¡Feliz día del libro amigos!
¿Te perdiste la primera mitad de esta cuento?
No te preocupes, la comparto contigo...
La princesa y el dragón. Primera parte
La princesa y el dragón.
2ª parte
¿Asarán los dragones a su comida antes de ingerirla?
Ello le preocupa. Le preocupa muchísimo.
―¡Eh, señor dragón! ¿Qué tal? ¿Cómo se encuentra?
El dragón mira asombrado a esa pequeña figura que se contonea como si hubiese sufrido una horrible caída en un campo de ortigas. Debe ser la princesa. Dicen que es de las más hermosas de la comarca y lo cierto, es que lo parece. Aunque su voz... es un poco estridente.
―¡Señor dragón! ¿Está usted sordo, además de gordo? ¡Soy Clarisa, la princesa! ¡Su cena! ¡Tengo una exigencia!
Una voz fuerte y rugosa se escucha entonces, una voz que parece surgir de lo más profundo de una caverna, llenando todo el espacio y haciendo que incluso los mismísimos árboles tiemblen ante su sonido. Una voz grave y áspera, gutural.
―¿Es esto una burla? ¿Acaso vos, princesa, dialogais con vuestra comida?
La princesa pestañea un par de veces, y se decide a contestar.
―A ver, dragoncete, que digo yo, que ya que me vas a comer, al menos, puedo elegir el modo. Por favor, es mi deseo, y mi orden como princesa de este reino, ser devorada intacta, tragada de un solo bocado. Y por supuesto, nada de llamas. Eso estropea mucho la tersura de la piel.
El dragón no responde a semejante provocación. Al contrario, enfurece, lanzando llamaradas inmensas de fuego que por suerte, no alcanzan a la princesa, ni tampoco a su castillo, por lo de la promesa. No tienen la misma suerte los primeros kilómetros de arboleda del bosque.
Enfurecido, el dragón, toma bajo sus garras a la princesa, que se eleva gritando algo sobre el arreglo de uñas de dragón. Y después, calla.
Desde el cielo, la princesa al fin, superado el vértigo inicial, observa la belleza que yace serena. Los bosques, ríos, montañas, los prados, valles y cascadas. Jamás vio tanta hermosura junta. Más de repente se da cuenta, que el dragón detiene su vuelo, depositándola con sumo cuidado, en lo alto de un cerro inmenso, dispuesto a volar de nuevo, sin ella.
Y la princesa, se siente morir.
―¡Eh, señor dragón! ¡No puede marcharse! ¡No me ha comido! ― grita presa del más angustioso pánico.
―¿De veras quiere ser devorada, princesa?
―¡Por supuesto! ¡Lo necesito!
―¿Lo necesitas?
―¡Siiiiii! Por favor...
Aquella súplica era sin lugar a dudas muy singular. El dragón, volvió a observar a la dama, sus ojos llorosos, su cuerpo temblando.
―¿Pero de veras creéis princesa, que yo me alimento de humanos? Los humanos saben mal, están demasiado tensos. Llevan toxinas en su cuerpo, por no hablar de aquellos, que consumen sustancias que no deben.
―Pero... pero... ¿entonces?
El dragón la mira contrariado.
―Si me tienen miedo, me respetarán. Y si piensan que devoro hombres, me tendrán miedo.
―Pero eso es... ¡horrible! ¡Yo necesito ser un bello fantasma! Por ello no quería ser cocinada, solo engullida de un solo bocado. ¿Acaso no comprende usted, señor dragón, la importancia de ser un bello cadáver?
―Muchacha, está tan lejos de su tierra, que jamás logrará volver. Tiene una nueva oportunidad para hacer lo que le plazca. Incluso, aprender a ser menos egocéntrica.
La princesa pestañea incrédula, haciendo que el dragón vuelva los ojos. Y después llora, pero no de cualquier forma, sino como solo saber hacerlo las princesas consentidas. El dragón observa incrédulo como la cara de la joven se vuelve mustia y congestionada, por no hablar de los gritos que profiere.
―¡Basta ya, muchacha! ¡Por todas las cavernas habidas y por haber!
―¿Y no conoce de algún amigo que guste de comer princesas?
―¡Soy el único dragón que queda!
La muchacha se deja caer abatida, sin ningún tipo de protocolo principesco. La boca de medio lado, los brazos cruzados bajo el pecho, cara de enfado regio.
―¡Me lanzaré por la montaña! - exclama de repente.
―Vuestro cuerpo se golpeará.
―Me tiraré al río.
―Permaneceréis toda la eternidad empapada.
―¡Tomaré veneno!
―Sabe asqueroso.
―¿Qué puedo hacer? - insistió llorosa.
―¿Pero se puede saber por qué diantres queréis morir?
―Porque al fin haré algo util por mi pueblo.
El dragón la observa incrédulo.
―Y para eso ¿teneis que morir?
―Así seré una bella fantasma, por eso no quiero que me achicharreis. Y viviré por siempre en el castillo, escuchando como me aclama el pueblo.
―¿Acaso alguna vez vistéis fantasma alguno?
La princesa queda pensativa.
―Quizás sea mejor que os conozcan por lo que hagáis de ahora en adelante, princesa. ¿No creeis?
―Pero es que a mí...
―¿Sí?
―Lo que me gusta es la jardinería.
―Pues sed jardinera, pues. Ojalá yo pudiese tener una inmensa biblioteca, pero todas son muy pequeñas, al igual que los libros, para mi tamaño. Pero vos, si podéis ser jardinera.
―No puedo, soy princesa.
―Dejadme pensar. ¿Acaso decís que vos, que hacéis absolutamente todo aquello que se os antoja, no podéis ser jardinera?
La joven parpadea.
Está claro que el jugo de bruja que tomó para dar tersura a su piel, se le debe haber indigestado, porque ciertamente el dragón lleva razón.
―Pero si vuelvo, sabrán que no me has comido.
―Eso sí que tiene solución...
Y sin dar tiempo a reaccionar a la princesa, se acercó a ella abriendo su boca al máximo.
Meses después se inauguraba, en el interior de la cueva del dragón, una inmensa biblioteca donde todos los libros eran del tamaño adecuado.
Un feliz dragón leía sin cesar, deteniéndose tan solo para volar de cuando en cuando al castillo de una de las aldeas cercanas, donde una valiente princesa ofreció su vida por su aldea. Sin embargo, tras ser ingerida por él, sabía tan bien, que no pudo tragarla, devolviéndola a la vida. La muchacha quedó sin embargo tan traumatizada por el hecho insólito de haber sido comida, que uno de los mejores terapéutas del reino le aconsejó una terapia que funcionaba desde hacía siglos. Ser jardinera.
Por su parte, el dragón realizó un manifiesto. Dejaría de alimentarse de aldeanos, siempre y cuando entre todos colaborasen en escribir historias que hiciesen crecer su biblioteca.
Ahora me dirás que no ha aparecido el caballero de brillante armadura. San Jordi. Pues verás, te equivocas.
Yo, el que te cuenta la historia, soy Jordi, a secas, sin el “San”. ¿Qué a qué me dedico? A lo que siempre amé, soy juglar. Voy de aldea en aldea recopilando historias, y de paso, ayudando a mi esposa, la princesa jardinera, a difundir sus rosas.
Fin
¡¡Feliz día del libro!!
Y llegamos al final del relato. Precioso.
ResponderEliminarFeliz día del libro, querida Margarita.
Besos enormes.
¡Muchisimas gracias Maria! Besitos :D
EliminarY todos vivieron felices. Un beso
ResponderEliminarJa ja ja, pues sí. Gracias Susana. Un beso :D
Eliminar¡Qué bonito final! Me encanta. Feliz día del libro, querida.
ResponderEliminarUn beso.
¡Igualmente Rocío! Muchos besos :D
EliminarMuy bueno, con un Dragón listo como él solo y una princesa encerrada en sus responsabilidades pero que nos demuestra que con inteligencia, si te lo propones, puedes llegar a donde quieras.
ResponderEliminarFeliz día del libro. Un beso.
Muchisimas gracias Ángel. Besos :D
EliminarAy, Margarira, mira que no tenía fácil resolución, no siquiera la continuación, pero al final, de manera magistral, conseguiste cerrar el relato y que todos los personajes resolvieran sus cosas y acabaran cayéndonos bien.
ResponderEliminarFantástico.
Un abrazo y feliz día del libro!
Ja ja ja, ¡muchisimas gracias Pepe! Besos :D
EliminarGran historia con magnifico final.
ResponderEliminarFeliz Día del Libro, guapetona.
Besos.
Muchisimas gracias cariño. Besos :D
EliminarMgnífico final...El juglar es S.Jorge y marido de la princesa jardinera. Muy bueno, Margarita.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo admirado. Un cuento ideal para este día, amiga.
¡Muchisimas gracias Mª Jesús! Besos :D
EliminarVaya, lograste crear un ambiente que nos transporta a esas aventuras en plena Edad Media,
ResponderEliminarsupongo yo, la princesa se encontro con un Dragon muy singular, un poco tan caprichoso como la princesa misma
¡Hola José! Muy bienvenido. Muchísimas gracias 😃
EliminarPor cierto, ya tienes una seguidora más. Me ha encantado tu historia terrorífica 🤩
Hola ^^
ResponderEliminarDe verdad que eres increíble escribiendo corazón, es que me encanta como narras de verdad, generas una sensación tan bonita en los que te leemos
Gracias por compartirlo
besos! ♥
¡Muchísimas gracias Naya! Gracias de corazón. Besos tesoro 😘😘
EliminarHola, gracias por incluir la primera parte, no había visto la entrada y la verdad es que me ha encantado leerla al completo.
ResponderEliminarBesos desde Promesas de Amor, nos leemos.
¡Gracias a ti por leerla! Muchos besos 😍
EliminarMargarita, que lindo escribes amiga, encantada quedo al leer de principio a fin.... Saludos y abrazo a la distancia.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Sandra. Besos 😘😘
Eliminar¡¡¡¡APLAUSOS!!!!
ResponderEliminarMuy bueno Margarita, me encantó tu historia, siempre es un placer leerte.
Feliz día del libro.
mariarosa
¡Muchísimas gracias María Rosa! Es un placer recíproco 🤩
Eliminar¡Hola Margarita!
ResponderEliminarMe encanta, de verdad, como has formado todo el relato para ese final :D y feliz día del libro (aunque voy con retraso).
Un beso y sigue escribiendo que es genial todo :D.
¡Muchísimas gracias Aída! E igualmente. Besos cariño 😘😘
EliminarMenudo final. ¡Me encanta!
ResponderEliminarUn beso,
¡Muchisimas gracias! Besos preciosa :D
EliminarAyy me encantó el final.
ResponderEliminarFelicitaciones por tan bella pluma.
Un abrazo grande.
¡Muchisimas gracias! ¡Muchos besos cariño! :D
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