domingo, 4 de diciembre de 2016

CICATRICES. Capítulo 5



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Capítulo 5


Rebeca tomó un pequeño sorbo de su café y miró por la ventana. El día había amanecido lluvioso y gris. Pero ella... se sentía bien. Casi feliz.

En las últimas semanas, desde aquél día en que ella pensó que conducía el vehículo el día del accidente, Andrés había cambiado su trato con ella de forma considerable.

Aquél mismo día, él se mostró dolido, confuso. Y ella comprendió el por qué de su evasión. Él conducía el coche. Sintió tal alivio, que no pensó en la carga que él llevaba sobre sus hombros. Se limitó a repetirle una y otra vez que había sido un accidente y que no debía sentirse mal. Por primera vez en mucho tiempo, empezó a preocuparse por otra persona antes que de sí misma. Comenzó a relajarse. A colaborar en casa. Volvió a saborear una buena lectura e incluso, una manana sorprendió a todos levantándose temprano para preguntar cuál era su parte de tarea. 

Hoy, se había propuesto empezar a hacer deporte. Sentía que iba a gustarle correr, tenía toda una equipación de ropa deportiva y unas zapatillas de deporte aptas para ello. Cuando preguntó a María, ésta le explicó que antes salía todos los días a correr un rato. A veces por la mañana, a veces por la tarde... pero todos los días.

- ¿Sola con tus pensamientos?

La voz de Andrés retumbó en la habitación y en su pecho.

- Hoy quería salir a correr – le dijo sonriendo.
- Te veo de buen humor – contestó él con una amplia sonrisa.
- Sí. Estoy atrofiada, y he puesto unos kilos. Necesito hacer deporte.
- Me parece bien. Pero hoy llueve. No es el mejor día para empezar.
- Bobadas. Hace un claro y necesito salir de aquí. ¿Sabes dónde están mis padres?
- Han ido al cine. No te dijeron nada...
- Porque hoy es su aniversario de boda...

Ambos se quedaron en un silencio absoluto.

- Rebeca... ¿has recordado algo más? Es importante.
- No. Sí. No sé ni qué contestar a eso. No recuerdo nada significativo, pero a veces, viene a mi mente algún dato como éste de lo de mis padres. Hoy es tres de septiembre...

Andrés sintió que el mundo se hundía bajo sus pies. No fueron los padres de Rebeca quién contrajeron matrimonio el tres de septiembre. Sin saberlo, ella había recordado el día de su propia boda.

- Su aniversario creo que es en diciembre. Pero hoy tenían ganas de salir a solas.
- Juraría que esa fecha... igual se casó alguien cercano a mí y no lo recuerdo. Hay días en los que me siento relajada, y otros, me siento tremendamente frustrada. Mi mente es un caos. Es como si me hubiese quedado bloqueada. La otra noche tuve un sueño inquietante. Me veía dentro de un coche. Sonaba una canción de Phil Collins que me gusta mucho... Yo iba hablando con alguien que iba sentado en la parte de atrás del coche... un hombre creo...

Andrés sintió que de nuevo se le erizaba la piel...

- Y otro hombre conducía. Yo recuerdo posar mi mano en el brazo del conductor. Y risas. Recuerdo risas. Y ya está. No recuerdo más. Y me frustro muchísimo.
- Deja que tu mente vuelva poco a poco.

A Rebeca no le pasó por alto el tono de él. ¿Le ocultaba algo?

- Otras veces me veo en un lugar muy grande, rodeada de niños. Y corro, salto, cuento historias... y una niña pequeña me trenza el cabello... y ya está. No recuerdo más.
- Ya te conté que a veces ibas de voluntaria al hogar para niños que está en las afueras.
- Lo olvidé. ¿Puede ser eso? ¡Tal vez si voy allí recuerde algo!
- Tal vez... pero no hoy. Está a punto de llover a mares. Ven, ayúdame. Preparemos algo rico para comer. ¿Quieres un poco de vino?

Ella rompió a reir. Esa risa que él también recordaba y que tanto echaba de menos. Casi arranca a llorar cuando la escuchó reir así. Durante un instante, el tiempo retrocedió, y él quedó prendido de su mirada. Hasta que ella dejó de reir.

- ¿Andres? ¿Te pasa algo?
- No. No, disculpa. Hacía mucho que no te reías con esas ganas. Ha sido muy agradable.
- Gracias... - contestó ella con timidez.

Él no volvió a preguntarle y le sirvió una copa de un vino blanco, frío y semidulce.

- Te gusta. Créeme – le aseguró él sonriendo.
- Gracias. ¿Qué vamos a preparar?
- Arroz con gambas.

Fuera tronó con fuerza y la lluvia no tardó en reiniciarse con fuerza.

- Esto está delicioso. Ummm.
- Te dije que te gustaría.
- ¿Y qué más me gusta Andrés?
- Este arroz. Te encanta.

Ella lo aceptó así y empezó a actúar de pinche, hasta que en un momento dado tomó la iniciativa. Sus manos se movían solas.

La tormenta empezó poco después y aquella llovizna mañanera se transformó en una auténtica tormenta de tarde. Pero a Andrés y a Rebeca poco les importó. Un almuerzo agradable seguido de una película dio paso a un rato de conversación con una taza de café entre las manos.

Andrés no dejaba de observar las mejillas sonrosadas de Rebeca, y como le hablaba de los breves retazos que iban acudiendo. Ella no se daba cuenta pero hablaba con optimismo. El vino había sido una buena elección, se sentía relajada. Más relajada de lo que la había visto en mucho tiempo.

Rebeca por su parte aprovechaba la mínima ocasión para observar a Andrés. Aquella cicatriz no le restaba atractivo, absolutamente para nada. Era un hombre magnético. Se le hacía raro que no estuviese casado o emparejado al menos, era un hombre muy agradable. De repente, todo aquello hizo que empezase a pensar en su vida de antes...

Él solo pensaba en lo que deseaba besarla.

- Andrés... yo, esto es delicado de preguntar, pero... ¿alguna vez me viste con alguien? Es decir... algún hombre...

Andrés sintió que se atragantaba cuando el ruido en la cerradura de María y Luis que acababan de llegar le salvó de responder. Menos mal. Cómo contestarle a eso sin delatarse a sí mismo, y lo que era peor, sin mencionarle a Tomás.



4 comentarios:

  1. Hola Margarita, estoy intrigada y esperando el próximo capitulo.

    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. ¡Gracias Conchi! Me alegro un montón de tenerte intrigada, ja ja. Ya solo quedan dos capitulillos...
      Muchos besos :D

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  2. ufffff noooo... aaaaaaaaaaaaahh quiero saber el final! :D
    Ay senti las ganas de Andres, las ganas de decirle... Soy yo.. 3 de septiembre somos nosotros...
    tomarla de las manos, y decirle, somos nosotros Rebeca, has logrado recordar... ahhh Margarita, ya quiero que llegue el ultimo capitulo.. pero a la vez no.. :( jejeje por que la historia terminara.. :D
    pero seguire leyendote en otras nuevas aventuras.. ;)

    Saludos y abrazos grandisimos!

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    1. Ja jaja, ¡Gracias Paulina! Ya solo quedan dos capitulillos, ja ja. Y siiiiii. a esta le queda poco, pero vendrán más.
      Muchos besos preciosa :D

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