El acantilado.
Capítulo 3
- ¿Estás segura pequeña? No entiendo, ¿qué
hacíais en el acantilado? – preguntó el hombre con la presión cada vez más
fuerte en el pecho.
- Subimos para ver el mar. Siempre lo
hacemos cuando venimos juntas. Subimos arriba para encontrar a papá. Él también
se perdió. Por allí – dijo señalando el mar – Pero hoy no. Hoy mami salió sola.
Pero yo la seguí y la seguí. Pero corría mucho y después empezó a subir… y ya
no la ví más.
Jeremías se fijó en el lugar que la niña le
indicaba y un nuevo dolor aprisionó su corazón. Esta vez, empezó a marearse
ligeramente y a sudar de forma copiosa.
La niña de pronto se veía como si fuesen
dos en lugar de una y sintió que de un momento a otro iba a caer desmadejado al
suelo. Había vuelto a olvidar que tenía que alimentarse y que llevaba días sin
probar líquido.
- Necesito agua – le dijo a la pequeña.
- Yo tengo aquí.
Tras su espalda, una pequeña mochila de
color rojo había pasado desapercibida para Jeremías, que vio como la niña
sacaba una botellita de agua de su interior. Un pequeño paquete envuelto en
papel brillante le acompañaba.
- ¿Quieres un trocito de bocadillo? Mami
siempre me prepara la merienda antes de venir. Pero claro, hoy, ha sido
diferente…
Jeremías miró hacia arriba, donde la niña
le había indicado y comprendió que algo no cuadraba.
- ¿Cómo es tu nombre pequeña?
- Mi mamá dice que no puedo dar mi nombre a
personas que no conozco.
Aquello hizo reír a Jeremías.
- Tu mamá es muy sabia. Pero verás, tampoco
deberías hablar con personas que no conoces.
- Necesitaba ayuda – empezó a gimotear de
nuevo la pequeña.
- Chsss, No pasa nada. Tranquila. Yo te
ayudaré. Pero tienes que confiar en mí.
La niña asintió. Jeremías se puso de pie y
tomó la manita de la pequeña entre las suyas, dirigiéndose hacia las rocas que
había en la parte baja del acantilado con una especie de nudo en el estómago y
rezando para sus adentros, rogando que la madre de aquella criatura no se
encontrase destrozada sobre los riscos.
- Gema – dijo de pronto la niña.
- ¿Cómo dices?
- Mi nombre. Me llamo Gema. Ahora ya somos
amigos.
Jeremías sonrió intentando tranquilizar a
la pequeña.
- Tienes un nombre precioso. Es tan
precioso como el mar.
La niña se detuvo enfadada y soltó su mano
de la de él.
- ¡El mar es feo! ¡Es malo!
- Tranquila, tranquila. ¿Por qué dices eso?
- El mar me quitó a mi papá, y ahora, se ha
llevado a mi mamá.
Jeremías sintió de nuevo esa presión y supo
que estaba cerca. Muy cerca. Miró hacia los riscos y no vio el cuerpo de
ninguna mujer, suspiró con alivio. Pero podía estar por el otro lado.
Conforme iban avanzando, la gente iba
desapareciendo. Cuánto más se acercaban al acantilado, el terreno se volvía más
agreste. Prácticamente no se veía ya a nadie sobre aquellas arenas que
comenzaban a convertirse en piedra.
Jeremías miró hacia arriba. Cuántas veces
había visto ya ese risco. Si la pequeña supiese cuántas y cuántas personas
habían perdido la vida en él…
Solo le quedaba rezar para que aquella
mujer no estuviese allí.
tus letras encierran misterios salidos de tu alma de poeta
ResponderEliminarMuchisimas gracias Mucha. No sabes la ilusión que me hace que alguien que escribe como escribes tú, con valentía, poesía y claridad, me diga eso. Un beso preciosa :D
Eliminartu escribes mejor que yo eres cuentista algo muy difícil de lograr Que tengas un bello dia
ResponderEliminarGracias Mucha. No se cuánto llegaré yo a las personas con mis relatos, pero los tuyos están vivos. Te hacen sentir y pensar, y llamas a las cosas por su nombre, y eso es admirable. Estoy encantada de disfrutar con tu Recomenzar. ;D
EliminarAy Margarita, estoy en vilo por leer la continuación, tiene gancho tu relato.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias Conchi, ja ja. ESpero que te guste el final. Éste es cortito :D
EliminarCrece el misterio. ¿Quién es ese hombre y cómo es posible que los padres de la niña se perdieran en el mismo lugar?
ResponderEliminarYa me estoy comiendo las uñas.
mariarosa
Ja ja ja, ¡eso es bueno Maria Rosa! Muchisimas gracias de corazón :D
Eliminarque dolor... pero me intriga jeremias... porque el... por que la niña acudio al mas andrajoso y de mal aspecto.. que tenia jeremias que a la niña le atrajo hasta que anduvieron de la mano buscando a su madre... interesante...
ResponderEliminarseguire leyendo..