Y aquí vamos con la última reseña propia. En este caso
se trata de una historia que no está aun finalizada, aunque le queda muy poco.
Solo sentarme y reorganizarme un poco porque tiene muchos personajes, y trata
sobre temas fantásticos.
Esta historia se ha ido alargando un poco, y no se si
tal vez sería un libro más gordo, o quizás, tendría que dividirlo en dos. Por
ahora llevo 335 páginas, pero me quedan al menos 200 más.
Esta historia es de género fantástico. Dos mundos se
entrecruzan, el mundo mágico de Vidaria y nuestra propia existencia. Humanos
que no lo son, seres mágicos que no tienen poder, y otros que arrasan con él.
Fuerza y magia combinados en una profecía que intentan descifrar.
Éste es su eje principal…
Un escogido, dos mundos,
tres piedras del destino, cuatro guerreras, cuatro elegidos, y cinco sentidos
en cinco puntas de una estrella que giraría en pos de un nuevo camino.
Y éste su prólogo…
Poca importancia tiene en
este momento mi nombre, ni tampoco quién soy. Baste decir que tal vez yo sea
tú, aunque ello te parezca increíble. Quizás fui tu pasado, o puede que sea tu
futuro. Lo cierto, es que ahora, en este preciso instante en que estoy entrando
en tu vida, no necesitas conocer más de mí que mi procedencia.
Otrora vida yo era un miembro más de
Vidaria, un lugar, que en nuestra realidad, llamaríamos diferente, fantástico.
Un lugar formado por magia, mitología, fuerza, poder, sabiduría y profecías.
En una de esas profecías, se hablaba de
mí, pero hasta yo mismo desconocía que así era. Al fin y al cabo, todos tenemos
nuestro sitio en el engranaje que forman la vida, los sueños y el destino.
Como no quiero extenderme demasiado,
huelga decir que voy a contaros esta historia de la forma más fiel posible a lo
que aconteció en aquellos días. Tendré que omitir muchos detalles, a pesar de
que la vida está repleta y compuesta por multitud de ellos. Pero comprenderás
querido lector, que esta historia es demasiado extensa. Tal vez porque sea la
historia de una vida, de cientos de ellas, de millones. O quizás puede que no
quiera extenderme más para no herir la sensibilidad y la esencia de la persona
protagonista, pues querido amigo, esta historia puede ser la tuya.
Tiene muchos personajes, pero cuatro son sus
protagonistas principales. Solo puedo adelantarte que las cuatro no podrán
llegar hasta el final…
Te presento a Corina, supuestamente elfa...
Aquí tienes a Esperanza, supuestamente hechicera...
Hiedra, supuestamente humana...
Irina, supuestamente hada...
Pero no están solas, y no son solo mújeres. Fabián, Jerezaya, Niklas, Sirio, Julio, Alonso... también están ahí.
Y ahora, como en las anteriores… te dejo tres
fragmentos para que puedas asomarte un poco mejor a la historia…
Ambos saben lo que
han de hacer. Seguros de que no están siendo observados, se dirigen a uno de
los árboles más cercanos y colocan sus manos en él.
-
Ancestros de la tierra, ancestros del cielo, protegednos y
ayudadnos, en éstos, nuestros desvelos.
Un crujido familiar
suena y ante ellos se abre una abertura que da lugar a la cavidad interior del
gran ciprés. Los dos entran a ella. La oscuridad les oculta durante un momento
y luego, sus ojos empiezan a vislumbrar la cámara secreta oculta en el interior
de uno de los árboles más grandes del mundo.
Ya han estado muchas
veces aquí. Libros por doquier, pergaminos, pócimas… este es el lugar que Julio
eligió para que Corina aprendiese magia. Ella siempre se sintió atraída por
este poder, desde que la primera flecha de su invisible carcaj apareció en sus
manos, la muchacha quería saber por qué, cómo, de dónde.
Por ello, Julio le
permitió visitar este lugar y leer todos sus libros, desde que la joven elfa
era tan sólo una niña. En el centro de la estancia, una gran mesa de piedra se
halla repleta de todos estos volúmenes que ella consulta. Pero lo que de veras
le gusta a la muchacha, es estudiar las piedras proféticas. Las Piedras del Destino.
Salvo Julio y ella,
pocos conocen que están allí ocultas. La
mayoría cree que la copia de éstas que existe en el castillo de las hadas,
pueden ser las auténticas. Pero no. Éstas permanecen cerca de todos, y a la
vez, ocultas ante todos, tal como la propia profecía vaticina.
Con sumo respeto, Corina
se acerca y acaricia con suavidad una de ellas, observando como ésta se mueve
al tacto de su mano como si de una onda en el agua se tratase. Su maestro la
observa algo inquieto. La reacción de la Piedra del Destino ante la joven, es
extraordinaria. Ni siquiera a su mano, la mano del gran Maestro, jefe del
Cónclave, la piedra se vuelve líquido, como da la sensación de hacer ante
Corina. Es como si la roca la reconociese como parte integrante de ella misma,
y se amoldase a su suave contacto.
-
¿Qué vamos a hacer ahora maestro?- pregunta ella casi en un
susurro.
-
No lo sé.
Ella detiene su
caricia y se gira sorprendida, jamás ha obtenido esa respuesta de su maestro.
-
Sólo tengo dos tablas Corina. Los ancestros crearon una triada.
Algún día, las tres figurarán expuestas juntas en este mismo claro. Es su
destino, pero aún no he conseguido localizar a la tercera de ellas. La piedra
se oculta, se esconde, hasta que sea el momento. Pero lo cierto es que el
tiempo se agota.
-
Es muy extraño maestro.- la muchacha de nuevo pasa su mano por la
superficie de la Piedra- Ésta de aquí
dice que un día, alguien romperá la totalidad a favor de la unidad. Creará
miedo, confusión y cambiará nuestro mundo para siempre. Según la transcripción
definitiva, “romperá nuestro mundo”. En cuatro hojas, como la de los tréboles.
-
Así es muchacha. Los cuatro elementos, los cuatro reinos primarios…
-
¿Qué ocurrió con el cuarto reino?
El anciano se sienta
en un viejo tronco cortado cercano a las Piedras. Desde allí, mira con cariño a
su aventajada alumna. Se siente agotado, pero sabe que tiene poco tiempo. Ha visto
el odio y la determinación en los ojos de su poderoso enemigo, y ello sólo puede tener un
significado. Su vida llega a su fin.
-
Jamás te lo conté porque no te sabía preparada para conocer toda la
historia. Pero ha llegado el momento Corina. Ya es hora de explicarte que el
cuarto reino no fue, será.
¿Qué tal? ¿Quieres leer un poquito más?
Ups, te abro otra ventanita…
Antes del alba.
-
¡Maldito viejo insensato! ¡Cuando regrese victorioso, le mataré con
mis propias manos!
-
Todo a su tiempo majestad. Ambos sabemos que ese gnomo rebelde
recibirá su castigo- siseó Óculo.
-
¡Así sea pues! Ahora, sólo quiero pensar en el fragor de la
batalla. ¡Partiré al alba! Llevaré mis mejores hombres y carbonizaré esa nueva
tierra…- graznó el regente.
Un nuevo sorbo a su
copa de vino le hizo a Humane sentir de nuevo ese vigor. Óculo le había
preparado un brebaje, que mezclado con el alcohol de la bebida, le daría una
fuerza multiplicada que le permitiría cruzar los límites del lugar donde se dirigía
y vencer al enemigo. Sería el regente más poderoso. ¡Por fin!
Apretó el puño con
fuerza y al comprobar que no quedaba vino en la copa, arrojó ésta con fiereza
al fuego de la chimenea.
-
Debéis tranquilizaros mi señor. La empresa que os aguarda no es fácil,
aún para un hombre de vuestro poder. – le aseveró el mago.
-
Te equivocas viejo amigo-
El monarca se acercó
al hechicero, y éste comprobó complacido la mirada de odio y fiereza que
necesitaba para su misión.
-
Tengo muchos motivos que me ayudarán a no cejar en mi empeño.
-
Seréis el rey más poderoso. Nadie podrá negaros nada…- sonrió el
mago.
-
Me conoces bien. Cuando regrese, destruiré los reinos del Sol y la
Luna. No son más que débiles. Están tan concentrados en odiarse entre ellos
gracias a tu ayuda, que no osan pensar que mi reino se fortalece. Pero no
quiero ser fuerte. ¡Quiero ser único! ¡Los destruiré sin piedad! Y después,
comenzará una nueva era.
-
Donde tendréis todo lo que queráis.
-
Así es Óculo. Todo. Romperé las piedras del destino. Destruiré
alianzas, eliminaré a todo aquél que no jure lealtad incondicional a mí… y
sobre todo… someteré a los elfos.
De nuevo su mirada
se oscureció. Ese maldito tirón en la entrepierna. Tan sólo con pensar en ella,
sentía que la sangre le hervía. La deseaba. La quería y la tendría. A cualquier
precio. No veía el momento en que aquella elfa insolente tuviese que obedecer
todos sus caprichos. La tomaría hasta saciarse y después… tendría que pensar
que haría después con ella. ¿Convertirla en su esposa? ¡No! ¡Ya no! La maldita
le había rechazado demasiadas veces. ¡Estúpida!
Un nuevo plan cruzó
su mente. Saldría victorioso de esa empresa. Estaba seguro de ello. Pero si
algo no salía como estaba previsto, la tomaría de todas formas. Después,
tendría que matarla para que no le delatase. ¿Pero qué importancia tenía eso
ahora? ¿Es más? ¿Por qué esperar? La lascivia empezó a invadir su cuerpo de
guerrero, más Óculo le detuvo.
-
Sé lo que estáis pensando majestad. Perdonad mi intromisión, pero
os conozco desde hace demasiado tiempo. Hoy no es la noche. Necesitáis toda
vuestra fuerza para el viaje de mañana y la posterior lucha.
-
¡Violentar a una chiquilla no me va a restar fuerzas!- contestó
enfurecido Humane.
-
No es una chiquilla cualquiera. Es una elfa y sabéis que es
poderosa y respetada por su pueblo. Habéis esperado mucho tiempo. ¿Qué os
impide esperar una sola noche más? Mañana, a vuestro regreso, cuando todos os
deban pleitesía, ella tendrá que acceder a vos. Podréis disfrutar de ella tanto
como os plazca, sin represalias. Y ella lo sabe.
La fiera
determinación en los ojos del rey comenzó a esfumarse siendo sustituida por una
cruel e irónica sonrisa.
-
¡Tienes razón viejo amigo! ¡Como siempre! ¡Bien! ¡Prepárame para
ése otro sitio!
-
Sabia decisión majestad. Os recuerdo que ese nuevo lugar es muy
parecido a Vidaria. Algo más apagado en color quizás, pero es tan sólo para
engañar la mente. Habréis de llegar al lugar señalado en el mapa que os he
facilitado y en este mismo lugar, tendréis que dar comienzo a la profecía.
-
¿He de llevarme a todos mis mejores hombres? ¿Es realmente
necesario? Ambos sabemos que no regresarán.
-
Ya hemos discutido esto antes majestad. Una gran fuerza, un gran
poder, requiere un gran sacrificio. La magia extrema y oscura, tiene un precio.
Si os lleváis a vuestros peores hombres, o no lleváis a todo el ejército en un
combate tan singular, los otros reinos podrán sospechar. Sabéis que los gnomos
y los elfos confabulan contra vos. No le deis más armas para ello.
Humane estrelló su inmenso puño sobre la mesa de madera y la partió
en dos. Rugió de pura prepotencia y a la vez, de impotencia.
Y el último fragmentito amigos…
-
Mañana vendrá un nuevo caso al centro. Esta vez es un chico con
autismo, un caso algo extraño, la verdad. Va a necesitar muchos cuidados. Tú
tienes un don especial para ello, no sé cómo lo haces, pero contigo, se
tranquilizan. Llevas con nosotros casi un año ya, y aún no te he dejado al
frente de ninguno de nuestros muchachos. Siempre has colaborado con otros
compañeros. Ha llegado el momento Sabina. Creo que estás más que preparada.
Tienes algo, un don especial, los entiendes como nadie.
Sabina se quedó
anonadada. No sabía que decir. Dar las gracias estaría bien, desde luego. Se
sentía desconcertada. Es verdad que tenía una especie de don desde siempre,
tanto con los niños, como con las personas con algún tipo de discapacidad
física o psíquica. En más de una ocasión, había “conectado” con esas personas.
-
No sé qué decir. Muchas gracias.
-
Lo has conseguido con tu esfuerzo Sabina. Cuando llegaste estabas
algo distraída, pero nos has demostrado a todos que eres una excelente
trabajadora social y que entiendes las necesidades de nuestros usuarios de una
forma clara. Además, tienes una mano increíble a la hora de informar a los
padres cuando hemos de reestructurar servicios.- añadió sonriendo.
Jamás había visto
sonreír a la señora Márquez. El día estaba resultando una caja de sorpresas. El
dolor de cabeza apretó de pronto y Sabina tuvo que sujetarse a la mesa. Estaba
pálida y se sentía débil.
-
¿Qué ocurre? ¿Estás enferma?
-
Jaquecas. Continuas. Pero estaré bien en un momento, sólo necesito algo de aire, de veras.
-
¿Estás segura? Estás muy pálida.
-
Sí, de veras, estoy bien. Muchas gracias de nuevo por su confianza,
no la defraudaré. ¿Me permite ver el historial del chico? ¿Cómo se llama?
-
Alonso. Diecisiete años. Aquí lo tienes todo.
-
Gracias de nuevo.
Sabina tomó la
carpeta en sus manos y salió al patio. Necesitaba aire. En ese momento no
llovía y sin dudarlo se sentó en uno de los bancos que había junto a las enredaderas.
Respiró hondo y se percató de la fragancia de las flores. Deseó con intensidad
que saliese el sol y encantada vio cómo las nubes despejaban un instante el
firmamento dando lugar a un hermoso arco iris.
Masajeó sus sienes y le
pareció escuchar el canto de un ruiseñor. Sólo un ruiseñor podía cantar así.
¿Verdad? Cerró los ojos y notó la tibieza del sol en su rostro. Un nuevo olor
llegó hasta ella y se fijó en los rosales. Habían comenzado a florecer. Se
sintió con energías renovadas. Qué hermoso estaba todo después de la lluvia. Si
pudiese volar, lo observaría todo desde arriba, volaría y volaría… sin parar.
Si tuviese alas, las desplegaría y levantaría el vuelo, altiva, majestuosa,
jugaría con la Naturaleza.
El dolor de cabeza cesó
un poco, pero sentía una añoranza, un sentimiento extraño. Se quitó la chaqueta
y la goma que sujetaba su cabello. Miró su calzado. ¿Calzado? Quería estar
descalza y correr por el prado que se veía a pocos metros de allí. Soltó la
chaqueta sin percatarse siquiera de que se estaba mojando sobre el frío suelo.
Necesitaba aire, más aire. Su cabello suelto comenzó a moverse.
La señora Márquez la
observaba desde el interior del recinto. Hoy Sabina estaba muy extraña. Tal vez
se precipitó al darle el caso de Alonso, pero había observado a la muchacha y
era especial. Ya llevaba mucho tiempo dedicándose a trabajar con chicos con
necesidades especiales. Las personas que ella contrataba o que le enviaban
desde la Delegación, solían ser las acertadas. Por suerte, en muy contadas ocasiones,
había tenido que despedir a nadie. Con Sabina, fue una especie de flechazo. La
observó el día que llegó y comprobó su don. Pero hoy se estaba mostrando muy
extraña. ¿Se había quitado la chaqueta y soltado el cabello? ¿Se había quitado
los zapatos sobre las frías baldosas mojadas del patio? ¿Qué hacía? ¿Bailaba?
En cuestión de segundos
dejó de pensar en si su empleada bailaba o no. Desde la ventana comprobó como
la muchacha caía inerte al suelo. Llamó a Raúl, el joven conserje de la entrada
y corrió presurosa al patio.
Ambos se acercaron al
cuerpo desmadejado de Sabina.
-
¡Sabina! ¡Sabina!
-
La estrella… cuidado, ellos se acercan, vienen por nosotros y nos
robaran nuestra energía… no llores pequeña, todo saldrá bien, ¡no me cortéis
las alas! ¡Las necesito!
-
Llama al 061, Raúl. No sé qué le pasa a Sabina, pero parece grave.
El muchacho salió
disparado al teléfono e hizo lo pertinente. Después regresó y comprobó que
varios compañeros habían acudido. Sabina estaba más tranquila. Parecía haberse
dormido. Observó que había una carpeta sobre el banco, colocada sobre la
chaqueta de la joven. Estaba seca. La tomó en sus manos y sintió una especie de
impulso irrefrenable de abrirla. Era lo último que ella había visto antes de
actuar de una forma tan extraña.
Con sigilo, pues
sabía que no le correspondía, abrió la carpeta y vio el rostro de un muchacho.
Alonso era su nombre. No especificaba la enfermedad que tenía, sólo que parecía
algún tipo de autismo. Al parecer, el muchacho permanecía cerrado en sí mismo. En
el informe explicaba que le gustaba mucho dibujar. Podía pasar horas y horas
dibujando. En el mismo expediente había algunos dibujos. Raúl tomó uno de ellos
en la mano y sintió un escalofrío. Sabía que no debía estar curioseando, pero
no podía evitarlo.
-
¿Qué haces ahí parado Raúl?
Con rapidez, cerró
la carpeta de golpe, en su rostro la culpabilidad de haber sido cogido en una
acción inapropiada.
- Ah, veo que has
rescatado la carpeta de Sabina. Gracias. Puedes dármela.
Carolina Márquez
tomó la carpeta de manos del joven asustado. Había regresado por su bolso, iba
a acompañar a Sabina en la ambulancia al hospital.
En pocos minutos, la
ambulancia llegaba y el 061 hacía un reconocimiento previo. Sabina comenzaba a
volver en sí, pero estaba muy aturdida y decidieron que era mejor llevarla al
hospital. Mientras le hacían preguntas, Carolina se percató de la poca familia
y lo sola que en realidad estaba Sabina. Sintió pena por la joven, al fin y al
cabo, ella misma era miembro de una familia bastante numerosa. Carolina solía
mostrarse seria y fría en el trabajo pues desempeñaba una función de suma
responsabilidad, más ello no quería decir que tuviese el corazón de piedra, ni
mucho menos.
Hizo una llamada a
casa y decidió que se quedaría a acompañar a su empleada hasta que ella
estuviese mejor. Tomó asiento en la sala de espera y empezó a hojear el
expediente de Alonso a fin de matar un poco el tiempo. Fue entonces cuando leyó
que el muchacho era un dibujante extraordinario. Observó algunos dibujos. Casi
todos de la misma temática. Hadas revoloteando y jugando entre las ramas de un
árbol. Risas y juegos de seres pequeñitos. Y había uno especialmente bueno. Era
un primer plano de una hada hermosísima… y tremendamente familiar. ¿Cómo era
posible que Sabina no le contase que ya conocía a Alonso? Pues otra explicación
no podía haber para lo que estaban viendo sus ojos.
Era un trabajo de
profesional. Con total nitidez podía apreciarse a Sabina, feliz, alegre, con su
larga melena al viento, y dos hermosas alas desplegadas. Bajo ella, escrito en
letra cursiva “Hada del fresno”.
Bueno amigos, y aquí terminamos con la última reseña.
¿Lo leerías?
¿Lo termino?
¿Lo saco del cajón y le muestro la luz?