Capítulo
4
Iris
contuvo la respiración. Con las manos ligeramente temblorosas, acarició la tapa
de la caja antes de abrirla. Ernesto se había sentado a su lado. Como siempre
hacía cada vez que alguno de los dos tenía ante sí algo importante. Eran dos
mellizos que más bien parecían gemelos por la
increíble afinidad que poseían.
Ambos
se miraron un momento sonriendo al ver el interior. Canicas, cromos, un trozo
de tela de una camisa de Ernesto, y… ¡Vaya! Ambos contuvieron el aliento
mientras Ernesto tomaba aquel objeto entre sus manos y lo acercaba más a ambos.
Era
espléndido. Como las cruces cristianas, pero con la parte superior redondeada.
De un tono verde hierba, casi idéntico al del escarabajo. Llevaba una serie de
inscripciones y una hermosa piedra encastrada en el centro del ovalo superior.
Fue
entonces cuando Iris, de una forma irresistible, sintió deseos de tocarlo. De
forma instantánea, una serie de columnas decoradas con el mismo tipo de hojas
que aparecían estarcidas en aquél extraño objeto parecían rodearla. Olía a
hierba, a humedad, a juncos…
-
Déjame tenerlo… - susurró a Ernesto.
Al
tomarlo en sus manos, la palidez que habitualmente tenía Iris en los últimos
meses se esfumó como por ensalmo. Su piel empezó a adquirir un brillo intenso.
Estaba resplandeciente.
-
¿Cómo tenías tú la caja guardada,
mamá? No recuerdo estos objetos. – preguntó Ernesto.
-
Yo recuerdo la caja- añadió Iris-
pero esta cruz rara no.
-
¿Cruz? No hermanita. Es un “hankh,
una especie de cetro de papiro. Yo diría que es muy antiguo.
Ernesto
siempre fue un enamorado del antiguo Egipto. Alternaba su trabajo como
entomólogo con sus visitas al Museo. Sofía, su esposa, era conservadora en el
Museo Arqueológico y más de una vez bromeaba con su marido diciéndole que no se
enamoró de ella, sino de su trabajo.
-
¿Un cetro de papiro? – preguntó esta
vez la madre de ambos.
-
Sí. Se utilizaba como amuleto.
Muestra el tallo y el brote del papiro como símbolo natural de la vida.
-
Vaya. – exclamó Iris.
-
Y la caja. Tiene la dimensión 3,4,5.
Fíjate. Medirá aproximadamente quince x veinte x veinticinco centímetros. Si
divides estas medidas por cinco, dan una equivalencia 3,4,5. Igual que las
pirámides egipcias y el triángulo sagrado.
-
Tú y tu Egipto. – susurró Iris.
-
Iris… tu piel…
La
piel de Iris resplandecía como nunca. Estaba hermosa y serena. Ella que siempre
era un manojo de nervios desaliñado.
-
Me siento muy cansada. Mamá, no has respondido nuestra pregunta.
-
Lo sé. Tú no querías enterrarla, te daba pena, y lloraste muchísimo. Entonces
te prometí que yo la guardaría. ¿Recuerdas?
Iris
intentó recordar algo, pero el cansancio que sentía de pronto era cada vez
mayor, a pesar de que se la veía resplandeciente, ella sentía que iba a volver
a perder el sentido.
-
Déjame un momento el cetro, Iris.
Ernesto
lo fotografió y envió la fotografía a su esposa, Sofía, pidiéndole explicación
sobre el mismo.
-
Me lo llevo a casa para que lo vea Sofía.
-
¡No!
La
rápida respuesta de Iris sorprendió a todos, incluida ella misma.
-
Lo necesito hermano. No sé por qué. Mañana va a venir Sofía para nuestro cumpleaños.
Mañana lo podrá ver, ¿de acuerdo?
Ernesto
vio la súplica en la mirada de su hermana.
-
De acuerdo.
-
Me voy a dormir. Estoy tremendamente cansada. Y con tanto alboroto se ha hecho
de noche.
-
¿No quieres cenar algo hija?
-
No. Tengo mucho sueño. Mañana nos vemos hermano.
-
Que descanses Iris.
Nada
más subir la joven la escalera, Ernesto enfrentó a su madre.
-
¿Qué ocurre aquí mamá?
-
Ese objeto lleva mucho con nosotros Ernesto.
-
¿Por qué llorabas antes?
-
¿Has visto como ha dejado tu hermana el jardín?
-
No me tomes el pelo mamá.
La
mujer quedó un momento pensativa… y finalmente decidió hablar.
-
Es un amuleto Ernesto. Como tú has dicho. Un amuleto familiar. Yo también estoy
cansada. Mañana te explicaré más. Tu hermana no te ha dicho nada, porque ella
misma no lo sabe, pero va a hacer un largo viaje y va a estar mucho tiempo
fuera. Por eso lloro. La echaré de menos. Pero es el destino hijo. El destino,
y su regalo de cumpleaños.
Genial. Esperamos el siguiente capitulo. Quiero saber más. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchisimas gracias Esther, ya solo queda el último capitulo. ¡Espero que te guste!
EliminarMuchos besos :D
Hola Margarita, ya estoy espectante al próximo. Genial, mi niña.
ResponderEliminarGracias.
Besos.
¡Muchisimas gracias Mari Carmen! Un beso enorme. Muaaaaakkk :D
Eliminarhola! cuanta expectativa nos entregas con tus letras, nuestras alas no pueden dejan de temblar de la emocion!! besotesbuhos, que nos llevamos todo!
ResponderEliminar¡Hola chicas! Os prometo que os he visto con las alas en movimiento, ja ja. Un beso enorme, ya solo queda un capitulillo, ja ja.
EliminarMuchos besos:D
Y sigo con más expectativas. A ver qué ocurre. Un abrazo.
ResponderEliminarProntito se desvelará todo, todito. Un beso Francisca :D
EliminarHola Margarita, estaré atenta al siguiente capítulo! Saludos! ♥️♥️♥️
ResponderEliminar¡Muchisimas gracias! Queda ya nada, ja ja. Muchos besos :D
EliminarInteresante... inquietante... :))))
ResponderEliminarOye guapita eso de tenernos atados a la pata de tu mesa pendientes del misterio, ¿tiene final? ¿Navidad, Reyes, primavera? :))))
Por abrir la boca...
Fuerte abrazo Margarita.
Ja ja ja, ¡qué bueno Ernesto! Por cierto... te llamas como el hermano de la prota, ja ja. Bueno, pues solo queda un capitulo, así que ya mismo soltamos el agarre a la pata de la mesa, ja ja.
EliminarMuchos besos Ernesto :D
Siempre nos dejas con ganas de más!!!!
ResponderEliminarUn abrazo
¡Muchisimas gracias Princesa! ¡¡Besos!! :D
EliminarVa tomando vuelo la historia, pero el misterio sigue latente.
ResponderEliminarFelicitaciones Margarita, es un bello e interesante cuento.
mariarosa
¡Gracias Maria Rosa!. Sí, ya está terminando. Un capitulito más y voilá.
EliminarMuchos besos amiga :D
Ohhhh
ResponderEliminar¿Solo un capítulo más?
¡¡Solo uno más!! Así que ya sabes... ¡¡Al ataque!! :D
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