Toca regresar de las vacaciones. Este año he estado en casa casi seis semanas seguidas, necesitaba descansar, desconectar, pensar...
Y lo he conseguido.
No voy a mentir, incorporarme de nuevo a la rutina, los horarios, enfrentar mis dolores de espalda con lo rápido que giran las manecillas del reloj, no me apetece demasiado; pero me conozco, y se que en el momento en que esa "normalidad" laboral llegue, me ajustaré a ella en medio segundo. Suelo ser así, amoldable a lo que va aconteciendo.
En cualquier caso, si me preguntan qué he hecho este verano, tendría que responder que no mucho, y al tiempo, que bastante.
Me he centrado muchísimo en estar tiempo con los míos, en dormir, ¡cuánta falta me hacía dormir más de cinco horas! Y en escribir hasta el punto de aplazar el resto de cosas que quería hacer (salvo algunas que era imposible obviar)
Ahora, comienza como si del cole se tratase, otro curso, otro año. En esta ocasión voy a intentar escuchar más lo que mi interior me dice, y no llevar el cuerpo tan al límite, porque al fin y al cabo, vacaciones vendrán muchas más o eso espero; pero vida, no hay más que una (en teoría, pues cada vez creo más en vidas pasadas)