Se acerca el día del libro. En otras ocasiones he realizado un montaje de libros ajenos o propios, o he hecho alguna reflexión.
Este año, os voy a contar un cuento.
Hoy... la mitad.
Y el jueves 23... el desenlace.
¿Os apetece?
Pues aquí os voy a narrar la historia de Clarisa.
Una joven algo peculiar...y de un dragón algo especial.
La princesa y el dragón
1ª parte
Era una mañana realmente preciosa, de esas en las que parece que solo pueden ocurrir cosas buenas. Desde la ventana de la torre de palacio, la joven princesa Clarisa, tenía toda su atención en el cielo despejado. Sus largos cabellos dorados parecían cobrar vida, simulando ser un espejo del propio sol. La muchacha era de rasgos delicados, sus ojos parecían lagos serenos en una mañana de primavera y su cutis, seda aterciopelada.
Lo que pocos aldeanos conocían, era de su impaciencia. Era una joven impetuosa que en esos mismos instantes, golpeaba el suelo de piedra de sus aposentos, con la punta de su bota perfectamente abrillantada, mientras cruzaba los brazos bajo el pecho, en una pose muy poco principesca. La pequeña nariz respingona, encogida hacia un lado y un gesto de total y absurda desesperación.
―Majestad, por mucho que asome su regia cabeza a esa ventana, el dragón no llegará antes.
―¿Cómo puede retrasarse tanto? ¿Acaso no tiene hambre?
―Está tan flaca que seguro que no tiene prisa. Igual come por el camino y la utiliza de mondadientes.
―¡Mucha envidia detecto yo en estos aposentos! Ya quisieran algunas ser las elegidas para ser devoradas por el dragón, en lugar de tanto bordado aburrido.
La dama de compañía la miró con el reto en la mirada. La había visto crecer, había compartido con ella sus primeras sonrisas, sus primeros pasos, sus primeras palabras. Había sido para ella padre y madre a la vez, al estar los suyos tan inmersos en el reinado. En el fondo de ese pecho siempre hubo cariño, pero también fue mimada en extremo, consentida hasta la saciedad. Y desde luego, era la princesa más cabezota que jamás reino alguno, pudiese tener. A pesar de todo ello, la mujer siempre había podido hablar con total franqueza con ella, y eso, era de agradecer.
―Ambas sabemos que se ha aprovechado de su condición de princesa. Me ha dicho un pajarito, que su nombre se echó varias veces en el caldero.
―Bobadas – contestó la princesa, moviendo de forma excesiva su mano, como si remase en el aire – ese pajarito debe ser un cuervo de mal agüero.
―Los cuervos no son de mal agüero, princesa. Debería leer más.
―¿Más? Los sonetos y las baladas de amor me salen por las orejas, estoy agotada de tanto requiebro y lamento. ¡Yo quiero acción!
―¿Habeís leído quizás “Las cincuenta sombras de Rose”? Dicen que es... bastante entretenido.
―No me gusta ese tipo de literatura. Prefiero mejor obras como “El castillo de los espíritus”, “El dragón de marfil”, o... “Una corte de cardos y ortigas”.
Un resoplido muy poco delicado se escuchó en la estancia. Un resoplido que nacía de la garganta de Maese Guzmán, dedicado profesor en las artes literarias e históricas. Hombre más bien completo de complexión, con larga barba blanca que gustaba de atusar de forma continua. Grandes ojos enormemente abiertos y escaso pelo sobre la frente. Era hombre de hablar con voz recia, dando pequeños golpes de ella en algunas sílabas, como si las golpease con saña.
―¡Oh, el pajarito! - pronunció la princesa entre risas.
―Majestad, deberías ser más delicada, y menos descarada.
―Querido Maese, en cuestión de unas horas seré comida en el estómago de un dragón. Creo que puedo prescindir de las delicadezas en estos momentos. ¿No lo ve usted así? ¿No le ilusiona? ¡Podrá narrar a su siguiente pupila de mi hazaña sin par! Igual formo parte de la historia y mi nombre se ve condenado a pronunciarse una y otra vez ― añadió la muchacha con un ligero deje de burla.
Poco podía decir el hombre, que frustrado se agitaba inquieto.
―¿Puedo ser sincero con vos, princesa?
―Yo lo sería, querido Maese. No creo que tengais muchas oportunidades.
―Siempre habéis sido una niña consentida. Vuestra condición de princesa no os ha hecho ningún favor... sin embargo, admiro vuestra entereza. Vais a sacrificar vuestra joven y hermosa vida por el bien del pueblo, sirviendo de alimento al fiero dragón.
―Más que alimento, tentempié. Igual el dragón se enfada y regresa por alguién más rellenito―, argumenta la dama de compañía de la princesa, mirando de forma significativa al recién llegado.
―¿Acaso insinuais que debí ser yo el que ofreciese mi cuerpo al dragón? ―exclama el hombre ofendido.
―Vos habéis mencionado tales palabras, que no yo.
El hombre la mira con ceño fruncido y ataca a su vez.
―Vos habéis pasado muchas horas a su lado. Bien podíais haberos cambiado por ella...
―¡Oh, basta! ― estalla la princesa ― Vos estáis muy gordo, Maese Guzmán. Igual el dragón se atraganta. Y vos, algo vieja, nana. Seguro que el dragón preferirá carne más tierna.
―Igual vuestra lengua se le atraganta en la garganta – le dice la mujer exasperada.
Ninguno espera la reacción de la joven, cuando se acerca a ambos y les toma las manos.
―Vosotros habéis pasado más tiempo junto a mi, que mis auténticos padres. Y os quiero, a pesar de todos vuestros defectos. Pero hoy... es mi día.Y dicho esto, besa la mejilla sorprendida de Maese Guzmán, y el arrugado rostro de la nana, y regresa al ventanal, agitando sus faldas con tal gracia, que parece flotar por la habitación, las manos extendidas y una sonrisa en sus labios.
―No comprendo como sus Majestades lo permiten ―susurra Maese muy cerca del oído de la nana.
―Ya conoce la ley. El nombre que se extraíga del caldero será el sustento del dragón.
Un grito de éxtasis recorre la estancia, cuando la princesa empieza a dar saltitos de alegría.
―¡Ya viene! ¡Ya viene!
Y dicho esto, corre despavorida sin más, tomando las faldas de su vestido, el brillo en la mirada, las mejillas sonrosadas, y el corazón latiendo aprisa. Sube los escalones de piedra con tanto ímpetu que casi derriba las antorchas que la alumbran.
Pronto llega a las almenas, donde los soldados, al verla, hacen una reverencia de la que ella ni siquiera se percata. Solo tiene ojos para el enorme cuerpo que se agita en el aire, moviendo sus alas con tanta fuerza, que la joven siente como su vestido parece querer volar, su pelo hacia atrás y los soldados en retirada. Todo un cielo de estrellas en la mirada de la princesa, que no deja de dar saltos de alegría, haciendo señas al dragón, como si este no la hubiese visto.
El inmenso cuerpo del reptil vuela y sobrevuela las almenas, comprendiendo de pronto la princesa, que no puede detener su vuelo en tan corto espacio. Nerviosa, vuelve a bajar a toda prisa, hasta al fin, ya sin resuello, llegar al exterior del castillo. Durante un momento, la princesa tiene que pararse, la mano detenida en su estómago y la boca abierta como la de un pez al que acaban de sacar del agua, intentando que el aire le vuelva a llenar los pulmones.
A pocos metros de ella, el imponente dragón, se detiene al fin, observando a la joven. Y la joven le observa a él. Su cuerpo que parece tan resbaladizo como el de una serpiente, sus ojos brillantes, esas alas que bien podrían derribar un bosque entero. De pronto se precupa, igual la achicharra antes de tragarla. ¿Asarán los dragones a su comida antes de ingerirla?
Y ello le preocupa. Le preocupa muchísimo...
Recuerda, el jueves 23, podrás conocer el desenlace.
¿Estará la princesa deliciosa? ¿O más bien "puntiaguda"?
¿Será achicharrada como una salchicha en la barbacoa?
Pronto te será desvelado...
Me encantan los cuentos de hadas, princesas y criaturas míticas, así que estaré muy atenta al desenlace.
ResponderEliminarUn beso muy fuerte, querida.
¡Muchísimas gracias Rocío! Es un poco largo. Quería haberlo dividido en tres o cuatro partes, pero se me ha venido el tiempo encima. Besos preciosa :D
EliminarEsperaremos la continuación.
ResponderEliminarBesos enormes, cariño.
¡Hola Maria! Mañana el desenlance, ja ja. Besos preciosa :D
EliminarEsta chica quiere ser el muerto en el entierro. Un beso
ResponderEliminar¡Siii! Ja ja ja, es un poco egocéntrica la chiquilla, ja ja ja . Besos Susana :D
EliminarHola ^^
ResponderEliminarQUE MARAVILLA, QUE MARAVILLA COMO TODO LO QUE ESCRIBES
Me muero de ganas de leer mas
besos ♥
¡Muchisimas gracias Naya! Muchos besos preciosa :D
EliminarEstallé con las cincuentas sombras y la corte de cardos y espinas sos una ídola te saludo y reverencia besotes y nos leemos!
ResponderEliminar¡Muchisimas gracias Jimena! ¡Besos preciosa! :D
EliminarMargarita, eres genial escribiendo cuentos, espero el desenlace. Saludos y abrazo amiga.
ResponderEliminar¡Muchisimas gracias Sandra! Ultimamente el tiempo intenta devorarme, pero de vez en cuando, me escurro y consigo dedicar tiempo a mis cuentos. Besos :D
EliminarAy Margarita, me encantan estas historias, siempre he sentido debilidad por los dragones, creo que lo sabes jajaja.
ResponderEliminarDeseando leerlo mañana :D
Gracias por esta historia!!!
¡Hola Soley! ¡Muchisimas gracias! :D
EliminarUn cuento estupendo. Espero la continuación... ;)
ResponderEliminarUn besazo.
¡Hola! Muchisimas gracias. Ya voy a colgarla, ja ja. Besos :D
EliminarVendré para no perderme el destino de la princesa. Me encantan los cuentos. Por otro lado espero verte en la feria del libro on blog que celebro en dama de agua.
ResponderEliminarSAludos.
¡Hola Manuela! ¡Me paso por ella! ¡Gracias! :D
EliminarMargarita, consigues mantener la expectación, amiga...Esperamos la continuación de tu hermoso y mágico cuento.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz jueves.
¡Muchisimas gracias Maria Jesús! Muchos besos :D
EliminarEs maravilloso ♥
ResponderEliminar¡Gracias! BEsos :D
EliminarQue bueno, Margarita, nos tienes en ascuas.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Muchas gracias Ángel! Besos :D
EliminarHola, muchas ganas de saber como continua, me ha parecido muy buena esta primera parte, como siempre muy bien contada la historia.
ResponderEliminarBesos desde Promesas de Amor, nos leemos.
¡Hola lady Isabella! ¡Muchisimas gracias! :D
EliminarHola, Margarita! Madre mía, me has dejado loco. Primero una princesa que quiere ser comida por un dragón, ¿por qué? Y ¿Por qué tanta insistencia? Qué surrealista, ¡me encanta!
ResponderEliminarA ver cómo acaba!
Un abrazo!
Ja ja ja, ¡muchisimas gracias Pepe! En breve la respuesta, ja ja ja. Besos :D
EliminarMucho me temo que Si los dragones suelen cocinar aquello que comen, nunca llevan bocados crudos a la boca
ResponderEliminarWaww... qué le sucederá a la princesa??
ResponderEliminarVoy ya a la segunda parte...
Muy bueno Margarita.
Muy divertido.
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