Leer capítulo 1
Capítulo 2
Macarena volvió a buscar en la alacena.
¿Cómo era posible que se hubiese terminado todo el queso? Allí había un ratón.
Uno muy, muy grande, de tan solo dos patas y al que le faltaba algún que otro
diente.
- ¡Daniel! ¿Has vuelto a terminarte el
queso?
Unas sonrisas traviesas llegaron hasta
ella. Su sobrino iba a terminar con su paciencia, cosa que era dificil en
cierta forma, pero que podía pasar.
- ¡Venga tita! ¡Vamos a la paya! ¡Vamos,
vamos!
- No sé qué decirte desdentado picaruelo.
Volviste a dejarme sin queso para los macarrones. Así no hay forma. Te voy a
perdonar por esta vez, pero prepárate para sufrir un terrible castigo a la
siguiente. Algo así como... ¡¡Cosquillas!!
Tía y sobrino salieron corriendo por la
playa mientras Ana los observaba a ambos. La anciana no sabía cuál de los dos
era más niño, si el pequeño a sus ocho años o su nieta a los veinticinco. Ah,
pero aquellas risas eran música celestial en sus cansados oídos. El olor de la
pasta llegó hasta ella. Ummm, su nieta era una gran cocinera, pero ella no
probaría aquellos macarrones. A ella le tocaría tomar crema de verduras y pollo
y alguna pieza de fruta. Macarena era muy estricta con su alimentación. Desde
que se la trajo de la residencia de ancianos hacía ya casi dos años, había
cuidado de ella con todo el amor del mundo.
La observó desde la ventana. Parecía una
sirena a la que la vida le había regalado piernas. Aquella muchacha no lo había
tenido fácil en la vida, pero ahí estaba. Era una luchadora sin igual. Los
padres de Macarena vivían en el interior y trabajaban ambos. Pero la muchacha
adoraba el mar, como ella. Así que decidió comprar aquella casita con todos sus
ahorros y la ayuda de una hipoteca. Un lugar donde poder recrearse en hacer lo
que tanto amaba y que se le daba tan bien como la cocina... pintar. Ya llevaba
tres exposiciones en los últimos tres veranos, y había comenzado a vender sus cuadros. No
habían sido muchos, pero sí los suficientes para vivir. Sus ojos se
humedecieron al recordar la primera de aquellas exposiciones, donde ella
asistió orgullosa acompañada por el que había sido su amor breve pero intenso.
Cuánto le echaba de menos.
La gente mayor suele tener cierta aprensión
a las residencias de ancianos, pero en su opinión, se equivocaban. Cuando Ana
entró en la Residencia tuvo miedo de quedar aislada de la vida, pero fue al
revés. La residencia era humilde, pero estaba repleta de gente encantadora. No
solo estaba muy bien cuidada, sino que hizo una gran cantidad de amistades, y
entre esas amistades, encontró el amor en otro anciano que allí se encontraba.
Un hombre que había sido marinero toda su vida hasta que los avatares le fueron
quitando ganas, fuerza y familia, y él mismo, por propia decisión decidió
ingresar en la residencia.
Aquellos dos años junto a Luís fueron...
mágicos. Lo mantuvieron ambos en secreto. No querían que sus familias se
burlaran de ellos. Pero incluso llegaron a barajar la opción de casarse. Y así
lo hicieron, solo que en lugar de un sacerdote fue Eva, una de las auxiliares,
quién los “casó” uniendo sus brazos e intercambiando unas hermosas sortijas
fabricadas con lana.
El ruido de la risas del pequeño Daniel y
Macarena llegaron a ella. Y acompañada de esas risas y de vez en cuando de
alguna bronca, fue transcurriendo el día, hasta que al atardecer el hermano de
Macarena vino a llevarse a un reticente Daniel que quería quedarse más tiempo.
Después de eso, como cada noche, la joven preparó su vaso de leche con tila a
la abuela, la ayudó a acostarse y la besó en la frente.
- ¿Te vas?
- Sí. ¿De veras no te importa quedarte sola
abuela?
- Sabes que no. Y ambas sabemos que tienes
una cita con tu ensenada.
- A estas horas no hay nadie y es toda para
mí. Además... igual encuentro un nuevo tesoro.
Ana sonrió. Un tesoro que compartirían al
día siguiente.
Poco después, Macarena corría por la playa
con la agilidad propia de la edad, a unos metros del agua se despojaba de su
túnica y corría a sumergirse en las frescas aguas. No le importaba que el cielo
estuviese cubierto de estrellas en lugar de regido por el sol, y tampoco le
importaba que el mar se viese del color del firmamento reflejando la oscuridad
nocturna en lugar de con aquél hermoso tono verdoso del día.
Era su momento a
solas con el mar, el momento donde era ella, solo ella, y nadaba a sus anchas.
Más de una vez habia deseado hacerlo desnuda, pero a veces, algún que otro
turista despistado terminaba por allí. Donde nadie acudía era a su recodo. Con
impaciencia y deseo, nadó hasta las rocas que ella ya tan bien había aprendido
a identificar a pesar de la noche. Un pequeño recodo en la ensenada, donde
sobre la arena descansaban algunos artilugios que la gente arrojaba al mar y
que ella, personalmente, limpiaba cada día.
Así fue como encontró la primera de ellas y
la llevó a casa como quién tiene un trofeo. Una semana después apareció la
segunda. Si le sorprendió la reacción de su abuela la primera vez, la segunda
fue impresionante. La anciana lloró de pura emoción al ver aquél segundo tesoro
encontrado y ambas decidieron buscar un sitio prefererente. Así era como en el
pequeño salón de la casa habían habilitado una estantería donde ya descansaban
siete de aquellas botellas de cristal de colores, todas alineadas, unas al lado
de otras.
El brillo del cristal llegó hasta donde
estaba y corrió a ella con devoción. Esta vez era una botella de color azul. La
tomó y la colocó para verla mejor. Sí. Allí estaba. Con nerviosismo se sentó
sobre una de las rocas y sacudió la botella para que el pequeño envoltorio que
había dentro saliese. Un pequeño rollito de papel muy bien enrollado salió de
la misma. Despacio quitó el pequeño
lacito y buscando el amparo de la luna y su linterna empezó a leer...
Espero impaciente. Un beso.
ResponderEliminarGracias Susana. Un beso muy fuerte :D
EliminarHolaa
ResponderEliminar¡QUE INTERESANTE!
Deseando leer el siguiente capítulo ya
Un besazo!
Ja ja ja, ¡Me alegro Naya! Prontito lo leerás. Muchos besos :D
EliminarOhh, ya tenemos a los dos personajes de la historia.
ResponderEliminardeseando ver que pone en las notas.
un saludo
¡Gracias Sara! Pues vas a tardar poquito en saberlo, el próximo finde conocerás algo más sobre esas notas. Muchos besos :D
Eliminar¡¡Ayyyyy que mala, cortar justo ahora!!!
ResponderEliminarMuy buena la trama.
mariarosa
Ja ja ja, ¡gracias María Rosa! Prontito más. Muchos besos :D
Eliminarhola!como todos, esperando que sucede! saludosbuhos, vas al muro.
ResponderEliminar¡Muchas gracias chicas! Adoro el muro buho. ¡Muchos besos! :D
Eliminar¡Pero qué bonito!!!!
ResponderEliminarLo siento por tus lectores, yo no me incluyo porque compraré tu novela. Este principio se merece que te apliques con tesón y te decidas a escribir una larga novela. Herramientas no te faltan, dale tiempo al tiempo y déjate llevar por la magia de tus palabras.
Oh Nuria, muchisimas, muchisimas gracias. Que eso me lo diga alguien que escribe como lo haces tú me llena mucho. Y en cuanto a mi novela, uf, estoy super nerviosa y ansiosa y asustada y... me siento otra vez como si tuviese diez años, ja ja. Si entras en la pestaña de proyectos podrás ver las tres novelas que tengo escritas sin publicar. La primera que verá la luz fue la primera que escribí, la de las Estatuas. Ya te iré contando. Muchos besos y muchas gracias de nuevo :D
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