Prólogo
Ni tan siquiera la
hermosa puesta de sol hizo languidecer a la bella novia. La seda de su vestido
ondeaba suavemente, mientras, una vez más, se ajustó la corona de flores
silvestres que había decidido usar de tocado. Sus ojos iluminados por ese
brillo único de la felicidad, mostrando el más límpido de los azules, la
curvatura de su cadera sujeta por el abrazo de su recién estrenado marido.
Rebeca elevó la vista
hacia aquél rostro bronceado y atractivo y acarició el mentón de aquél hombre
que había conocido tan solo seis meses antes, y sin el que ahora, no sabría
cómo vivir.
Ante aquél gesto que
él tanto adoraba, no pudo, ni quiso, privarse de acercarse y besarla sin más,
sin poder creer aun en su suerte, en la suerte de haberla convertido en su
esposa.
Ella lo era todo para
él.
Y él lo era todo para
ella.
Bajo aquél enrejado
de hojas de hiedra y buganvillas, improvisado a modo de pequeño altar ante la
vieja casona que siempre perteneció a la familia de él, y con las tonalidades
vespertinas del horizonte, ambos se dieron el “Sí, quiero”.
La suave brisa que
anunciaba la llegada del otoño empezó a soplar para felicitar a aquellos
enamorados, que aprovechaban la menor ocasión para besarse, y dejando en el cabello de ella unas hojas del
viejo roble que había frente a la casa, de cuya rama más gruesa colgaba el
viejo columpio en el que a Rebeca le gustaba sentarse a leer o simplemente
mecerse disfrutando de la vista.
Con suavidad, él tomó
la hoja del cabello de ella, desenredándola, y después, volvió a besarla de nuevo. Pero la
hoja no venía sola, y un pequeño grillo saltó sobre el hombro de ella haciéndola
dar un pequeño salto.
Él soltó una
carcajada y le quitó al animalito de su hombro poniéndolo con cuidado sobre el
tronco del árbol.
- Solo es un grillo,
uno pequeño, además…
- Sé que es absurdo,
pero por alguna razón, esos animalitos me dan un escalofrío, grrrr. Menos mal
que estás tú aquí para rescatarme de sus temidas fauces…
Él le sonrió como
sólo se sonríe a quien consideras el amor de tu vida, aquella persona con la
que pasarás el resto de ella…
- Debe ser porque te
amo que soy capaz de domar grillos.
Es hermoso ver a una
pareja enamorada el día de su boda, con esa promesa de amor por “siempre”…
O quizás, a veces,
ese “siempre” sea cruelmente breve…
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7 y último
Que triste.. Se que es una historia de amor, una donde demuestran amor, pero me da nostalgia que alguna vez yo senti esto, y ahora ya no esta.. :(
ResponderEliminarMe has hecho recordar MArgarita, y por alguna razon, a pesar de que a pasado tiempo.. aun recorde esos momentos, esa mirada que describes, para mi esa mirada tiene personaje, uno que ya debi haber olvidado, pero aun no hago...
El amor puede doler mucho. Yo también tuve una vez esa mirada, pero el tiempo te ayuda a volver a mirar con ilusión, aunque no sea a otra persona. De todas formas, te aviso, que esta historia tiene sus altas y bajas, sus buenos y malos sabores. Espero que al final de todos ellos, te guste el resultado final. Un beso cariño :D
EliminarHola Margarita, desde el blog de "Princesa Nadie" he pasado al tuyo y me ha gustado lo que he leído, me intriga lo que puede pasar con esta pareja. Así que si no te importa me quedo por aquí y si te apetece te invito a que pases por el mio.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola Conchi! Encantadisima de tenerte por aquí, y ahora mismo me meto en el tuyo. Un beso, muchisimas gracias por comentar, pues agradezco los comentarios sobre manera, y por supuesto que te visito. Un beso :D
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