(Dedicado a mi abuela. Te echo mucho de menos)
El aroma dulzón de aquellas diminutas flores
blancas se extendía por todo el patio, envolviéndonos a mi abuela y a mí, con
su presencia. Qué diferente del olor que aun flotaba furtivo en el interior de
la casa, a ajo y romero.
Allí fuera, sentada con el cielo por techo, y con mi corazón en sosiego, aspiré hondo el aroma
de los jazmines mezclado con el de la dama de noche. El sol ya se escondía,
mientras, una ligera brisa nos daba sosiego tras el caluroso día sufrido.
Aquel inmenso patio era el paraíso de mi
abuela, su refugio. Repleto de
plantas, de sus blancas paredes apenas se percibía algo de ladrillo encalado
entre una maceta y otra. Grandes latones e improvisados tiestos dominaban el
suelo. Y jazmines. Rosas y jazmines por doquier.
Yo era muy pequeña entonces...
, pero me sorprendía que mi abuela no usase el típico roete que en tantas ocasiones había admirado en otras damas de pelo cano. Ese engarzado de jazmines adheridos a sus cabellos. Pero mi abuela no. Ella teñía su cabello de color, entablaba una lucha contra las canas a base de potingues que las ahogaban en un tono castaño aderezado con algo de rojo. De esa forma se rebelaba contra su propia vejez y abrazaba de forma tímida la pasión que sentía por la vida.
, pero me sorprendía que mi abuela no usase el típico roete que en tantas ocasiones había admirado en otras damas de pelo cano. Ese engarzado de jazmines adheridos a sus cabellos. Pero mi abuela no. Ella teñía su cabello de color, entablaba una lucha contra las canas a base de potingues que las ahogaban en un tono castaño aderezado con algo de rojo. De esa forma se rebelaba contra su propia vejez y abrazaba de forma tímida la pasión que sentía por la vida.
- Los jazmines se ponen en la mesita de noche,
y así, los mosquitos se van. - me recordaba siempre con paciencia.
- Abuela, me gusta el color de su pelo...- le
decía yo.
Todos le hablábamos de “usted”, porque así nos
lo habían enseñado y ella lo deseaba. Aquél “usted” era un parapeto del respeto
que la acompañaba, ganado no tanto con el paso de los años, como sí del
afrontamiento de los devenires indeseados.
- El pelo blanco te hace parecer mayor...
La miré a aquellos profundos ojos azules y me
fijé algo mejor en todas aquellas arrugas que danzaban alrededor de ellos, y
también en las de las comisuras de sus labios. Pensé que era normal con su
edad, pero decidí atentar contra su inteligencia mintiéndole.
- Usted parece más joven...
- Pues no lo soy. Dejé atrás a muchos, pero yo
sigo aquí, como muestra del tiempo. Que mi sonrisa no te engañe, la vida no siempre me trató
bien. Me dejó demasiado joven sin un hombre a mi lado, en aquellos tiempos de
hambre y necesidad, y muchas bocas que alimentar. Pero me las arreglé. - me
contestó con orgullo y creo que algo de enfado.
La observé, allí sentada en su pequeña silla de
anea, observando sus plantas. Fuerte y altiva la mayor parte del tiempo, regalándome
la sensación de que todo es posible.
Pero a veces, su mirada se perdía en la
lejanía. Entonces, yo era muy consciente de la palidez de su piel, embutida por
añadidura en aquél horrible color negro, distintivo de las personas que
quedaron atrás.
El olor del ajo y el romero volvió a mí de
nuevo, aunque sutil, a través de sus manos.
- Otra vez ha preparado hoy carne abuela.- la
acusé.
- Pues claro. Tu tía sabe que de vez en cuando
tengo que pecar. Mejor conejo que tocino.
- Pero debería perder algo de peso – le dije
con cariño.
- ¡Bobadas! El ajo nunca mató a nadie, al
revés, le salvó la vida a más de uno.
Además, ¿has visto el aguachurri que me hacen
cenar? Yo preferiría tomar un “yastá”, pero hoy no me han dejado. Me cuidan mucho, ésa es la verdad - me dijo con una sonrisa de satisfacción.
- ¿Un yastá?
- Agua con aceite, vinagre, unas hojitas de
lechuga y sal. Y mucho pan remojado.
- Pero eso no es comida abuela.
- ¿Tú crees?
- me preguntaba con rebeldía, con travesura en la mirada, y a la vez
resignación. -
La noche nos abrazó a ambas en aquella noche de
verano. El tiempo se detenía cuando ella comenzaba a hablar, a contar, a
recordar... De sus labios salían toda clase de anécdotas divertidas combinadas
con sucesos dolorosos, que intercalaba, como si yo no pudiese aceptar
escucharlos de golpe, pero ella necesitara sacarlos de su interior.
- Ah, si yo te contara – suspiraba a veces –
pero no tienes porqué saberlo todo. Hoy no.
Mañana. Mañana te espero aquí para contarte más cosas, no voy a contártelas
todas hoy.
- Pero... tal vez quiera dormir pronto
abuela.
Entonces ella me miró y acarició mi cara con
sus manos arrugadas y hermosas. Un fuerte olor me indicó que además del ajo y
el romero había utilizado lejía. Otra
vez.
- Ya tendré tiempo de dormir mi niña. Ahora
prefiero disfrutar de todo lo que la vida me ha dejado.
sigueme contanto!!! siempre te lo digo pero escribes genial
ResponderEliminarMuchas gracias Abbie, ja ja, seguiré, seguiré... :)
ResponderEliminarPrecioso, me parecía estar con vosotras en ese patio :D
ResponderEliminarCuantos recuerdos Cristina. La echo mucho de menos y quise escribirle este diminuto homenaje. Cuando ella hablaba, el mundo callaba por escucharla. Una gran mujer que dejó una gran y hermosa huella en los corazones de quienes la conocimos. Un beso cariño :)
EliminarLindos recuerdos y la forma de contarlos nos lleva a oler el ajo y el romero, nunca tuve una abuela, ni abuelo.
ResponderEliminarGracias Amparo. Siento que no tuvieses abuelos. Yo llegué a conocer a mis dos abuelas y mi abuelo. Esta abuela en particular era muy, muy cariñosa :)
EliminarTe comprendo perfectamente. Muchas veces los olores y los lugares nos traen recuerdos de seres queridos. Se nota que tuviste una conexión especial con tu abuela, y estoy seguro de que ella te quería también.
ResponderEliminarQuedate con lo bueno, es lo que importa.
Besitos de caramelo
Gracias Marina, asi lo hago. Era una mujer extraordinaria y siempre tenía la palabra justa. Suerte que me dejó a alguien magnífico que al igual que ella siempre tiene la palabra justa, mi padre. Un beso :)
EliminarMi abuelo siempre hacia portingues remojaos con pan que a mi me parecian asquerosos y a el le.encantaban, me ha recordado tu relato a mi infancia, muy dulce y emotivo y cargado de sentimiento. Me encanta! :-) :-) espero seguir leyendote
ResponderEliminarGracias Nuria. Me alegro haberte traído recuerdos de tu abuelo. Un bes muy fuerte :)
EliminarQue bonitas palabras y bonitos recordatorios. Siempre echamos de menos aquellos que no tenemos y más aún en estas fechas.Lo que daría por estar otra vez con mi yayo y con mi padre.
ResponderEliminarAsí es Silvia, estas fechas nos traen al corazón recuerdos de aquellos que no están. Por suerte, todos los recuerdos que tengo de mi abuela son buenos. Te comprendo cuando dices lo de tu padre y tu yayo. Un beso muy fuerte :)
EliminarQue bonito, me ha encantado!
ResponderEliminarNo sabia que el jasmin se puede usar contra los mosquitos.
Besos cielo
Que bonito, me ha encantado!
ResponderEliminarNo sabia que el jasmin se puede usar contra los mosquitos.
Besos cielo
Ja ja ja, pues sí. Al parecer los repele, aunque solo un poquito, yo que tú también usaría algún tipo de repelente. Muchos besos Anjara :)
EliminarQué bellos recuerdos.... cuando describías el patio de tu abuela parece que estabas describiendo el de mi abuela, hasta me ha llegado el olor :)
ResponderEliminarMe alegro mucho Mayte, eso es que he conseguido transmitirte un poquito de ella . Los recuerdos entrañables de las abuelas ¿verdad? Un beso :)
EliminarHola. Precioso recuerdos de un ser querido. A veces con solo oler algo nos abre las puerta de esas vivencias que tenemos guardadas para siempre. Gracias por compartir. Besos.
ResponderEliminarGracias a ti Isabel. Si tengo muy hermosos recuerdos de ella. Un beso:)
EliminarQué bonita historia y qué rico conservar en el recuerdo tantos detalles y lo mejor aún es cómo los trasmites. Precioso, la verdad. Gracias :)
ResponderEliminarGracias a ti Diana. Los recuerdos ultimamente vienen mucho a mí, supongo que porque añoro aquella época de mi niñez. Me alegro muchísimo que te haya gustado. Un beso :)
EliminarLas personas que amamos mientras las recordemos como lo haces en cada lugar y olor siempre estarán con nosotros. No tuve oportunidad de conocer a mis nonos pero el recuerdo de mi madre es como si los conociera y estuvieran conmigo
ResponderEliminarLa verdad es que los recuerdos de ella son tan lindos, el patio, su patio, sus conversaciones, sus anécdotas, los ratitos en su mecedora... todo es hermoso porque ella era hermosa por fuera y hermosísima por dentro. Gracias William, un beso :)
EliminarQue relato más emotivo, me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarAiss los abuelos te enseñan tanto con sus historias y sus anécdotas...y solo sabemos apreciarlo cuando ya no están. Yo también echo de menos a mis abuelos.
Un saludo^^
Hola Guadalupe. Yo por suerte disfruté muchísimo de ella cuando vivía. Aun sigo disfrutando de ella, aunque sea a través de su recuerdo. Un beso :)
EliminarQue bonitos recuerdos, de verdad.. me has hecho volver al pasado!
ResponderEliminarUn besotte!
Me alegro mucho Saritta. Un beso enorme :)
EliminarQue intensidad en estas líneas, que mujer tan enérgica y con esa sabiduría que solo tienen ellas y que ya muchas quisiéramos tener, siempre he pensado que las abuelas son super womans jaja siempre haciendo todo y que todo fuera perfecto y sobre todo sin despeinarse, precioso homenaje.
ResponderEliminarMuchísimas gracias chicas. Sí, todo un modelo a seguir, porque además, siempre tenía una sonrisa y eso es algo que no se olvida con facilidad. Muchos besos :)
EliminarYo también echo mucho de menos a mis abuelos. Ya no tengo a ninguno. ¿Roete? No se lo que es. ¿De verdad el jazmín aleja los mosquitos? No lo sabía, aunque en el norte no me sirve supongo, porque aquí no se dan. Mi abuelo tomó sopas de ajo toda la vida y duró muchísimos años...Algo tiene seguro.
ResponderEliminarHola Zoraida. Un roete es un círculo que se hacía con jazmines engarzados en orquillas para el cabello. Las señoras de edad solían hacerse un moño y colocar los jazmines alrededor. Algo hermoso. Y sí, el ajo es fantástico, ja ja. Un beso :)
EliminarQue bonito! La verdad es que me he emocionado! Aiss, los abuelos... Yo tengo a todos mis abuelos, a excepción del padre de mi padre, vivos. No me imagino una vida sin ellos presente, aunque no quiero pensar que pasaría si no están.
ResponderEliminarPrecioso el texto.
Un beso.
MMEUC
¡Muchísimas gracias! Me alegro de emocionarte, tú lo haces continuamente con tu mundo en un cuento. Y los abuelos... son lo más. Yo ya no tengo a ninguno, pero bueno, ahora sueño con el momento en que yo lo seré. (Quiero ser una abuela joven, ja ja. Para malcriarlos y disfrutar al máximo de ellos )
EliminarLa verdad que ha sido muy emotivo. No todo el mundo consigue emocionar de esta manera con solo leer una serie de palabras. Los abuelos son muy importantes en nuestras vidas!!
ResponderEliminarMuchisimas gracias Elena. Ella me sigue emocionando. Un beso muy fuerte :)
EliminarAy pero que belleza guapa... me has aguado el ojo, vivo lejos de la mía y en parte me identifique mucho con tus letras... gracias por compartir, un abrazo!!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias Andrea. Los recuerdos a veces se materializan en realidad, y cuando yo la recuerdo, la vuelvo a disfrutar... Muchos besos preciosa :)
EliminarSiento que transmites muchos sentimientos a través de tu texto. Está súper padre :)
ResponderEliminarGracias Mariela, muchísimas gracias. Un beso :)
EliminarCurioso dato el del jazmín para los mosquitos jeje. Aay los abuelos...tengo la suerte de tener vivos a los 4 y trato de disfrutarlos al máximo y escuchar sus historias.
ResponderEliminarMe gusta mucho como te expresas :)
¡Di que sí! Nos cuentan sus anécdotas de vida, y son retazos de nuestro pasado y de lo que somos cada uno de nosotros. Yo ya los perdí a los cuatro. Pero me quedan sus enseñanzas. Un beso :)
EliminarUn buen homenaje a tu abuela. Me ha gustado mucho tu texto.
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Un beso muy fuerte :)
EliminarMargarita los abuelos solo comparten un poco tiempo de nuestras vidas pero se quedan para siempre en nuestas almas.
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