Hace ya...mucho tiempo... un enorme palacio de cristal se erigía solemne oculto entre las montañas. Cuando el sol emergía
cada mañana, los rayos se reflejaban en sus paredes y devolvían el saludo con
destellos de colores, haciendo que los valles que se cobijaban bajo las
montañas vistiesen sus mejores galas.
Dentro de este palacio
vivía un hechicero poderoso. Construyó allí su palacio porque quería vivir
aislado del hombre. Más el paso del tiempo le hizo añorar lo que en su día tuvo,
y sintió soledad. Añoraba muchas cosas, pero sobre todo, añoraba la música y
ansiaba una compañera.
La necesidad del hechicero
se hizo tan grande, que se transfiguró a sí mismo en gorrión. Cada mañana,
emprendía el vuelo y se acercaba a los humanos. Al anochecer, su amiga, la luna,
le devolvía su forma humana de nuevo. Pero seguía sintiéndose solo.
Un día, mientras cantaba
en una rama, una joven se acercó y empezó a girar al sol de su canto. La
muchacha elevó sus brazos al aire, cual pájaro, con un suave giro de muñecas
hacia arriba y hacia abajo, mientras su delgado cuerpo se elevaba sobre las
puntas de sus pies. Inclinaba su cabeza y elevaba la vista al cielo, mientras
en una danza espléndida, giraba y giraba ante él.
El hechicero sintió que su
corazón se detenía al verla danzar y se antojó de ella. Deseaba llevarla a su palacio de cristal y que la joven le acompañase por los siglos
venideros.
Con sumo cuidado, envolvió un regalo para la muchacha.
Unas zapatillas de satén rosa con puntera recta y cintas de color blanco. La
joven, quedó extasiada ante aquél inesperado presente que había recibido. Sin
dudarlo, se colocó las maravillosas zapatillas y empezó a girar, sintió que
volaba, que se elevaba en el aire con su danza y conseguía tocar el mismísimo
firmamento.
Tras la euforia, un profundo sueño se
apoderó de ella, y al despertar, se encontró en un lugar extraño, frío, y
aislado. Sintió desazón y temor. Intentó
escapar, más aquellas paredes carecían de puerta, ventana o abertura visible. Sintió angustia en su
corazón, pues comprendió que se hallaba prisionera.
El hechicero, consternado al verla angustiada,
intentó tranquilizarla.
- No temas joven. Soy el
gorrión que cada día disfrutaba tu danza. Si tu corazón no me temió entonces,
no debe hacerlo ahora. Éste es mi regalo
para ti. El sol te saludará cada mañana, y la luna te arropará en las noches.
Desde aquí podrás ver el mundo entero, y danzar sin cesar…
La joven lloró y pidió al
hechicero compasión. Ella necesitaba regresar. Más el hechicero la convenció
diciéndole que a su familia nada le faltaría y que allí podría danzar para las
mismísimas estrellas. Danzar, danzar, danzar…
Conforme los días pasaban, la muchacha iba languideciendo, apagándose
como una llama que está a punto de extinguirse, hasta que un día, la joven, no se levantó de puro pesar, haciendo que el hechicero temiese por su
vida.
La joven sabía del amor del
hechicero, más añoraba con tanta ansia su hogar, que se ahogaba cada día un
poco más. El mago pensó en hacer un nuevo conjuro, y el espíritu de las
montañas enfureció tanto, que decidió hablar a la joven. Le explicó que debía
calzar las zapatillas de ballet que el mago le había regalado, y con ellas,
saltar al vacío desde el Palacio hasta el valle. Al hacerlo, debía gritar el
nombre del hechicero. Si el amor de él era puro, ella conseguiría volar, de lo
contrario, perecería sin remedio, más sería libre al fin.
Ella ansiosa, le preguntó
a él su nombre. Esto enfureció al mago, pues sospechó que el espíritu de la
montaña le había traicionado. Furioso con ambos, decidió mentir a la joven, y
de esta forma, le dijo que su nombre era “Pirineo”.
Decidida, pues se sentía
morir, y confiando de forma ciega en el amor del mago que ningún mal le
desearía, la muchacha se colocó sus zapatillas y empezó su danza habitual,
girando cada vez con más fuerza… hasta lanzarse al vacío gritando con fuerza su
nombre.
Acongojado, el hechicero
vio como la joven caía en un bucle sin fin a una muerte asegurada.
Comprendiendo su error al mentirle, elevó una plegaria al
espíritu de la montaña, cambiando su vida por la de la joven, tras lo cual, y
dejando sus poderes al servicio de la montaña, se lanzó tras ella al vacío,
como simple mortal.
Aquél día, el cielo lloró.
El palacio de cristal se transfiguró en nieve que vistió las montañas, el grito
de los amantes quedo suspendido en el aire… convirtiéndose en lo que los
humanos llaman “eco”. Los reflejos del sol se convirtieron en rayos de luz, que
emergerían junto a la lluvia, llamándose arco iris. Y aquél hechizado
lugar se llamaría “Pirineo”.
Cuentan la historia de que
el espíritu de “Los Pirineos” se apiadó de los amantes, y de que cada noche en
el cielo, entre las estrellas, se escuchan risas y cánticos. Cuando el viento
sopla, al son del sonido que hace al vibrar con las montañas, se escucha el
trino de un gorrión y se ve a una joven danzar alegre y feliz, bailando con su
amado.
me ha parecido preciosa la explicacion que le das al eco
ResponderEliminar¡Muchas gracias Abbie! Y bienvenida a mi mundo. Un beso muy fuerte :)
ResponderEliminarUna preciosa historia...me encanta como escribes
ResponderEliminarGraciaaaaas, me alegra mucho , por aquí verás historias de toda índole, ja ja. Muchísimas gracias de corazón y bienvenida :)
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