jueves, 29 de septiembre de 2016

El campamento de Oz

Oz es un mundo extraordinario y divertido, lleno de aventuras y experiencias increíbles. Pero lo cierto, es que nuestro mundo no es el único del Universo. En alguna parte, en algún lugar, en algún momento, surgió otro Oz distinto. Un Oz donde existían personajes similares, pero con pequeñas diferenciaciones…
           

La pequeña Dorotea era una niña ejemplar. Sacaba buenas notas en el cole, pero aún así, su mamá no la dejaba viajar. Cansada de tanto suplicar que le permitiesen ir a la excursión de fin de curso, y viendo que era una misión complicada y difícil, decidió ayuda buscar.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Consciencia

(Imagen de Pixabay)


Me arrullas en mi propia mente  
adormeces mis sentidos
mientras susurras sin descanso
mostrándome el camino

¿Es acaso improbable que te escuche?

No debía ser así
siempre estás ahí

Pero, a veces...
 te ignoro
 te engaño
te burlo

Porque farfullas 
porque  hieres
porque asustas
 porque temes
porque me animas
y a la vez, me detienes

Porque me conoces

Porque en el fondo 
SOY YO Y ERES TÚ
Y eso es lo que me asusta y desconcierta
Porque TÚ, eres mi consciencia






domingo, 18 de septiembre de 2016

Corazón de acero

El rojo siempre fue su color, quizás por ello no me extrañó que hubiese cogido el candadito de las narices de ese color en concreto.

“Tenemos que ir, mi amor, tenemos que ir”. ¿Cómo decirle no? Jamás pude decirle no. Y ella lo sabía, y se aprovechaba de ello la muy condenada, pero aun así, yo seguía negándome a dejar de decir no.

Recuerdo aquél día como si fuese ayer. Las olas bañaban las uñas pintadas de rojo de sus pies, mientras ella me miraba coqueta y retadora con aquella diminuta prenda de vestir. Siempre ha tenido un cuerpo de infarto, y yo, desde luego, no soy hombre de piedra.

martes, 13 de septiembre de 2016

La nube que quería ser charco

(Imagenes de Pixabay)

Érase una vez, una nube de color violeta que no era feliz.  Cada mañana cuando despertaba y estiraba su piel de algodón, suspiraba y suspiraba sin parar.

Sus amiguitas blancas saltaban y reían por todo el cielo azul, pero ella… miraba con cara de añoranza al suelo buscando algo que no podía definir.  Cerraba sus ojitos y sentía como el viento le hacía cosquillas jugando con sus montoncitos de azúcar de algodón. Y le sonreía al viento, pero seguía triste.

Y el viento le miraba con pesar en su corazón de aire. ¿Qué le pasaba a la nube violeta?

viernes, 9 de septiembre de 2016

La corriente del arroyo

Una niña se tragó el arroyo, al completo, sin soltar ni un poquito. Qué miedo pasó mi madre aquél día, cuando vio que la niña gritaba algo tremendo y saltaba desde el pequeño puente al viejo arroyo, riendo, llorando, con los brazos extendidos al viento y la felicidad dibujada en la cara. Mi hermano se estampilló contra el suelo cuando mi madre empezó a correr frenética para intentar detener a aquella loca criatura loca. Pero la niña saltó, con su canto de libertad y su cerebro dormido.

La gente llegó corriendo, justito a tiempo de ver como mi madre sacaba a aquella insensata de entre las asquerosas aguas, con fango hasta en las orejas, la cara y el cuerpo apestando sieno, y mostrando unos dientes marrones y un brillo de felicidad extrema en los ojos que ahora derramaban lágrimas, no se si por pena del rescate no solicitado, o de puro alivio.

- ¡Por Dios Concha, qué rápida fue usted!

domingo, 4 de septiembre de 2016

Niños soldado

(Imagen de Pixabay)


Jirones en la piel, desgarros en el alma, lágrimas de sal sobre heridas de impotencia y rabia.
¿Acaso justifica un lindero, una religión o ideología, una reyerta de fundamento confuso... el terror absoluto?
Inocentes abnegados en dolor y angustia...
Jamás un niño debería portar un instrumento de muerte, y mucho menos, tener que usarlo entonando una canción de cuna peculiar;  “Matar o morir”. 


jueves, 1 de septiembre de 2016

Alfombra de hojas de otoño

Me gusta caminar descalza sobre las hojas caídas del parque. Y me gusta hacerlo a esa hora en la que muchos duermen, huyendo del frío de la mañana. Para mí, es la mejor hora para reconciliarte contigo mismo.

Quizás por algún tipo de ironía, mi mente no consigue recordar fragmentos de mi vida. Las lagunas que quedan en blanco me obsesionan y necesito momentos en soledad. 

Al salir aquí, descalzarme y sentir la frialdad del suelo en estas mañanas de otoño, recuerdo que estoy viva, que soy yo, que estoy aquí, a pesar de las ausencias de memoria. Cada vez que el frescor se desliza desde la planta de mis pies hacia cada fibra de mi ser, y cuando digo cada fibra, es cada fibra y cada órgano, incluido mi cerebro.  

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