Mi nombre es Selene, puede que me conozcas,
pero lo dudo. Tal vez te cruzaste conmigo al cruzar la calle, la verdad es que
de día… suelo pasar desapercibida, invisible. Pero durante la noche… brillo con
fuerza.
Mi cabello es plateado a pesar de mi
juventud. Mi piel es traslúcida bajo el sol, y pálida bajo la luna. Mis ojos
son oscuros y dicen que tengo algo de mágica. Pero lo que más atrae de mí... es
que soy hija de la luna.
Mi padre es marino. Mi madre no debió
seducirle, pero cada noche, él subía a cubierta y se tumbaba sobre la madera de
cedro de su pequeña embarcación, retándola. Supongo que todo es posible en el
mundo de los sueños, pero en la vida real, no es fácil llegar hasta ella. Coqueta,
con su juego de luces y sombras, meciendo las olas y los corazones, inspira a
poetas y amantes, despliega su magia poderosa y hay quien dice que incita a la
locura. No sabría que decirte, salvo quizás que esa atracción de la que todos
hablan, es cierta.
Para mí no es fácil, esto de vivir entre
dos mundos. No siento el hambre, y sueño despierta, mis necesidades no son como
las tuyas, solo me alimento de queso, pero no de cualquiera, sino del que crece
dentro de mi madre. Hay quien piensa que ella es de nata, o tal vez de
algodón... pero es de queso. Uno blanco, esponjoso, sabroso y nutritivo.
Todo eso está bien y es divertido, pero soy
hija de un marino, y no sé nadar. No consigo sumergirme. El agua oscura me
parece aterradora y está muy, muy fría. Mi padre me dice con cariño que es
hermoso nadar bajo la atenta mirada de mamá. Que ella no me dejará morir. Pero
cada vez que intento sumergirme, siento mucho miedo y me produce una tristeza
inmensa.
¿Qué puedo hacer? Los cabellos de mi padre
se vuelven de plata, como los míos. Estoy segura de que muy pronto cumplirá su
promesa y acompañará a mamá allá arriba. Pero veo la pena en sus ojos porque no
me ha visto jugar con las olas ni hacer crecer los arrecifes.
- Necesito tu ayuda mamá, quiero nadar -
- ¿Y qué lo impide pequeña?
- Tengo miedo de ahogarme y morir.
Mi madre me mira con cariño.
- ¿Lo intentaste al menos? Para mí no fue
fácil tu nacimiento, pero aquí estás... A él le queda muy poco tiempo Selene...
Y por todo esto me veo ahora aquí,
colocándome este plástico alrededor de la cintura mientras mi padre me explica
que es un flotador y no me hundiré. Tengo que nadar, aunque solo sea una vez y
con ayuda de este artilugio.
Por primera vez, entro en el agua. Mi madre
me ilumina y sonríe, mientras mi padre no deja de decirme palabras de aliento.
Estoy flotando y todo va bien... hasta que el flotador sin saber por qué...
empieza a vaciarse. Miro hacia arriba y veo como mi madre me guiña un ojo. Mi
padre intenta sujetarme, pero no alcanza y se lanza al mar. Él nada muy bien,
pero sin razón aparente también comienza a hundirse. Y soy yo la que va por él.
Me doy cuenta de que el agua obedece a mis deseos y se ilumina a mi alrededor. Para mí el agua es igual de respirable que el aire que me rodea al salir a la superficie.
Toda yo resplandezco mientras me acerco a él. En mi mente pienso "¿Por qué mi madre no me aviso que podía respirar bajo el mar? ¡Qué agradable y fresca sensación recorre mi piel! A mi mente llega la respuesta de la sabia Luna, "A veces, los padres, debemos dejar aprender a nuestros hijos por sí mismos".
Me siento ligera y feliz y le abrazo con fuerza, rescatando a mi padre de las aguas, mientras él sonríe feliz. Sabe que jugaré con las olas y haré crecer los arrecifes. Y después… duerme.
Toda yo resplandezco mientras me acerco a él. En mi mente pienso "¿Por qué mi madre no me aviso que podía respirar bajo el mar? ¡Qué agradable y fresca sensación recorre mi piel! A mi mente llega la respuesta de la sabia Luna, "A veces, los padres, debemos dejar aprender a nuestros hijos por sí mismos".
Me siento ligera y feliz y le abrazo con fuerza, rescatando a mi padre de las aguas, mientras él sonríe feliz. Sabe que jugaré con las olas y haré crecer los arrecifes. Y después… duerme.
Hay quien dice que a veces, los marinos ven
una luz intensa bajo el mar y escuchan risas. Hay quien incluso alega que una
hermosa mujer de pelo plateado le salvó la vida e incluso llegó a dar un ligero
beso a sus labios. Labios frescos que sabían ligeramente a queso.
cuando he leido tal vez te has encontrado me recuerda a una historia de amor que acabo de tener
ResponderEliminarEspero que para ti haya sido grato el cuento entonces Abbie, con más razón digamos. Confío en que tú al igual que Selene, hayas salido fortalecida. Un beso muy fuerte. :)
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