A Carlos se le abría la boca y le brillaba la mirada cada vez que veía las enormes guirnaldas de la ciudad. Entre luces de colores y sonidos de campanas, el pequeño observaba de manos de su madre, el espectáculo de luces que cubría cada rincón.
En su casa, la Navidad, pasaba de largo...
Sintió un pinchazo por dentro, algo se le retorcía. Todo era tan, tan bonito...
Una idea germinó en su pequeña cabeza, regalando a su madre una sonrisa abierta, de esas que ella sabía venían siempre acompañada de alguna genialidad. Más el pequeño no dijo palabra alguna.
Durante toda la semana, Carlos tuvo un extraño comportamiento. Se pasaba el día recogiendo ramas y hojas, y buscó todos los restos de telas y lazos que a mamá le sobraban de sus labores de costura. Siguió sin articular palabra.
Una mañana, el papá de Carlos escuchó ruidos en casa. Aquella era una aldea tranquila, pero no había duda de que alguien se movía en el interior de la vivienda. Con suavidad, zamarreó a su esposa que inquieta, se sentó en la cama, escuchando ruidos a su vez.
Ambos se levantaron, con el corazón en un puño y esa sensación que oprime la garganta.
Y ambos quedaron boquiabiertos al ver a Carlos. A su pequeño artista autista.
Con ramas y piñas caídas, trozos de lazos y cuerdas, había llenado la casa de pequeñas guirnaldas. En una pared había dibujado con sus lápices de cera, la silueta de lo que bien podría considerarse como un árbol. A los pies de este, un Belén de plastilina. Sobre la mesa, en el interior de un plato... un nido en cuyo interior reposaban tantas hojas y piñas que se derramaban sobre la mesa. En el centro, los pájaros de peluche que los abuelos le regalaron por su cumpleaños. En el rostro de Carlos, una sonrisa, que amenazaba con salirse de su cara.
El pequeño siguió sin pronunciar palabra, mientras sus padres observaban todo emocionados, abrazando al pequeño, que esta vez, se dejó abrazar. Mientras no le acariciasen el pelo, no habría problemas. Nadie podía acariciar el pelo de Carlos, ello lo hacía sentir dragones que le arañaban por dentro. Tampoco le gustaba el ruido, pero amaba la música. Tenía una habilidad especial con las manos desde que aprendió a manejarlas. Pronto sería capaz de hablar... Solo había de desearlo, tanto, como deseaba la Navidad.
Debo admitir que los decorados y en general los colores de navidad son muy bellos.
ResponderEliminarY pienso que esta historia es muy real,
cuanta magia han visto estos padres?
Enhorabuna, nos haz regalado un gran relato
Hola José, muchísimas gracias. Lo cierto es que conozco a más de una familia que si no ha hecho esto, ha hecho algo muy parecido. Muchos besos :D
EliminarMargarita, que bonito, pones amor en cada letra y es todo un regalo para los que te leemos, y desde luego no habrá padres más felices.
ResponderEliminarUn beso y feliz tarde.
Hola Ángel, muchisimas gracias. Besos :D
Eliminarpreciosa historia. Un beso
ResponderEliminarMuchisimas gracias Susana. Besos :D
EliminarQue maravillosa historia Querida Margarita. Los niños autistas pueden sorprendernos gratamente con sus habilidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Maria Rosa. Algunos son capaces de las genialidades más maravillosas. Yo creo que en ello se encuentra su mundo. Besos cariño :D
EliminarUNa grata y bella historia con tu magistral sello Margarita.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Muchisimas gracias Juan. Besos :D
EliminarCarlos es achuchable aunque no le guste demasiado, creativo y especialmente generoso. Un relato precioso que toca fibras. Abrazos
ResponderEliminarMuchisimas gracias Ester. Besos :D
EliminarSensible a la belleza Carlos. Afortunadamente con padres que acogen el místeio de su hermetismo. Touché.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchisimas gracias Loles. Besos :D
EliminarEn el autismo las manifestaciones de amor son tan misteriosas y tan profundas como tan bien lo has relatado Margarita. Belleza.
ResponderEliminarMuchisimas gracias Anton, quería hacer un pequeño homenaje a los que llamo "seres especiales con capacidades diferentes". Tú sabes, tengo uno muy cera y me tocan el alma. Besos :D
EliminarUf Margarita un relato de Navidad que llega hasta lo más profundo.
ResponderEliminarUna maravilla.
Besos junto a Carlos y su sonrisa.
Muchisimas gracias Luz. Besos :D
EliminarLos niños son maravillosos y la Navidad, muchas veces, les hechiza de tal manera...
ResponderEliminar¡Un besote!
Hola Diana, pues sí, ja ja. Besos preciosa :D
EliminarUna historia increíble. Qué bonita.
ResponderEliminarUn beso fuerte.
Muchisimas gracias Rocío. BEsos :D
EliminarQue bonita historia, como siempre
ResponderEliminarNo soy la persona más navideña del mundo pero siempre intento mantener la ilusión como si fuera una niña y trasmitírsela a los que me rodean
besos ♥
Hola Naya, yo siempre he amado la Navidad. Con el paso de los años, tú sabes... sillas vacías y bueno, no es lo mismo. Pero sí, sigo disfrutando de ella, y más este año, con mi nietecilla. Besos :D
EliminarPreciosa forma de dar magia a la diversidad y a la capacidad de amar.
ResponderEliminarMuchisimas gracias Nuria. Muchos besos preciosa :D
EliminarMe encantan los cuentos de Navidad y este es precioso y además original. Transmite ternura, ilusión y esperanza. Enhorabuena
ResponderEliminarMuchisimas gracias Norah. Un beso muy fuerte preciosa :D
EliminarQue tierno relato Margarita, que lindo Carlos, el como todos los niños del mundo aman la Navidad..... Me encanto, llega profundo..... Saludos amiga.
ResponderEliminarMuchisimas gracias Sandra. Besos cariño :D
Eliminar¡Muchisimas gracias preciosa! Este año no estaba muy inspirada, y todos los años escribo un cuento por Navidad. Pero... al final, Carlos surgió con su decoración espontánea. Besos :D
ResponderEliminarPrecioso relato Margarita, en estos tiempos que bonito es leer algo así.
ResponderEliminarUn Abrazo.
¡Hola José Antonio! Muchísimas gracias :D
Eliminar¡Hola! Acabo de dar con tu blog y me quedo por aquí.
ResponderEliminar¡Nos leemos!
¡Hola Yadira! Muy bienvenida a mi mundo. Te he buscado para visitarte también, pero me aparecen dos blogs, uno en el que no publicas desde hace años y el otro en el que no hay publicaciones. Si actualmente trabajas en algún blog, mándame el enlace y te visito también. Muchos besos y espero que te guste lo que veas. :D
Eliminar¡Que ternura de relato! Me ha tocado el corazón.
ResponderEliminarAbrazos.
Muchisimas gracias Conchi. Besos :D
EliminarMargarita, nos muestras cómo siente la Navidad un niño especial. Y ello nos llega directamente al corazón. La magia de esta celebración se refleja especialmente en la inocencia, ilusión y alegría de la infancia. Quizá por ello, todos volvemos a nuestra niñez en estas fechas, amiga.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo entrañable por tus hermosos cuentos, amiga.
Muchisimas gracias cariño mío. Tú sabes, mis niños y las Navidades. Supongo que en el fondo esa niña que una vez fui, sigue muy viva ahí dentro. Besos :D
EliminarHola Margarita!! Muy bonito tu relato y muy acorde con las fechas. ¡Estupendo relato! Besos!!
ResponderEliminarHola Margarita.
ResponderEliminarHoy he vuelto a leerte después de un mes de ausencia.
Tus relatos me gustaron leerlos con sus motivos navideños y más ahora que ya tenemos las navidades casi en puertas. Y con ganas de celebrar los días señalados con los que tenemos a nuestro lado.
Un abrazo.