Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
La frialdad de la respuesta de ella y la forma tan brusca
en que el llanto cesaba y ella retiraba su mano de debajo de la de él... no le
gustaron. Tampoco esperaba como ella se levantaba y de pronto parecía crecer
varios centímetros mientras le miraba con una sonrisa no propia en ese
instante.
Antes
de darse cuenta de qué ocurría, el buen doctor sacó una placa del bolsillo de
su chaqueta.
-
Inspector Armando Vázquez. Raúl Gómez
Martínez, queda usted detenido por el secuestro de su hija Carolina y por el
intento de internamiento en una clínica psiquiátrica de su esposa, Dª Ángeles
León Fernández.
-
¿Cómo? ¡No sé de qué habla!
-
Disculpe que no le crea. Tenemos
infinidad de pruebas. Entre ellas, el documento que acabo de firmar. Puede
usted guardar silencio o todo lo que diga podrá ser utilizado en su contra …
Aún
no había terminado de leerle sus derechos, cuando Ángeles se acercó a su marido
y, el silencio se instauró en aquél pequeño y desvencijado vestíbulo de hostal,
tras el sonido de la bofetada que ella le propinó.
-
¿Cómo has podido?- le preguntó con la
voz temblorosa.
-
No sé de qué me hablas.
-
De veras vas a seguir fingiendo – le
dijo ella con un tono de voz que no dejó a aquél hombre otra alternativa más
que hablar después de todo.
-
Estás loca Ángeles. Totalmente loca.
-
¿De veras? Bien. Perfecto. Entonces no
te habrá importado que ahora no tengamos bienes gananciales. ¿Verdad amor? Sí.
Lo hice hace poco. Tan solo hace dos semanas. Fíjate.
-
No puedes hacer eso Ángeles.
-
¿No? ¿Ni siquiera cuando tienes
pruebas sobre que tu marido te es infiel?
Fue entonces que él se cayó de pronto para intentar
continuar.
-
Jamás te he sido infiel.
-
Tengo fotografías Raúl.
-
Donde estoy contigo…
-
¿Conmigo? ¿Cómo sabes eso?
Y
de pronto Ángeles se levantó el pantalón.
- ¡Ella
no tiene esta cicatriz, maldito hijo de puta!
La
consternación se apropió en un instante de él.
-
¿Desde cuándo lo sabes?
-
Empecé a sospechar de ti la tercera
vez que me hiciste pasar por esta tortura. Además, la pequeña Carolina balbuceó
el nombre de mi hermana y empecé a atar cabos. ¿Desde cuándo estáis juntos?
El
hombre la miró exasperado.
- No
podrás demostrarlo.
-
¿No? Tengo fotografías y un vídeo, mi amor. Un video… ¿Desde cuándo estás con
ella?
Finalmente
Raúl cedió.
-
Desde antes de nacer las niñas.
-
Eres un cerdo.
-
Lo siento Ángeles, no quería que las
cosas se complicasen tanto, pero estaba lleno de deudas, tú no ibas a
aceptarlo...
-
¡Vete al infierno Raúl! ¡Has
utilizado mi dolor por la muerte de nuestra hija! ¡Nuestra, capullo insensato!
¡Ibas a internarme! Mi marido y mi hermana... - terminó diciéndole en un
susurro. – Solo espero que ambos podáis vivir con lo que habéis intentado
hacer.
Quince
minutos después se escuchaban las sirenas y un coche de jefatura llegaba. Raúl
era detenido, junto a la dueña del hostal y su hijo como cómplices.
Él
actúaba así. En efecto, hacía un par de años, tuvo un accidente donde murió una
de sus hijas, la gemela de su pequeña Carolina, Evangelina. Ella también tenía
su propia gemela, su hermana Lourdes, que supuestamente presa de un ataque de
dolor tras el accidente, se había marchado al extranjero.
Pero
la realidad era bien distinta. Raúl y Lourdes mantenían una relación desde
hacía casi tres años. Raúl iba a separarse de Ángeles cuando descubrió que
estaba embarazada.
Después
continuó con ambas hermanas, hasta que finalmente, ocurrió el accidente. Si se
divorciaba de ella tendría que cederle la mitad de lo que habían conseguido en
el matrimonio, un restaurante de alto standing.
Así
que optó por la solución más fácil. Convenció a Lourdes para fingir que Ángeles
había perdido la cordura tras la muerte de Evangelina. Y Lourdes,
lamentablemente, aceptó. Raúl sobornaba
a los propietarios de hostales pequeños donde a causa de la distancia o
incluso, de forma concertada, sabía que ella se quedaría a pasar la noche.
Después, grababa un vídeo donde Lourdes, idéntica a Ángeles, entraba sola en el
lugar correspondiente, portando una mochila idéntica a la de su mujer.
Ya
solo faltaba llevarse a la pequeña y de ello se encargaba la propia Lourdes. De
esa forma, Carolina no se asustaba.
Firmas
de testigos iban atesorando el ingreso de Ángeles en una clínica, así como su
imposibilidad para administrar un negocio.
-
Mi hermana estará arriba en una habitación. Escondida con Carolina. Por favor,
agente, búsquela y devuélvame a mi pequeña – dijo Ángeles dejándose caer sin
más abatida en el frío y asqueroso suelo. – Esta vez no tendré que esperar a
que mi hija “aparezca” sin más.
Raúl
la miró con una intensidad que Ángeles solo percibió como odio.
Minutos
después, una joven idéntica a ella y vestida de igual forma bajaba las
escaleras. La pequeña Carolina venía en brazos del inspector.
-
¡Mami!, ¡Mami!
-
¿Cómo está mi pequeña? – le dijo ella con cariño tomándola en sus brazos con
fuerza.
-
Hermana… puedo explicarte…
-
Déjalo Lourdes. Nada justifica lo que has hecho. Siempre me tuviste celos, y no
sé por qué. Tú eras la favorita de nuestros padres. Te aprovechaste de mi
dolor. ¿Y después qué? ¿Vivir juntos sin más? A fin de cuentas, somos
idénticas… por fuera.
-
Mamí… volvió a decir Carolina – Ados tita…
De
pronto Lourdes, ya esposada, se detuvo ante su hermana.
-
¿Cómo nos distingue? Somos idénticas.
-
No. No lo somos. Yo siempre supe quién era Carolina, y quién Evangelina.
Siempre. Y mi hija también lo sabe. Es su corazón. Pero claro, hermana, tú y
esa cosa de ahí no sabéis que es tener corazón.
Por
fin, todo había acabado. De verdad.
-
¿Qué va a hacer ahora? – le preguntó el inspector.
-
¿Qué voy a hacer inspector? Pedir la custodia de mi hija y divorciarme.
MARAVILLOSO
ResponderEliminarMe encanta como escribes de verdad, no voy a cansarme de decírtelo
Espero que jamás dejes de traernos estas historias porque me encanta pasar el tiempo leyéndolas
Un besote!
Muchísimas gracias Naya. Me alegro un montón que te haya gustado. Gracias, gracias. Un beso :D
EliminarVaya sorpresa. Un beso.
ResponderEliminarEsa era la idea Susana. Desconcertar un poco. Muchos besos :D
EliminarQue mal tipo y seguramente que hay muchos esposos así. Pierden la cabeza o se enamoran de otra mujer, cosa que puede suceder, pero internarla en una clínica y quitarle la hija; es de mala persona.
ResponderEliminarMuy buena tu novela, te dejo mi aplauso.
mariarosa