Luz

Cuando decidí abrir el blog, fue por la necesidad de agarrarme a algo bello en mitad de un suceso muy doloroso. Necesité crear un espacio aparte, algo que me sacase de la realidad. Y creé un pergamino repleto de sueños escritos, para que me arropara en los momentos en los que lo necesitaba.

Ya han pasado casi cinco años desde que lo inicié, y a lo largo de este tiempo he compartido con vosotros, amigos míos, pequeños cuentos, cuentos más largos divididos en capítulos, imágenes con las que jugar a crear historias, reflexiones, opiniones sobre lecturas... 

Sin embargo, pocas veces he utilizado el blog como un llamemos "desahogo emocional". El motivo es muy sencillo. No suelo hablar mucho sobre mi vida personal, salvo quizás alguna entrada dedicada a mi familia o a la publicación de mis libros. 

Pero hoy sí. 

Hoy quizás necesite volcar un poco de este aleteo incesante que intenta cortar mi respiración. 

En estos días vivimos situaciones límite a través de una pandemia. Una pandemia que además limita nuestros movimientos, ver a nuestros seres queridos, tomar unas cañas con los amigos, pasear... Para muchísimas personas llega a mucho más, llega a haber perdido a alguien, o a no tener absolutamente ningún ingreso en casa, y lo que ello supone.

Pero las cosas de color torcido no suelen venir solas. Les gusta acompañarse entre ellas, quizás porque son cosas cobardes y les falta el valor. Lo cierto es que además de la pandemia, en casa vivimos una situación compleja con la enfermedad de alguien muy querido. Alguien que para mí, es un referente, es la persona que siempre me lo dio todo, es aquella persona que conseguía iluminar una habitación solo con aparecer en ella. 

Esa luz se ha apagado un poco, se ha debilitado, tal vez porque no ve la llegada de una solución a su problema. De una prueba médica va a otra, y otra, y otra más...

Por suerte, tenemos un doctor de cabecera y una enfermera, que para mí son más que héroes. Son humanos de una calidad infranqueable, que no solo hacen su trabajo de la mejor forma, sino de la más mágica. Jamás tendré suficientes palabras de agradecimiento hacia ellos. Jamás. 

¿A qué viene toda esta parrafada?

Sencillo.

Hay que luchar.

Y lucharemos. Lucharemos hasta el final, y venceremos en una batalla donde la victoria viene acompañada del hecho en sí de luchar. Sembraremos un campo repleto de luz, e iluminaremos la esperanza de tratamientos que muerdan la piel del invasor. No será fácil, pero ese bichejo no sabe a quién se enfrenta. 

Encenderemos una luz tan potente que lo dejaremos ciego y querrá escapar.

Lucharemos.

Y no se por qué, pero hoy, necesitaba sacarlo, necesitaba decirlo, necesitaba poner los pies en la tierra y sentir su fuerza, y a pesar de que adoro escribir sueños en pergaminos de fantasía, esta vez comparto algo serio, algo que hiere, pero que no vencerá. 

Gracias por escuchar...