En
pocos momentos de mi vida he sentido tanta frustración como en éste. Me
llamo Rosa. Menuda ironía. Tengo nombre de flor y voy a morir a manos de una
orquídea de inmensas dimensiones que tiene como diversión preferente, cargarse
a la gente.
Es
probable que en este instante penséis que he perdido la razón. Por ello, voy a
empezar desde el principio y para eso es necesario retroceder en el tiempo un
par de semanas aproximadamente.
Trabajo
en un laboratorio. Soy una adulta de treinta y cinco años, casada, y madre de
una hermosa niña de nueve años llamada Carmen.
Mi
misión, modificar, potenciar, abono para plantas. Está científicamente probada
su eficacia y hasta ahora, no nos había dado motivos para pensar que no pudiese
salir pronto al mercado. Quizás por ello, nadie esperaba lo que iba ocurrir...
Para
realizar las pruebas, contamos con varias clases de plantas en flor, entre
ellas, pensamientos, crisantemos y algunas variedades de orquídeas. El
crecimiento es tan vertiginoso, que hemos tenido que ir ajustando las dosis
cada vez más. En el caso de los pensamientos y crisantemos, han alcanzado un
tamaño considerable. Digamos que si la longitud media de la altura de la planta
puede oscilar entre diez y veinte centímetros, han llegado a alcanzar el medio
metro, mientras su diámetro se ha multiplicado hasta el doble del habitual.
Pero
en el caso de la orquídea, fue inversa la reacción, es decir, la planta comenzó
a empequeñecer. Es cierto que existen multitud de variedades de orquídeas
procedentes de distintos países. Algunas necesitan calor, otras, más bien
fresco. Ésta era una variedad que necesita entre 5 y 7º C para encontrarse en
óptimas condiciones. Lo mismo, en ella, el abono no da el mismo resultado, pero
lo cierto es que menudo susto nos dio. Empezó a disminuir su tamaño, de una
forma casi imperceptible en los dos primeros días y de una manera algo más
visible durante el tercer y cuarto día.
La
sorpresa nos la llevamos al quinto día. Aumentamos tanto la dosis, que de
pronto se paralizó su reducción, y poco a poco, fue adquiriendo su tamaño
normal. Ello nos produjo una gran alegría por una parte, por otra, estaba claro
que había que seguir el experimento pues el abono no afectaba por igual a todas
las clases de plantas.
Esta
orquídea era una especie digamos exótica. Hubo quien en el laboratorio llegó a
insinuar que tenía como prima hermana a una especie de planta carnívora. Este
tipo de plantas no la abonamos, pero nos sentíamos intrigados, y nuestra
indefensa e inofensiva orquídea blanca sí fue sujeto de pruebas.
A
la semana de haber modificado la dosis del abono, su color comenzó a volverse
algo más oscuro, una especie de marfil que se tornó en beige al cabo de dos
días y su tamaño también aumentó. Bastante. La orquídea llegó a tener la altura
de un pequeño arbusto y el diámetro de su flor podía tener unos cincuenta
centímetros.
Dejamos
de abonarla. Aun así, la pequeñita e indefensa planta de unos días antes,
parecía haber cobrado vida propia y haber guardado en sus reservas previendo un
posible corte en el suministro. Sí, ríanse, pero les aseguro que de sus hojas
colgaban una especie de saquitos y al abrir uno de ellos comprobamos
estupefactos que estaba repleto de abono.
A
los nueve días su color se había vuelto marrón oscuro y hubo que sacarla del
laboratorio. Alcanzó un tamaño nada despreciable de aproximadamente dos metros
de altura y un diámetro en la flor de un metro de longitud. Del centro de la
planta salieron una especie de brazos que pensamos que podían ser pistilos,
pero no, nada más lejos de la realidad. Eran lo que parecían, brazos. No
humanos, evidentemente, pero sí eran unas especies de cuerdas que colgaban
inertes.
Aislamos
la
planta en una sala independiente. Intentamos abrir un nuevo saco con el
consabido peligro que ello conllevó. El valiente que hizo el intento fue
impregnado de una sustancia viscosa que lo aturdió e hizo que perdiese el
conocimiento. Al analizar esa sustancia comprobamos horrorizados que era una
variedad diferente de nuestro abono. Ahora no era bueno para el ecosistema,
ahora era realmente tóxico para el ser humano.
La
orquídea se volvió grisácea y su altura y diámetro se duplicó. En estos
momentos angustiosos tuvimos que recurrir a las altas esferas. A nuestro
laboratorio llegó un montón de gente importante que nos miraba como si fuésemos
estúpidos, ignorantes o vete tú a saber. Os confieso, que temí que alguno se acercase
demasiado a la orquídea y sirviese de aperitivo.
Y
la cosa no quedó ahí. Nos alejaron de ella, nos ignoraron por completo. A
nuestros oídos llegó la noticia de que la hermosa orquídea era ahora de un
color grisáceo oscuro intenso con motas rojas en su interior. Sus brazos se
habían vuelto fuertes, y el personal tenía miedo de acercarse a ella. No sé de
qué forma lo hicieron, pero consiguieron cortar un trozo de uno de ellos y
probaron a analizarlo. Al no poder diseccionarlo, decidieron quemarlo para
asegurarse qué producto sería mejor si tenían que recurrir a él, pues la planta
seguía creciendo y existía el rumor de que faltaba personal. Digamos que tal
vez habían desaparecido por engullición, pero por supuesto, esto último no fue
confirmado.
Pero
el brazo de la orquídea no se podía quemar. Al contrario, al intentar quemarlo
ésta empezaba a despedir una especie de gas tóxico que hizo que el aire se
consumiese, el fuego se extinguiese y tres operarios cayesen redondos al suelo.
La
preocupación era inevitable. Sobre todo, cuando los cristales del habitáculo se
rompieron en mil pedazos y los brazos de la orquídea tomaron posesión del
pasillo.
Y
aquí estoy yo, asustada. Intrigada. Temiendo servir de almuerzo a un vegetal.
No
puedo dejar de pensar en ello. Todas las plantas necesitan agua, pero hemos dejado
de regarla y tiene reservas, o eso pensamos. Ha roto el pavimento y se ha
“plantado” en la tierra, del tirón. Y si intentamos quemarla, emite gases
tóxicos… pero no hemos probado a congelarla…
¿Podría
funcionar?
De
inmediato llamo al jefe del departamento, un hombre bajito, con pelo blanco,
gafas, bigote y algo metidito en carnes, que suele hablar y mirarte a la vez
por encima de las gafas.
-¡Está usted loca! ¡Congelarla! ¡Queremos
estudiarla, no matarla!
-Pero señor, su tamaño se ha vuelto…
preocupante. En cuanto al peligro que ello conlleva…
-Tonterías. Habladurías. Hay gente que se
ha asustado, se ha largado sin más, y se ha corrido el rumor conveniente de que
la planta se los tragó.
-Puede ser señor. Usted verá.
Y
me voy a casa abatida.
Pero
después de un sueño no muy reparador, pero si productivo en cuánto a dar
vueltas a la cabeza, vuelvo hoy y al laboratorio con energía renovada. Cual es
mi sorpresa cuando me advierten que al lado de la orquídea han aparecido unas gafas
y unos pelos blancos sospechosamente familiares, y no hay rastro del jefe por ningún
lado.
Por
su parte, la orquídea ha vuelto a cambiar de color. Ahora es blanca de nuevo, y
empuja el techo.
Y
yo entro en pánico. No voy a permitir que una planta abonada se coma a nadie
más. Así que ni corta ni perezosa, decido que hay que congelar. Como segundo
de a bordo estoy en mi derecho. Aviso a mantenimiento, y hacemos un agujero en
el techo procediendo a inundar la habitación con nitrógeno líquido a través de
un tubo que termina enredado en la parte superior de la planta.
¡Menudo
espectáculo! Pensé que volábamos el laboratorio por los aires. La planta empezó
a emitir un sonido, una especie de pitido desagradable que se introducía en el
oído y te causaba mareos. Pero continuamos inflexibles, si alguien se mareaba,
otro le sustituía. Hasta que cesó el pitido. En la habitación el aire era
irrespirable.
¡Menudo
revuelo se montó! Una vez despejado el nitrógeno, el jefe del departamento y
cuatro compañeros más, semiinconscientes, aturdidos, semi congelados y en
posición fetal en el suelo, aparecían cerca de la entrada a la cámara. En el
centro de ésta, una pequeña plantita, diminuta, de unos diez centímetros de
altura. Era una especie tan rara que la dañó precisamente lo que habría de
gustarle. El frío.
Por
supuesto, nadie contó lo sucedido, pero el abono se eliminó por completo. No
podíamos confiar en que no lo aplicasen a alguna especie de orquídea exótica, o
lo que es peor, directamente sobre alguna planta carnívora. Menuda masacre.
Todo
volvió a la normalidad y se hizo la vista gorda de lo que había pasado, con el
añadido fantástico, de que a mis compañeros y a mí, nos subieron el sueldo.
Hoy
por hoy respiramos tranquilos. Se eliminó casi todo el abono. Digo casi, porque
lo siento, soy desconfiada por naturaleza, y guardé unas botellitas en casa,
por si acaso es necesario recordar lo ocurrido ante un futuro problema de
reducción de plantilla. Al fin y al cabo, no tenemos orquídeas en casa.
(A unos tres kilómetros
de allí:
-Mira
papá, una compañera de clase me ha regalado una botellita de este abono. Dice
que es muy bueno, que lo prepara su madre en un laboratorio y que es genial
para nuestras margaritas raras.
-No
son margaritas hijo, son unas orquídeas exóticas muy especiales. Hay quien dice
que son primas de unas plantas carnívoras.
-¡Qué
guay! ¿Cuánto le echamos?
-Échale
bastante, todo el que puedas. Están muy pequeñitas, a ver si conseguimos que crezcan
un poquitín. )
Moraleja: Nunca dejes los
productos químicos y/o peligrosos al alcance de los niños.
jA , JA,JA...VECINA, ERES GENIAL, PASAME UNA GARRAFA DE ESE PRODUCTO QUE TENGO UNAS PLANTITAS INTERESANTONAS EN CASA Y ...NUNCA SE SABE. PUES A PARTIR DE HOY RECONSIDERO MI PROPUESTA DE DESHACERME DE TODAS MIS PLANTAS, NUNCA SABES CUANDO LAS PUEDES TENER COMO ALIADAS, ADEMÁS SE ME ESTÁ PASANDO POR LA CABEZA UNA PERSONA A LA QUE QUIZÁS LE ENVIE UNA DE ESAS ORQUIDEAS, BIEN ABONADA , CLARO ESTA.
ResponderEliminarUN BESOTE ENORME
¡Chiquilla, una garrafa! Ja ja ja
ResponderEliminarajajaajaj opino lo mismo que Maria! Creeme he pensado en una persona en particular que se merece algunas de esas orquideas, jajajajaja.
ResponderEliminarBuenisismo Margarita! <3
Ja ja ja, buenoooo, pues entonces, igual patento el abono, ja ja. Muchos besos amiga :)
ResponderEliminarBuena idea ,)
EliminarMadre mía que risas, jolines si llegas a patentar el abono yo te pediré también jajaja, que historia y con lo que me chiflan las orquídeas ;)
ResponderEliminar¡¡Gracias chicas!! Yo también adoro las orquideas, y confío de corazón en que no se conviertan en algo grande y oscuro, ja ja. Muchos besos :)
ResponderEliminarJAJAJAJAJAJJA ME MEO,muy buen post Rosa, me gustan las flores y mas en historias como esta! Un saludo, gracias por compartir
ResponderEliminar¡¡Gracias Irati!! Mi nombre es Margarita, pero bueno, ¡¡en nombre de flor queda, ja jaja!! Muchas gracias cariño, por tu simpatía y por estar por aquí. :)
EliminarMe fascino la historia! Me atrapó desde el primer momento y se la pasé a una amiga... Está excelentemente escrita! El final no pudo menos que sacarme una risa. No lo esperaba. Mi mamá suele abonar las plantas... Creo que tendré que conseguir una botella de nitrógeno líquido para cuidarme las espaldas...
ResponderEliminarSaludos!
Ja ja ja, ¡¡muchísimas gracias lulu!! Hoy no ha sido un buen día, y tu comentario me ha hecho reir y pensar... que ya sabes... ¡cuidado con el abono! Ja ja. Un beso amiga :)
Eliminar:O :O :O jajajajajaaj socorro!! Muy buena la historia!! pobre peque, la que va a liar sin saberlo!
ResponderEliminar¡Pues sí María, jajaja!, ¡Menuda la va a liar! Un beso muy fuerte amiga;)
EliminarHola!! Realmente tienes el don de la escritura! Me encanta como relatas y usas las palabras.
ResponderEliminar¡La historia es genial!
Yo también escribo pero lo malo es que nunca termino mis trabajos jajaja me cuestan los finales :c
Me paso para leer más de tus micro historias, ¡Felicidades y sigue así!
¡Muchisimas gracias Daniela! A mi me gusta mucho como escribes, lo que leo es tu blog, no se si escribes algo más, pero a mí me gusta muchísimo. A mi también me cuestan trabajo los finales, a veces los improviso, aunque ultimamente, intento organizarme antes, ja ja. Muchas gracias por tu bello comentario :)
EliminarQué texto buenisimo. Estaba curiosa para ver como terminaba y me pareció genial el final. En casa conseguimos matar a todas las plantas, será que nos falta este abono? hay como conseguir una pequeña muestra? No intentaríamos con orquídeas, prometo :)
ResponderEliminarUn saludo.
Ja ja ja, muy bueno Mónica. Pues no lo sé, lo del abono digo, ustedes probad en casa, pero eso sí, recordad, ¡jamás con las orquídeas! Un beso preciosa y muchas gracias por tu comentario. Besos :)
ResponderEliminarQue buen post , me encanto leerlo me fue super entretenido y quiero una de esas orquídeas para un par que se han portado mal conmigo jajajajaja .
ResponderEliminarJa ja ja, ¡pues te mando un par Kari! Muchos besos :)
EliminarQue buen relato bien enganchador, y el final no podía ser mejor con esa moraleja que llega a cualquiera, sobre todo tratándose de orquídeas, la flor favorita de muchas jejejeje un abrazo y gracias por compartir!
ResponderEliminarMuchas gracias Andrea. Podía haber escogido cualquier flor, pero no se, je je, se me ocurrió la orquídea por lo exótica y demás. Un beso preciosa y muchśimas gracias a ti :)
Eliminar¡Me lo he pasado genial leyendo esta historia! Te engancha desde el principio y enseguida te hace volar la imaginación a un mundo lleno de pensamientos y otras flores tamaño arbusto. Me ha recordado a las pelis de ciencia ficción de los años 50. ¡Gracias por compartirla!
ResponderEliminar¡¡Gracias a tí!! Sí, hay que tener cuidado con determinados productos químicos, ja ja. Un beso muy fuerte :)
EliminarJajaa como me ha enganchado tu relato, totalmente genial y yo quiero ese abono que me vendría genial para tener una orquídea mascota que asiste ^_^ ... Un beso!
ResponderEliminarJa ja, ¡pues ya sabes! YO no me lo había planteado así, pero mira, en lugar de un gato o un perro... una orquídea asesina, por si las moscas, ja ja. Muchos besos preciosa :)
EliminarVaya...que creatividad al escribir...al principio pensaba que hablabas en serio, pero luego me di cuenta que era un relato de ficción. Anda que el abono se las trae...estaría bien para otras inofensivas florecillas.
ResponderEliminarJa ja ja, ¡pues sí Clau! Aunque prefiero no imaginármelo, ja ja. Muchos besos preciosa :)
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