Allende
los mares, se extiende Inglaterra. Una tierra que se llevó, sin pretenderlo, un
gran cachito de mí. Intérprete de canciones de amor, como las sirenas de la
Odisea de Homero, incitadoras de Ulises. Una extensión de tierra prometedora de
deseos y necesidades, llamó la atención de mi hija y la atrajo hacia sí.
Allende
los mares, sobria y solemne, altiva, regia en sus formas y elegante en sus
costumbres, quizás, escondiendo las penurias que podrían afear su hermosura
exterior, aquella que hace pensar que todo lo bello y educado se encierra entre
sus lindes imaginarias. Ahí, en silencio, absortos en un cambio de guardia o en
el batir de las aguas oscuras del Támesis bajo ese suelo de cristal que el
Puente de Londres permite observar a vista de pájaro, ajeno el mencionado
puente a los desmayos causados por el vértigo, insensatos y responsables
aquellos que sin tener seguridad de no sufrirlos, intentan semejante proeza.
Quizás
yo haya perdido algo de cordura...
, pero la primera vez que ella me dijo, “Mamá, me voy a Inglaterra”... yo que soy parca en geografía y tiro mucho del mundo de Google, me adentré en sus tripas para ver una imagen del Reino Unido en blanco, coloreado de un rojo pasión carmesí la zona de Inglaterra, y no pude dejar de pensar... “Es como un conejito blanco con las orejitas gachas al que han vestido con un mono rojo que cubre sus patitas. Algo de la magia de Hogwarts debe haberse escapado con tanto hechizo y juego de quidditch”.
, pero la primera vez que ella me dijo, “Mamá, me voy a Inglaterra”... yo que soy parca en geografía y tiro mucho del mundo de Google, me adentré en sus tripas para ver una imagen del Reino Unido en blanco, coloreado de un rojo pasión carmesí la zona de Inglaterra, y no pude dejar de pensar... “Es como un conejito blanco con las orejitas gachas al que han vestido con un mono rojo que cubre sus patitas. Algo de la magia de Hogwarts debe haberse escapado con tanto hechizo y juego de quidditch”.
Y
lo será, y lo es seguro. Pero claro, tú miras en el señor Google, de nuevo,
ésta vez con la avidez de quien necesita saber, conocer, tocar, sentir y hasta
deglutir... y ves esas hermosas fotografías donde todo es verde intenso de ése
que te provoca dulzura y esperanza de nuevos comienzos. Cielos gris azulados
cobijando una infinidad de almas deambulantes por sus calles llenas de
historia... y de inmigrantes que buscan un lugar donde encontrar al fin la
dicha de un proyecto de futuro.
Esas
cabinas tan graciosas en color rojo, donde piensas que están así para hacer
juego con esos autobuses tan pizpiretos, se te cruzan en la mente con las
largas farolas que no puedes dejar de imaginar, de pronto, iluminadas en plena
noche, con el suelo mojado, las piedras resbaladizas, el sonido de un sereno de
fondo, y quizás, algún “Jack” o descendiente del mismo suelto. Pero claro, esos
son conclusiones sin sentido ni fundamento, propias de una madre preocupada.
Necesitas
calmar tu alma inquieta y entonces, justo en ese momento, esa parte de ti que
se ha marchado te dice... “Qué ilusión mamá. Qué bonito es todo esto. Es un
sueño hecho realidad. Londres es indescriptible, me he enamorado de Oxford, y
al fin, ¡llegamos a Bristol!”
“Al
fin”, me dice. La salvación está ante sus ojos huidizos e incrédulos. Ya llegó
al paraíso prometido, a la tierra de la salvación gloriosa, donde tendrán que
salir a la calle no por la lluvia, sino por las ofertas laborales que les
caerán en una especie de aguacero incesante y maravilloso.
Vuelves
a sentarte ante el señor Google, y concretas tu búsqueda de ese castillo de
ensueño en una ladera británica, protegida por la influencia de Stonehenge y
quizás, con el romanticismo de Jane Austen por montera, imaginando casi sin
pretenderlo, como será imitar a los personajes del Titanic cinematográfico,
colocar los brazos extendidos al viento, y ahí, no lo puedo evitar, imagino a
mi niñita de rizos dorados extendiendo su melena ondeante, con los ojos bien
abiertos para observar todos los detalles, como buena ingeniera que es.
La
imagino sonriendo, mostrando esa alegría andaluza que suele portar, y sintiendo
la brisa de Bristol, mientras sujeta con fuerzas una cuerda tal vez imaginaria
en el borde del Puente Clifton, ese
puente majestuoso y señorial que sobrevuela el río Avon y sujeta con sus brazos
colgantes todo el territorio que puedes imaginar y muchísimo más... ahí,
retando con su mirada de hierro a la gravedad.
La
imagino también paseando por la playa de Bristol, y me parece escucharla hablar ese ingles españolizado que puede
abrirle puertas, o no, pero que desde luego, mejorar, mejorará. Y pienso con
deleite la cantidad de maravillas extraordinarias que sus ojos estarán viendo,
y sus finas y suaves manos blancas, acariciando a través de los sentidos de una
lente, o de sus propias retinas. Esa experiencia será suya siempre, como algo bien
real.
La
pienso en un entorno bello, y cuando me
conecto con ella por esa opción llamada Skype, y veo el lugar donde reside a
cambio de una cantidad monetaria elevada, desde mi humilde posición, y casi
inaccesible desde la suya, pienso... qué bien podría ser más corto el puente, o
quizás más bajas las piedras, o tal vez, la hierba menos verde... y hacer las
habitaciones más grandes, que apenas cabe uno, y cuando son dos, tienen que
apretarse mucho, cosa que por cierto, dadas las circunstancias, tampoco debe
estar mal, que por suerte, lleva con quien achucharse.
Y
ahí, sigo divagando cosas absurdas y sin sentido, mientras el señor Google
sigue regalando a mi parte consciente imágenes de ensueño y le decimos “shhhh”
a la subconsciente, que no puede dejar de pensar y preguntar si la niña comerá
lo adecuado, si dormirá algo, si es lógico que siempre lleve cuatro chalecos en
esta época ya casi veraniega y sus labios tengan ese tono, no precisamente,
rosado.
Entre
tanta divagación me detengo un momento, y me doy cuenta de que estoy cayendo en
todos los tópicos típicos y en todos los típicos tópicos, y que solo me falta
colocar bombín y paraguas a su novio. Pues no suelo yo pasear con traje de
flamenca en ristre, el pelo envuelto en flores y las castañuelas por anillos,
así que quizás me he pasado un pelín con los tópicos. Si esto fuese al revés,
igual alguna madre londinense me imaginaría a mí no con cuerpo guitarra, sino
más bien, envuelta en los acordes del flamenco mientras capoteo un miura
auténtico.
Nada
más lejos de la realidad.
Y
no me refiero solo a los tópicos típicos. Sino a todo en general, que de nuevo,
mi imaginación voló demasiado alto y dejó atrás lo esencial, lo auténtico, que
aquello es como esto, con un poquito más de frío y algunos lunares menos. Y
antaño, ofrecían trabajo a nuestros jóvenes, y en la actualidad, intentan
adaptarse, como todos, que son muchos los que van buscando lo imposible, que mi
hija habla con más españoles que ingleses, y ésa, es otra cuestión.
Así
que me dejaré de tonterías, y también de tópicos típicos, y chorizo ibérico y
queso añejo en maleta, cual Alfredo Landa en mi niñez, ataré corto mi miedo a
lo desconocido y elevaré mis alas para poder, aun teniendo vértigo, ver las
oscuras aguas del Támesis bajo un suelo de cristal, y haré cucamonas a los
soldados de la Guardia Real, y quizás mi hija no, pero yo sí que extenderé los
brazos en el Puente Clifton y soñaré que el mundo me hace guiños. Regalaré un
Tintilla de Rota o un Moscatel de Chipiona a los caseros de mi hija, y
declararé seriamente en la aduana que no voy a jugar al efecto dominó con las
piedras de Stonehenge... y luego, cual “Mujercita” repleta de sentimientos,
como Louisa May Alcott, abrazaré y besaré
a mi niñita de rizos dorados hasta que el color de su rostro vuelva a
ser rosado.
Me ha encantado este texto. Refleja todas las preocupaciones de una madre. Yo he estado en Londres, y volví enamorada de Inglaterra. Siempre he querido volver y no me importaría quedarme por muy frío y húmedo que sea el clima.
ResponderEliminarPues claro que si Priscila. Londres es preciosa, o al menos, eso dice mi peque. La verdad es que hay que buscar salidas y cuando en tu propia tierra no encuentras lo que necesitas, debes seguir buscando si tienes opción a ello. Y así lo hizo. Al fin regresó, pero cuenta que ha sido una experiencia estupenda para ella. Un beso muy fuerte :D
EliminarQué maravilla, cuánta envidia me dais la gente que sabéis escribir. Es inevitable tirar de tópicos típicos al hablar o pensar en sitios que no conocemos. Lo mejor de todo es que ahora las distancias cada vez son más cortas y tenemos al alcance de nuestra mano dejarlos de lado y sustituirlos por recuerdos de primera mano.
ResponderEliminarY que lo digas Marta, en dos horitas te plantas allí viajando en avion. La verdad es que hay las distancias son mucho más relativas, ja ja. En cuanto a los tópicos, son casi inevitables ¿verdad? Muchisimas gracias por comentar. Un beso :D
EliminarTienes una forma de escribir muy particular, pero consigues engancharnos. Cuando estuve en Londres fue una experiencia bonita, pero dado el tema que sacas hoy, me sabía todos los tópicos y cosas típicas y no hacía más que buscarlos, así que no fue demasiada sorpresa ;)
ResponderEliminarBss.
Hola Paula, mi hija dice que Londres es preciosa, preciosa, preciosa. Al igual que todo lo que ha visto. En cuanto a los tópicos, creo que empleé los más comunes, al menos, los que yo más escucho, precisamente por lo mismo, por lo fácil que es caer en ellos. La verdad es que como madre la distancia te encoge un poco, pero a la vez, te alegras de que experimente y conozca nuevos lugares. Un beso muy fuerte :D
Eliminaruoh! me has dejado más triste que a la madre del relato, ains, qué pena y que real, en cuanto al drama de la emigración juvenil en busca de un "futuro" que, por mucho que luchen, algunos no encuentran. Y qué verdad tan pura, cuando los típicos tópicos aletean en nuestra cabeza, yo, que aún no he visitado Inglaterra, me la imagino gris, lúgubre, romántica al estilo Byron, con su niebla azúl de tan densa, y a esos "Bobbies" silbato en ristre deteniendo pillos en calles húmedas....jajajaj, qué daño ha hecho el cine!, jejejej
ResponderEliminarMe encanta tu relato!
Un besazo gigante
Ja ja, ¡muchas gracias! Pues mi hija la describía así a veces, pero otras, todo lo contrario, ja ja. La verdad es que las fotografías que yo he visto son preciosas y si bien es cierto que no tiene la luz que tenemos nosotros aquí en España, tampoco es totalmente gris. Lo de romántica al estilo Byron si me lo describió ella también, ja ja. Un beso muy fuerte :D
EliminarEs inevitable tener que emigrar en según qué trabajos. Londres es un sitio que debo visitar y que seguro que muy prontito lo haré :D
ResponderEliminarLa situación económica así lo requiere. La verdad es que Londres es preciosa según ella me cuenta y un buen lugar donde intentarlo. Te deseo mucha suerte en ese viaje Martina, y sobre todo, ¡que lo disfrutes mucho! Un beso muy fuerte :D
EliminarCuando leo este texto pienso en mi madre!! la verdad me encanta londres y siempre me quise ir una temporada
ResponderEliminar¡Hola Alba! Te confieso que lo pasé mal como madre, pero a la vez, me sentí muy orgullosa de mi peque. Los hijos tienen que vivir sus propias experiencias, y probar suerte, conocer lugares nuevos, VIVIR por sí mismos aunque tengan madres nostálgicas como yo, ja ja. Un beso preciosa y no dejes de lado tu sueño de visitar Londres. Al parecer es una auténtica maravilla. :D
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