Estoy aburrido. Esta tarde no tengo nada
que hacer y decido pasear, porque en verdad, me aburro bastante.
Mientras camino por el sendero que divide
el parque en dos, me planteo cómo es posible que el hombre prefiera, en un
porcentaje más o menos importante, pasear con calzado sobre albero, en lugar de
pasear descalzo sobre la hierba.
Voy sumido en mis pensamientos y me topo de
bruces con el cartel “Por favor, no pisar la hierba”. Menuda casualidad,
pienso.
Veo mi banco favorito a unos diez metros de
mí. Pongo mi vista en él, como si con este gesto, ya tuviese garantizado que
nadie me lo quitará. Un par de ancianos se dirigen a él, pero hoy siento deseos
de mandar al garete la educación. Quiero sentarme en “ése” banco.
Acelero un poco el paso y ¡bingo! Me siento
cómodamente en el centro del mismo, mis manos extendidas, apoyadas en el
asiento. Todo el banco para mí. Cruzo las piernas y me dispongo a pasar un
ratito agradable de lectura.
-
Por
favor joven, ¿permite? – se dirige a mí uno de los ancianos.
Durante un instante tengo la tentación de
mentir y decir que espero a alguien, pero al final, cedo.
Voy a echarme para el lado y así permitir
que el abuelo pueda sentarse, pero me es imposible, ya que al otro lado se ha
sentado el otro anciano. Increíble. Yo quería el banco para mí solo, pero aquí
estoy, sentado en medio de dos ancianos desconocidos para mí y apretujado a más
no poder.
-
Manolo,
te dije que Antonio no vendría- dice uno de ellos.
-
Eres
un aguafiestas, Paco - casi escupe el otro.
-
Tenía
cosas que hacer, ir a comprar no sé qué cosa- insiste el primero
-
Qué
casualidad y que fatalidad.- deja caer el segundo.
-
Me
apuesto contigo el carajillo de la mañana a que no tenía que hacer nada.
-
No
seas mal pensado. ¡Venga, va!, veo tu carajillo y añado una caña en el bar de
Pepe.
Me siento incómodo. No estoy seguro de
intervenir.
-
Pues
yo se lo dije clarito. El que no venga, paga.
-
Qué
casualidad, yo le dije lo mismo.
-
Ambos hombres empiezan a reírse, y yo,
decido ponerme en pie.
-
La
moza no está por la labor. – suelta el primero.
-
¿Y
tú qué sabes de eso Manolo? Tú ya ni te acuerdas de lo que es una hembra.
-
No
seas pamplinas Paco. Que yo todavía tengo mis rocecitos.
-
Eso
quisieras tú. Como no haya por medio pastillitas azules y la pensión, tú ya ná,
de ná.
-
Qué
casualidad, lo mismo te pasa a ti.
-
Pero
dime Manolo. ¿Cómo podemos saber ahora quién gana la apuesta?
-
Ahí
me has pillado Paco. Tendremos que llamar a la Bernarda.
-
¡Hay
que joderse Manolo! ¿Tiene que ser a la Bernarda?
-
¿A
qué no hay huevos?
-
¿A
qué no me tocas las pelotas?
Ya estoy por levantarme, cuando se ve
entrando por el camino a otro anciano.
-
¡La
ostia Paco! ¡Ahí viene!
El tercer anciano se acerca al banco. Ahora
sí que me levanto, total, no me dejan leer y éste, lo mismo se sienta encima de
mí.
-
Creímos
que ya no venías.- le suelta en plan chulo el llamado Manolo.
-
Tenía
que verlo por mis propios ojos- suelta el recién llegado.
Yo ya no lo dudo y me levanto.
-
Joven,
me ha jorobado la tarde- me dice el recién llegado.
Los otros dos ancianos se ríen con ganas.
No dejan de mirarme y reírse cada vez con más fuerza.
-
Qué
casualidad que alguien haya venido esta mañana- suelta Manolo con cara de
guasa.
-
Y
que lo digas. Que sepa joven, que yo me había apostado con estos dos, que nadie
era capaz de quedarse aquí sentado como un pasmarote, guardándome el sitio,
escuchando las tonterías de éstos. Gracias a usted, tengo que pagar un
carajillo, una caña y una tapita gratis durante tres días, ¡a cada uno!.- me
dice el tercero en llegar.
-
A
nuestra edad hay que apostar, que todo es muy aburrido- me suelta para colmo el
tal Paco.
Siento ganas de reñir a los tres, pero
luego pienso, “Qué casualidad” Yo también me aburría cuando llegué. Y empiezo a
reírme con ellos.
Muy divertido, al fin que eran 4 aburridos que se juntaron sin querer, queriendo, a veces pasa que toca patearse cada cosa, pero lo mejor es poner al mal tiempo, buena cara.
ResponderEliminarJi ji ji, pues sí Amparo. ¡Vaya cuatro! Desayuno todos los días en un bar que tengo cerquita del trabajo y se llama El Hogar del Pensionista, imagino la edad de muchos de mis acompañantes en los desayunos. De ahí salió la idea, ja ja Besos :)
EliminarHola.
ResponderEliminarEsto te ha pasado de verdad? pues si es así parece un chiste, menudo caraduras los ancianos y después dice la juventud, jijijijij. Me hiciste reír. Gracias por compartir. Besos.
Muchísimas gracias Isabel. Nooooo, ¡me lo he invitado! Pero no me extrañaría que haya por ahí algún abuelete que otro con ganas de pitorreo... ja ja. Un beso muy fuerte :)
EliminarDivertida historia sobre casualidades. ¿Es real?
ResponderEliminarBesos!
Hola Martina, no, no es real, ja ja. Totalmente inventada. Pero tú sabes, a veces, la realidad supera a la ficción, ja ja. Un beso :)
EliminarEs real la historia? jajajaja las casualidades casi siempre resultan bastante divertidas. Menudos ancianos!
ResponderEliminarBesos!
¡Hola! Ja ja ja, ¡no! No es real, pero me he inspirado un poquito en unos amigos míos con los que desayuno. ¡Muchos besos! :)
EliminarEl comenzar a leerte se me vino a la mente un libro que leí de Angela Becerra, donde la protagonista en este caso mujer, solo caminaba descalza y todo en libro gira en torno a este extraño gusto, digo extraño para uno e incómodo para otros, yo soy muy de hacerlo, pero dentro de mi casa o en la hierba, no como hábito para salir a caminar las calles.. gracias por compartir, un abrazo!
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias Andrea! ¡Me encanta Angela Becerra! Así que si te recordé a ella al escribir, me estás dando un alegrón enorme. A mí también me gusta andar descalza, aunque más que nada, dentro de mi casa, y por supuesto, como tú en la hierba, y en la arena de la playa... ahí es un goce magnífico. Un beso muy fuerte preciosa :)
EliminarYoi lo encuentro bonito y triste a la vez, porque desgraciadamente mucha gente se aburre por falta de compañía, es triste, pero en ocasiones nuestro estilo de vida nos impide en ocasiones, hablar ocn esa persona que no esta lejos pero que necesita algo de compañia porque se encuentra sola.
ResponderEliminarPues si Silvia. Hay muchas personas mayores que se sienten muy solas, y a veces, incluso aunque sus familias estén con ellos, tú sabes, muchas cosas impiden que estén todo lo que les gustaría. Yo veo muchas veces como los abuelos se reunen a jugar al dominó y a las cartas en el lugar donde desayuno. Y la verdad, se hacen mucha compañía unos a otros. Un beso muy fuerte :)
EliminarHOLAAAAAAAA
ResponderEliminarA mi tambien al principio me recordo al libro de Angela que por cierto es bueno :D tu escrito me encanto. Lo haces excelente <3
Gracias por este post Margarita muaa
¡Muchas gracias Genesis! Mi loca imaginación... Un beso muy fuerte preciosa :)
EliminarHola!! Me encanta tu manera de narrar una historia, hace que te sientas parte de toda la atmósfera de la historia y al mismo tiempo la situación me hizo reír
ResponderEliminarSaludos!
¡Muchísimas gracias! Me alegro mucho haber conseguido eso, uf, sigo escribiendo sin saber muchas veces si no estoy haciendo una locura. Un beso muy fuerte :)
EliminarJajaja que grande, me fascina como desenlazas las historias, tienes mucho talento,vaya personajes al final los cuatro terminaron con las risas, me gusta ^.^
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias! La verdad es que a veces yo misma no se como voy a terminar la historia cuando la empiezo, ja ja. :)
EliminarQue divertido!!! Cuando menos te lo piensas los ánimos pueden cambiar, con los chicos de la tercera edad no tienes pierde, te divierte si o si, alegres y sanos. Estupenda historia.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Sí, esos niños grandes son un encanto y a veces, un poquito juguetones, ¡lo se por experiencia! Ja ja. Muchas gracias por comentar William. Un beso :)
EliminarJaja muy divertido, me has sacado una carcajada :)
ResponderEliminarJa jaja, ¡me alegro mucho! Un beso y gracias por visitarme. :)
Eliminarque divertido!! me ha encantado la historia!!
ResponderEliminarbesos
¡Muchas gracias Anjara! Un beso :)
Eliminarjajaja las risas de la manana. Gracias Margarita! :)
ResponderEliminar¡¡Muchas gracias cariño!! Ja ja ja. Un beso muy fuerte :)
EliminarEsta muy buena la historia, las personas mayores son muy sabias y sin querer queriendo ahí lo dejaron un rato aguantando su charla jajaja
ResponderEliminarJa ja ja, pues si Diana. Algunos son muy cucos, ja ja. Un beso muy fuerte:)
EliminarUna graciosa historia. Se hace amena y encadena unas frases con otras, sin darte cuenta cuenta llegas al final. Hay que ver como apuestan los abueletes...
ResponderEliminarHola Zoraida. Pues sí, son un poquito juguetones, ja ja ja. Un beso :)
EliminarMe ha sacado una verdadera sonrisa esta historia :) mira que yo me he topado con dos que tres abuelos así y al final resultan muy divertidos. Muy bonito escrito, la verdad no sabía por dónde iba la cosa y se me hacía muy extraño todo hasta que llegué al final.
ResponderEliminarBesos!!!
Hola Anna, me alegro que te haya hecho sonreir, y sí, hay por ahí algunos abuelos, ja ja, como estos, con mucho sentido del humor. Muchísimas gracias por visitarme. un beso :)
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