Dice que se oyen ecos entre sus paredes descuidadas. Que la cortinas flotan como si fuesen estelas de fantasmas agazapados. Dicen que se escuchan ruidos en la tarde y que las ramas de los árboles cercanos golpean sus restos de cristal encaramados a lo que fueron ventanas.
Dicen que allí ocurrió algo trágico e innombrable, que una maldición pesa entre el papel pintado y la vieja moqueta manchada de sangre...
Dicen que solo has de traspasar el umbral de su desvencijada puerta para sentir el frío en la piel y las púas de erizo en la nuca... dicen que aquí yace oculto a la espera de alguien con quien jugar el espíritu de aquél al que arrebataron la vida. Un ser de cuencas vacías y brazos inertes que desea arrebatar tu propia vida...
Pero todo eso es falso. No son más que habladurías. Lo sé bien. Lo sé, pues yo soy aquél del que hablan, soy aquél a quién arrebataron la vida, más no busco venganza... sino "compañía"...