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Capítulo 3
Si en tres días no envío el
artículo buscarán a otra persona para esa columna “aconseja-personas”. Y mi
hoja sigue en blanco.
En blanco como la mente de
Antonia, y las ilusiones de mi corazón. Y mira que no soy yo de las que se
hunden. De las que se caen sí. Cada dos por tres, pero no de las que se hunden
si no hay agua cerca.
En fin. Ya se coloreará la
página.
Y es entonces cuando mi
pequeño Ricardo llega hasta mí, y decora mi camisa blanca, con el chocolate de
sus manos.
— Mira
mami. Tienes crema de chocolate en tu camisa bonita. Ahora está fea — me dice
enseñando el pequeño hueco que hay en su boca.
Y ahora sí. Ahora no sé por
qué froto como una posesa esta mancha de chocolate y observo como mi camisa
blanca, mi única y especial camisa blanca “consigue trabajos”, tiene una gran
mancha entre marrón y… qué ironía, crema.
Y lloro como una posesa.
Lloro con todas mis fuerzas. Lloro tanto que mi hijo Ricardo me abraza con
fuerza llorando también, porque piensa que las lágrimas son por las manchas.
Lloro tanto que la joven que está en casa para cuidar de Antonia y echar un
vistazo a los peques, no sabe qué decirme. Lloro tanto que Raúl llega corriendo
pidiendo perdón, perdón, perdón por haber pegado un chicle en los pelos color
barro de Tomasa. Lloro tanto que Antonia no me conoce, pero se acerca a mí y me
abraza. Lloro tanto que llega mi marido y cuando me ve, se queda convertido en
piedra en la puerta entreabierta, y solo acierta a abrir los brazos cuando ve
que arrastrando a los niños me dirijo a él como si fuese un torpedo nuclear.
No sé cómo ha conseguido
este hombre, que es el amor de mi vida, separar a los niños de mí, sin utilizar
jabón y agua caliente; pero aun así, lo
ha conseguido. Y ha hecho mucho más. Ha conseguido teletransportarnos a ambos
al interior de un armario del pasillo. Aquí, entre toallas y botes de gel de
repuesto, hemos vuelto a ser adolescentes.
Encerrados a salvo del mundo
exterior un segundo. Mi amor llenándome la cara de besos y preguntándome no con
mucha paciencia qué demonios me pasa. Así. Con esa sutileza suya que tanto me
gusta.
— No
puedo escribir — le babeo.
— Sí
puedes.
— No.
No puedo. Y no me van a contratar en esa revista. Y no sé qué le voy a decir al
director del colegio, porque yo también le habría pegado un chicle en el pelo a
esa niña horrible. Qué ejemplo soy para mis hijos. Dime. Dime. Y… escapemos
Rodrigo. A una isla desierta donde no haya hojas de papel en blanco…
— ¿Tú necesitas papel Jasmine?
— No
me llames así.
— Es
tu bello nombre. ¿Necesitas papel? Te he visto un millón de veces mirar el
mundo a través de tu visión color crema.
— Adulador.
Su sonrisa me derrite.
¡Gracias taconazos que me hicisteis darme una ostia contra esta maravilla de
hombre!
— Solo
tienes que relajarte amor. Siempre lo consigues. La inspiración no ha podido
dejarte, porque la llevas dentro.
— Pero
dentro no llevo nada salvo un montón de tonterías. Es como esa manía mía de
comparar todo con todo. ¡Es como ese bote de gel olor coco! ¡Quién querría
refregarse un coco por el cuerpo! ¿Nos hemos vuelto locos?
— ¿Y
eso no es inspiración? Por cierto, yo adoro ese coco en tu cuerpo amor... — me suelta a bocajarro riéndose conmigo, no de mí,
conmigo.
Supongo que Rodrigo ha
perdido un poco la cabeza, pero lo cierto es que se lo puedo perdonar, porque
el amor que este hombre me da lo supera todo. Su amor es como ese momento del
día en que ya no puedes más, y sientes
que los pies te van a reventar, y que la cabeza no puede quedarse quieta, que
el mundo se ha puesto en tu contra y fuerzas el cuerpo a ver si revienta o
aguanta… y entonces, te tumbas en la cama y cierras los ojos, y vas notando
como toda tú se vuelve de pronto de sólido a líquido nadando en la satisfacción
de descansar al fin…
Y es entonces que miro de
nuevo mi blusa blanca merengue, chocolate mancha y crema espachurrada, y
recuerdo el diente que falta en la boca de mi pequeño, y los comentarios de mi
suegra a veces presente y a veces ausente…
Y las piezas empiezan a
encajar entre toallas y botes de gel de repuesto…
Ansioso espero el cap 4. Y luego vengo a comentarlo.
ResponderEliminarTe deseo una Feliz Navidad y un maravilloso año 2019.
Besos!!
¡Hola Navegante! Está a puntito de caer. ¡¡Muchos besos y Feliz 2019!! :D
EliminarEres genial, Margarita.
ResponderEliminarFeliz Navidad con los tuyos, prreciosa.
Besos.
¡Gracias Mari Carmen! Espero que estés pasando unos días fantásticos. ¡Muchos besos a tí también! :D
Eliminarhola Margarita! nuestro amor por ti, tu blog y tus maravillosas letras cruza fronteras, charcos, rios , mares y letras y mas letras,gracias!! infinitas bendiciones y felicidades enviadas con el alma que es nuestro maximo motor para ti y los tuyos!! abrazosbuhos
ResponderEliminar¡Muchisimas gracias chicas! Sois estupendas. Mi amor también cruza el océano para llegar a vosotras, y espero de corazón que estén siendo unas Navidades mágicas.
ResponderEliminar¡Besos y feliz 2019! :D
Tal vez esa realidad entre niños y problemas sea un buen motivo para llenar esa hoja en blanco. Un abrazo Margarita, me gusta tu historia.
ResponderEliminarmariarosa