Del crema al blanco...
Capítulo 1
Mi nombre es Jazmín. No, no
lo es, mi auténtico nombre es Jasmine, pero no quiero llamarme como una
princesita Disney. Bastantes veces he aguantado la broma de que no entienden
porque tengo los ojos azules y el pelo rubio si soy una princesa persa. Tópicos
típicos y típicos tópicos de las narices.
Pero no es eso lo que hoy
quiero contar. Hoy quiero contaros por qué un día el fondo color crema se
convirtió en blanco y el blanco fue…
¡Ah no! ¡De adelantar
acontecimientos ni mijita! ¡Toca esperar ja ja ja!
Bien…. Comienzo de nuevo. Mi
nombre es Jazmín. Soy rubia, tengo los ojos azules, y no soy persa, sino
española. Una española con una madre a la que siempre le fliparon las películas
Disney.
Me gusta escribir. Mucho.
Pero que mucho. Así que cada vez que puedo tomo un bolígrafo y alguna libreta y
comienzo a escribir lo que viene a mi cabeza. Es como si al escribir las
historias, todo el mal del mundo se evaporara como si fuese un gas de la risa. Soy
una mujer, muy, muy afortunada.
Empecé a escribir cuando me
enamoré. Conocer a Rodrigo fue toda una experiencia que jamás imaginé vivir. Yo
iba digamos un poquito deprisa para no llegar tarde a una quedada con mis
amigas. Tenía diecisiete años y en aquél momento de mi vida, lo mejor que podía
pasarme era que no lloviese muy fuerte el día que el autobús se retrasaba. Aquél día, el autobús fue puntual, pero yo no. Yo corría como una posesa con
unos tacones de diez centímetros que iban geniales con mis pitillos azules.
Solo que claro, como zapato deportivo no eran lo más. Así que ni me dio tiempo
a darme cuenta de qué ocurría cuando estaba volando por el aire en una especie
de danza eléctrica y, cayendo como un fardo de patatas sobre un desconocido que
me sirvió de colchón.
Eso sí. Cuando hago algo me
gusta hacerlo bien, así que me busqué un colchón con unos hermosos ojazos,
pestañas que podrían abanicarte y un pelazo negro como mis intenciones en aquél
momento.
En fin. ¿Qué queréis que os
diga? ¡Ah, la verdad! Pues vale. De aquello ya han pasado diez años. Rodrigo y
yo llevamos siete años casados y tenemos dos gemelos preciosos de cinco años,
Raúl y Ricardo. Que a mi madre le gusta Disney, pero a mí me encanta repetir
inicial de nombre y con la “R” nos quedamos.
Pues bien… todo bien. Todo
más o menos bien. Rodrigo trabaja en una gasolinera con turnos chungos y
continuos, y yo tengo un trabajo remunerado como cajera en un supermercado. Y después,
está ese otro “trabajito” mío sin remunerar, ése que se hace por amor al arte y
punto. Me refiero por supuesto a mis artículos en un periódico digital. ¿He dicho artículos? Pues se me habrá ido la
pinza, porque mis artículos, más que artículos… son cuentos.
Hasta aquí todo genial. El
problema llegó una mañana de otoño. Una mañana de otoño en la que me
despidieron en el supermercado por falta de clientes. Una mañana de otoño en la
que nos quedamos en casa tan solo con el sueldo de Rodrigo, la hipoteca, el
crecimiento ultra mega rápido en altura y anchura de los gemelos, y los gastos
normales de una casa en la que además vive mi suegra aquejada de alzhéimer.
Para echarse a llorar,
¿verdad? No me conocéis. No, no me conocéis. Pues sí, las ganas de llorar estaban
ahí. Qué existir existían, pero no había tiempo para eso. Y no lo había porque
gracias a mis artículos y a la ayuda de una amiga muy enrollada, me han
propuesto un trabajo como columnista “regala consejos” que puede proporcionarme
un poquito de ayuda económica. ¿Quién puede decir que no?
Pues ahí está el problema.
Desde el momento en que supe que al fin iban a pagarme por escribir… la hoja
color crema en la que siempre garabateaba mis ideas quedó en blanco. Pero no un
blanco azulado y bonito, como las estrellas que brillan por la noche. No. Quedó
de un blanco feo y triste de “¡no se qué puñetas escribir!”. La inspiración se
fue en un chasquido de dedos, de la noche a la mañana, sin avisar, sin pedir
permiso, como una traidora abandona corazones.
Así que ahora solo tengo dos alternativas. Robar un banco o robar un
banco. Oh, perdón. Esto es una tontería, ¿Cómo voy a robar un banco? No. Esa
opción queda descartada. Mejor algo original. Y es que así soy yo. Me gusta ser
original, y por eso he decidido… aprender a volar.
Te has dado cuenta... todo lo que hay detrás de una puerta
ResponderEliminarJe je, quédate atento amigo Jesús, y te vas a enterar todo lo que hay detrás de esta puerta en concreto...
EliminarMuchos besos :D
Espero la segunda parte impaciente. Un beso
ResponderEliminarHola Susana, muchas gracias, prontito, prontito.
EliminarMuchos besos :D
Hola Margarita, aquí estoy espectante esperando la segunda parte, eres la repera, preciosa.
ResponderEliminarBesos.
¡Hola Mari Carmen! Ja ja ja, muchas gracias, lo cierto es que no va a tardar mucho, aunque te advierto que es un relato un poco loco.
Eliminar¡Muchos besos! :D
Hola cariño
ResponderEliminarLo primero es que solo la imagen del café ya me abrió el apetito jajaja
El relato me pareció impresionante, como todo lo que escribes, espero impaciente el siguiente capítulo
Muchas gracias por compartirlo
un besazo ♡
¡Gracias a tí Naya! Espero que te vaya gustando, es una historia un poco loca.
Eliminar¡Besos! :D
Deseando aprender a volar :)
ResponderEliminarTranquila amiga Ainhoa, tú ya tienes las alas preparadas, y si no, ya verás, je je. Tú eres de las mías, las traes puestas y solo esperas el momento justo para arrancar el vuelo.
EliminarMuchos besos :D
¡Qué bien que te hayas animado con una nueva serie de capítulos de estos! Recuerdo cuando estuve rescatando algunos de los del pasado que tienes por el blog, y me gustó mucho.
ResponderEliminarTe seguiremos la historia.
Un abrazo.
¡Hola Eva! Es muy cortito, son muy pocos capítulos, solo cuatro, pero ahí van, ja ja ja.
EliminarMuchos besos :D
hola! y viene con un cafecito, ayy, sabes como entrarnos lectura y cafe, hermosa! abrazosbuhos
ResponderEliminarJa ja ja, ¡muchas gracias! Espero que os vaya gustando
Eliminar¡Besos! :D
La primera parte promete, hay que estar atento al resto.
ResponderEliminarHola Manuela, espero que te vaya gustando el resto. Hoy mismo pondré el siguiente. ¡Muchos besos! :D
EliminarEstoy segura de que pronto vendrán las musas, esa mujer y esa familia lo merecen : )
ResponderEliminar¡Hola Diana! Esperemos que esto se vaya desarrollando bieeeeennn, ¡nunca se sabe!
Eliminar¡Besos! :D
Yo que tú robaría el banco, me alquilaría una casita lejana, como de cuentos y escribiría. Pero claro... con tanta gente de por medio lo tendrás más que difícil.
ResponderEliminarBesos, Ricardo.
¡Hola Ricardo! Ja ja ja, todo es posible en este mundo, incluso lo de robar el banco, aunque yo espero que tome otro girooooo ja ja.
Eliminar¡Besos! :D
¡Ah! volvieron los relatos por capítulos, fenómeno.
ResponderEliminarComo siempre comentaré cuando tengamos la historia completa que será, sin dudas, muy buena, como todo lo tuyo.
Seguimos en contacto, mujer de bella sonrisa.
¡Hola Navegante! Síiii, han vuelto. O volvían, o mi tía me daba una colleja, ja ja.
EliminarEspero que te vaya gustando. ¡Muchos besos! :D
¡Hola Margarita! Me ha gustado mucho y acabo de ver que ya publicaste el capitulo 2...genial! Ahora mismo lo leo. ¡Besitos!
ResponderEliminarQue alegría volver y encontrar tus historias. Te voy siguiendo. Un abrazo.
ResponderEliminarmariarosa