¡Feliz cuarenta cumpleaños, hermano!

Cada segundo junto a tí es toda una experiencia de vida. Con esa simple frase describo mi experiencia junto a tí, hermano. Cuarenta años cumples hoy, te estás haciendo mayor, ya eres, como tú dices, “un hombre hecho y derecho, con pelos en el pecho”. Ya empiezas a tener hasta el mismo flequillo que papá, tú y yo sabemos, de ésos que se echan tan “para atrás” que no se ven.

Tu pelo negro ébano se está plateando, y el rizo de tus pestañas enmarca ahora también alguna que otra arruguilla, suave, hermosa, poco marcada, como una arruga que ha nacido sin saberlo en la piel  de un niño.

Igual que de forma suave, como una caricia que apenas te roza, tu fuerza, el brillo de tu mirada, tu forma sencilla de ver la vida, tus declaraciones de amor espontáneas, tus besos de “amor” o tus abrazos de vida, son un regalo para todo el que tenemos la inmensa suerte de tenerte cerquita de nosotros.

Así que mi querido hermano, solo puedo una vez más, agradecer a la vida un regalo tan hermoso como tú, un ángel en la tierra con las alas escondidas tras su sonrisa y obrador de milagros a cada instante, en cada detalle y cada alegría. 

Pero ahora, me callo y tú, sopla las velas... porque con cada vela un deseo, con cada soplido un sueño, con cada carcajada tu esencia susurrada y en cada susurro, la vida. 

¡Feliz cuarenta cumpleaños!

Quisiera compartir este momento con nuestros amigos de la sonrisa, con nuestros hermanos de “Pulgares arriba”, con todos y cada uno de los Rubinstein Taybi y sus familias, con todas y cada una de las personas que saben que en la vida, lo más pequeño, puede ser lo más grande.

Quisiera compartir este momento con mi familia. Una familia sin igual, que a pesar de la distancia o la temperatura, siempre están ahí.