Mi mejor amigo tiene cuatro patas, Gema Franco

 

La vida te hace regalos, unos vienen en forma de sonrisas hermosas o personas que te escuchan con calidez. Otros vienen en forma de letras y color, los hay con cuerpo de historia y también los que traen moraleja por alma. Y después están esos regalos en los que se une todo. 

Gema Franco es prima mía, aunque yo no lo supe hasta hace unos años. Nuestros padres eran primos, pero hacía años que la distancia geográfica y, los hombres grises roba tiempo, habían hecho que se vieran poco. Tal vez por ello no supe que la hija del primo Nicolás escribía, y además, súper bien. Novelas, cuentos... lo que sea, cuando sea. Esta mujer es fantástica.

Una vez que nos pusimos en contacto, nosotras sí que lo mantenemos. Gracias a las redes, a wassap, y a muchas ganas de hablar entre nosotras, el hilo se mantiene fuerte. 

Recientemente, ella ha sido madre por primera vez. Gema tiene la misma edad de mi hija, así que la vida le ha regalado a ella la maternidad, y a mí, el ser abuela, al mismo tiempo. 

Cuando me habló de su preocupación por los animales, de la importancia de que los niños desde pequeños aprendiesen la importancia de su cuidado, el respeto, el amor hacia ellos, imaginé que iba a hacer lo que ha hecho. Escribir un cuento precioso. 

De esta forma, y de la mano de David y su amiguito Symba, de forma tierna pero a la vez, con problemáticas muy reales, Gema anima a los más pequeños y a los no tan pequeños, a amar y respetar a los animales. Adoptar a un animal es un acto de amor, pero también de responsabilidad y así lo hace ver. 

Cuando coincidimos hace poco en un recital realizado con ocasión del Día de la mujer en Palma del Río, me regaló dos ejemplares. Uno para mis nietos y otro para mí. Me conoce, y sabe que mi niña interior saborea con ímpetu un buen cuento, y este, lo es.