa
¡No lo había pensado! Pues sí amiga mia, pues sí. Besos :D
EliminarEl placer de intentarlo de nuevo y de intentar construir un foso lo suficientemente útil como para que la marea se vea insignificante aunque siempre nos gane.
ResponderEliminarQué bueno!
Un abrazo Margarita
Qué bonito Loles, muchísimas gracias. Besos :D
EliminarSabio hombre, buena forma de pulir la técnica, aunque yo
ResponderEliminarle haría unas fotitos antes, para el recuerdo.
Un besote Margarita.
Jajaja, conociéndome, yo también. Besos :D
EliminarGreat post
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias Rajani! BEsos :D
EliminarMe ha recordado a esos monjes tibetanos que hacen unos mandalas maravillosos con arena de colores y luego los rompen. Un besazo y feliz fin de semana.
ResponderEliminar¡Pues sí! Y menudo trabajo hermoso y laborioso hacen. Besos Rocío :D
EliminarUna gran enseñanza! Un abrazo Margarita!
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias Cristina! Besos :D
EliminarMuy bueno el microrelato!
ResponderEliminarUn abrazo y buen fin de semana
¡Muchísimas gracias Espe! Besos :D
EliminarBuen micro Margarita, desde luego a la imaginación le hace mucho bien practicar.
ResponderEliminarUn beso.
¡Muchísimas gracias Ángel! Besos :D
EliminarEs todo un símbolo de vida tu relato. Cada día morimos al llegar la noche y volvemos a nacer al alba...la vida empieza cada día, Margarita. Bello e inspirador, amiga.
ResponderEliminarMi abrazo manchego y feliz septiembre.