Ilustración de Mª Gracia Dana Rodríguez
Gustaba de transcribir pensamientos en hojas de papel sueltas, oteando las tardes bajo la sombra de los árboles, en un inmenso parque cercano a su hogar. A veces, garabateaba letras que terminaban siendo dibujos de aquello que quiso escribir.
Amaba dar largos paseos y contemplar aquellos detalles en los que otros, no tenían tiempo de fijarse. Cuando se sentía cansada, buscaba rincones donde apartarse del resto del mundo y allí, esperaba unos instantes, hasta que el primer pájaro se acercaba, seguido de otro y otro y otro más.
Había algo en sus movimientos, en su mirada, en sus pensamientos, que hacía que las aves se sintiesen atraídas por ella.
Un día decidió atar un suspiro, bien sujeto con un cordel invisible, a uno de sus pájaros. Y el suspiro voló sobre el parque transformando la tarde en melancolía.
Otro día, dibujó un beso, hermoso y rojo, en el plumaje de otra de las aves. Y el beso descendió sobre los paseantes enamorados, que se besaron a su vez... aquella tarde, todo el parque se veía rosado y con aroma a canela.
Pero un día, sujetó con una cinta de pelo azul, un deseo. Deseó ser ave algún día. Así que las aves decidieron que ella también merecía recibir. Le cubrieron el pelo, los brazos, las piernas, las manos...el corazón. Juntos, la elevaron por encima del resto...
Esa tarde, el parque se tiñó de colores suaves. Los pájaros volaron juntos, y de las plumas que de ellos caían, se resbalaban risas sobre los asombrados visitantes.
(La ilustración es de una amiga, Mª Gracia Dana Rodríguez. He querido darle voz, espero que le guste)