El secreto del otoño

El otoño guarda un secreto, oculto entre tablones de madera rezagados. Un secreto que esconde dulzura y terciopelos caídos...

Terciopelos del color del sol y del fuego, que se atenúa suave con las brisas de tarde. Desnuda las copas de los árboles, mientras emite guiños de complicidad a la luna...

Una luna que alumbra un espacio escondido, donde ese secreto se oculta plácido y dormido...

¿Quién se oculta en lo más profundo del bosque? ¿Quién observa tu camino?

Quizás sea algún duende mágico, o la leyenda que ronda por las copas de los árboles... que ya viene, que ya llega, que ya se siente...

Vestida de oro y sol derramado sobre las simientes...

Es la dama del otoño que se acerca y te acaricia, con suavidad y mimo...

Portando candelabros mágicos, repletos de luciérnagas y hadas que se ocultan de aquellos que no creen en ellas; hadas que danzan en la noche y emiten cánticos con voz de campanillas...

Mientras el bosque se transforma en mujer y abre los brazos y la mente...

Haciendo que el río suene con fuerza y el verdor no se extinga al completo, que se vuelva dorado el firmamento, pero que el musgo recubra los troncos...

Y regale vida a las pequeñas casitas de duendes juguetones...

De esos duendes que crean leyendas y asustan al viajero que no conoce a la dama del bosque...

Ahí escondidos al ojo humano, y esperando el momento de salir...

Y entonces, cuando nadie observa con el detalle del que cree... aparecen y se sientan a esperar observando como todo cambia a su alrededor...

Y crean lugares mágicos que los humanos si pueden ver...

Para volver después la magia de caramelo, envuelta en espuma y luz... rizando el verde que queda y redondeando los rojos y dorados...

Pintando sus propias obras...

¿Conoces ya el secreto del otoño? Es sencillo y está en tu mano... 

Respira, siente, ama y saborea lo que la vida te ofrece...

Siéntete bosque, siéntete vida...

Descálzate sobre la hojarasca, y siente como tu cuerpo vibra, acaricia el cielo con tu mirada, sobre el frescor que el musgo abriga, abriendo los brazos y sintiendo la brisa...

E igual me descubres, quizás me veas y reconozcas mi espíritu... pues soy yo... el otoño quién te busca y te seduce.