ESTATUAS DE SAL
Y aquí está la primera reseña, de ese primer libro escondido en un cajón...
¿Os gustan los fantasmas, asesinos en serie y secretos familiares? Entonces, éste es tu libro.
¿Os gustan los fantasmas, asesinos en serie y secretos familiares? Entonces, éste es tu libro.
450 páginas de una historia
que danza entre misterio y terror. Yo os diría que más misterio que terror,
pero claro, eso depende de vuestro “aguante”.
La protagonista de la
historia es Anabel, una joven restauradora de cuadros, que reside en Madrid. Tras el fallecimiento de su padre, la joven debe regresar a
la que la antigua residencia familiar, una finca en tierras andaluzas...
lugar que abandonó junto a su padre, tras fallecer su madre de forma repentina.
lugar que abandonó junto a su padre, tras fallecer su madre de forma repentina.
A pesar del dolor y
ciertos asuntos familiares pendientes, Anabel decide quedarse a vivir en esta
hacienda, reencontrándose con familia que lleva tiempo sin ver, y con la que
tiene algunas “tiranteces”; con Alejandro, un amigo con el que mantuvo una
relación especial en el pasado; y Alba, una niña muy particular a la que se
siente vinculada de una forma que ni ella misma entiende.
Paralelamente a estos
sucesos, una serie de desapariciones y asesinatos son investigados por la Policía,
siendo Irene, amiga de Anabel una de las encargadas de la investigación.
Sin embargo, Anabel tiene
sus propios problemas ajenos a esta serie de asesinatos, y es que en su propia
casa, bajo su mismo techo, comienzan a suceder una serie de sucesos extraños, e
incluso, paranormales.
Pero supongo que podrás hacerte más a la idea con algún fragmento, ¿verdad?
Pero supongo que podrás hacerte más a la idea con algún fragmento, ¿verdad?
“Y por fin se
marchan y me dejan a solas con mis recuerdos. Una mezcla de pena y furia se
mezclan en mí. Supongo que por eso estoy de nuevo llorando, como si fuese una
niña, me causa un gran pesar comprobar el estado de abandono que sufre este
lugar que fue tan querido por mis padres y por mí misma. Comprendo que sólo han
tenido tiempo para limpiar la habitación y el baño, pero podían haber hecho
algo más decente con el resto. Al menos podían haber quitado estas sábanas y
aireado más el lugar.
Como si tuviese vida
propia que con un descuido pudiese dañar, tomo con cuidado la urna de interior
de mi bolso y la deposito sobre la pequeña mesita que hay ante los sofás.
Luego, observo a mí alrededor, sin más. Algunos recuerdos aparcan en mi mente…
Las sábanas lentamente se van elevando en el
aire y van despejando y dejando a la vista el mobiliario. De pronto ya no hay
polvo, las ventanas están abiertas de par en par y el sol entra a raudales por
ellas. En los jarrones hay flores frescas. Todo está limpio y el azul cielo de
la pared vuelve a brillar. Se oye un ruido. ¿Qué es? ¡Sí! Se escucha el canto
de los pájaros y unas risas de fondo… risas claras y alegres…
-
¡No me cogerás Tobías!
-
¿Cómo que no? ¡Te vas a
enterar Ana!
Veo incrédula como
mis padres corretean alrededor de la fuente blanca que Isabela decidió colocar
en el patio, como si de un par de chiquillos se tratase. Las mejillas de ella
están rojas y su risa es fuerte y clara. Mi padre la sigue a muy corta
distancia… Giro rápidamente mi cuerpo para mirar sobre la mesa y compruebo que
¡la urna no está!
-
¡Te pillé!- le dice mi
padre.
-
Vaya caballero. Ahora
tendré que darle un premio.
-
Excelente – contesta él
mientras se acerca a besarla.
-
Chsss… Anabel puede vernos-
susurra de pronto mi madre.
-
¿Y qué? Somos sus padres.
No se asustará por un beso…
Les observo y
sonrío. De pronto…, mis padres comienzan a hacerse transparentes y con
tristeza veo como el verde de las plantas es sustituido por mucho marrón de
hoja seca. La blanca fuente de Isabela tiene un color extraño. Está sucia. No
se oyen pájaros. Al girarme de nuevo al interior de la habitación compruebo que
las sábanas siguen ahí. La urna también. No ha sido real. Sólo un hermoso
recuerdo. Ahora todo es muy diferente a la época recordada. Sin embargo, en mi
mente, hay una determinación clara.
Por primera vez en
los últimos días, tal vez incluso desde hace muchísimo más tiempo, una especie
de fuerza interior me recorre y hace que me sienta viva.
-
Muy bien papá. Muy
bien mamá. Me dejasteis un legado, y voy a luchar por él y hacer valer mis
derechos. Aún no sé exactamente qué espera este lugar de mí, o tal vez yo de
él, pero voy a descubrirlo. – susurro a la habitación, como si ellos me
pudiesen escuchar.
Acabo de tomar una decisión y para ello soy casi inamovible. He de arreglar este lugar y que vuelva a ser
lo que era en tiempo de mis padres…”
¿Qué os ha parecido? Os
dejo otro fragmentito…
Imagino que como consecuencia de la peculiar cena de anoche,
cuando hoy me despierto, tengo en mi mente y sobre todo, en mi corazón, muy
vívido mi último sueño. Cuando anoche descubrí que ambas tarjetas eran iguales,
me acosté nerviosa y desconcertada. Y tuve un extraño sueño.
“Voy corriendo por el
jardín. Llevo mucha prisa, voy acelerada y busco algo, pero no sé qué es. Mi
pie se enreda con algo, parece una raíz levantada. Caigo al suelo y me apoyo
con las dos palmas de las manos. Y entonces noto humedad. Frío. Me siento en el
suelo, estoy tiritando y me he hecho daño en el pie. Levanto mis manos, porque
además de mojadas y frías, están pegajosas y observo que están llenas de
pintura. Me miro mi bonito vestido blanco y veo en él manchas de colores,
verdes, azules, rojas, rosas, violetas, amarillas, naranjas, blancas, negras…
¿Falta algún color? ¿Qué ocurre? Claro. Estoy dentro del cuadro.
Observo que estoy junto
a la fuente que tiene la escultura que se asemeja a mi madre. Definitivamente,
es ella. Observo como toma vida y comienza a moverse. Sus manos se ponen en
movimiento, su cabeza me mira directamente a mí y me sonríe. Luego, sin previo
aviso, noto como de su blanco rostro empieza a caer una gota de color verde,
otra azul… está llorando. Siento su angustia. No sé qué le pasa, pero
no quiero que llore. La llamo…
-
Mamá,
mamá…
-
Anabel.
Tienes que escucharme…
-
Esto
es un sueño ¿verdad?
-
Así
es, pero a veces en el mundo de los sueños, el de los vivos y el de los muertos
están muy cerca.
-
¿Qué
quieres mamá? ¿Pintaste tú este cuadro? ¿Estoy perdiendo la cabeza?
-
Anabel,
escúchame bien y recuerda. Tienes que recordar nuestros proyectos y sueños, y
sobre todo, tienes que cumplirlos. Hazlos realidad hija mía. Pero tienes que
tener cuidado, hay peligros ¡Cuidado con el blanco! No es lo que parece... Cumple nuestros sueños. Cúmplelos… cúmplelos…”
Me he despertado empapada en sudor. Otro sueño extraño que me
deja exhausta y aturdida. Sigo sin entender toda esta locura. Estoy cansada y
por más que intento descansar no lo consigo. Y está claro que cada vez lo
necesito más. Pero no puedo dormir porque tengo frío. Anoche dejé la ventana un
poco abierta. Me levanto a cerrarla. Cuando la estoy cerrando me parece ver a
alguien fuera. He visto algo moverse, al igual que ayer, cuando vi un reflejo
en el cristal. Algo de color blanco con forma humana. Tengo miedo. No puedo
salir ahora al jardín. Estoy aterrada.
¿Qué tal vais? Bueno, os
dejo un tercer y último fragmento…
Como puedo, me introduzco en el hueco de la trampilla, me sujeto a la escalerilla, y comienzo el descenso. Imagino que es cuestión de muy poco tiempo que alguien llegue hasta la capilla para registrarla y vea la entrada taponada. Con algo de suerte, pronto nos encontraran a Alba y a mí. Es entonces cuando recuerdo las palabras de Irene referente a la cantidad de chicas que han desaparecido y me entra el pánico. A ellas nunca las encontraron y sólo yo las he visto. Muertas.
Sigo descendiendo y compruebo que es algo más larga de lo que pensé en un principio. Poco a poco, los hierros que hacen de improvisados peldaños van llegando a lo que parece una especie de cueva. Hay luces encendidas ahí abajo y huele a humedad. Las paredes están húmedas y hace mucho frío aquí. Al llegar abajo compruebo con repulsión que el suelo está embarrado. Las luces resultan ser una gran cantidad de velas. Si la situación fuese distinta, podría ser incluso bello.
Pongo los dos pies en el suelo y vuelvo a preguntar de nuevo, con fuerza. Ya he perdido el valor y ahora me encantaría haberle dicho a alguien que iba a hacer esta locura. Así que grito fuerte para que alguien me escuche, pero no aquí abajo, sino allí arriba.
- ¿Hay alguien ahí?
Para colmo de males la luz del casco empieza a temblar. ¿Se queda sin pilas? ¡No!
Quizás lo mejor es dejar de hacerme la valiente y subir. Volveré a subir y una vez arriba, bajaré de nuevo, pero acompañada. Me vuelvo a sujetar a la escalera para comenzar el ascenso de nuevo. El pánico ya se ha apoderado de mí. Entonces, escucho un leve ruido tras de mí y sorprendida, intento girarme, pero algo o alguien me lo impide.
- Demasiado tarde- me susurran al oído.
Alguien me coloca un pañuelo bajo mi nariz. Percibo un olor penetrante, dulzón y cítrico, y noto como mi campo de visión se va empequeñeciendo cada vez más hasta desaparecer.
Bueno, ¿qué te ha
parecido?... ¿Lo leerías?
Te agradeceré de corazón tu opinión... :D
Te agradeceré de corazón tu opinión... :D
Claro que si!!!!!!!
ResponderEliminarJi ji ji...
EliminarMe encantaría leerlo!!! Bravo!!
ResponderEliminar¡Muchas gracias Esperanza! Muaaakkkkk :D
Eliminar1 de 3 y ya estoy comiendome las uñas...😨
ResponderEliminarJa ja ja, ¡¡pues me alegro!! Muchisimas gracias primo :D
Eliminarclaro que si! :D indudablemente lo leeria, me han encantado los fragmentos, y me dan ganas de comerme el libro completo!
ResponderEliminarSaludos Margarita!
Yo creo que éste te gustaría, pero algo me dice a mí que te gustaría más el tercero, ja ja.
EliminarMuchisimos besos Paulina. Muuuuaaaaakkkk :D