jueves, 20 de diciembre de 2018

Del crema al blanco. Capítulo 3



Leer capítulo 1
Leer capítulo 2

Capítulo 3

Si en tres días no envío el artículo buscarán a otra persona para esa columna “aconseja-personas”. Y mi hoja sigue en blanco.

En blanco como la mente de Antonia, y las ilusiones de mi corazón. Y mira que no soy yo de las que se hunden. De las que se caen sí. Cada dos por tres, pero no de las que se hunden si no hay agua cerca.
En fin. Ya se coloreará la página.


Y es entonces cuando mi pequeño Ricardo llega hasta mí, y decora mi camisa blanca, con el chocolate de sus manos.

Mira mami. Tienes crema de chocolate en tu camisa bonita. Ahora está fea — me dice enseñando el pequeño hueco que hay en su boca.

Y ahora sí. Ahora no sé por qué froto como una posesa esta mancha de chocolate y observo como mi camisa blanca, mi única y especial camisa blanca “consigue trabajos”, tiene una gran mancha entre marrón y… qué ironía, crema.

Y lloro como una posesa. Lloro con todas mis fuerzas. Lloro tanto que mi hijo Ricardo me abraza con fuerza llorando también, porque piensa que las lágrimas son por las manchas. Lloro tanto que la joven que está en casa para cuidar de Antonia y echar un vistazo a los peques, no sabe qué decirme. Lloro tanto que Raúl llega corriendo pidiendo perdón, perdón, perdón por haber pegado un chicle en los pelos color barro de Tomasa. Lloro tanto que Antonia no me conoce, pero se acerca a mí y me abraza. Lloro tanto que llega mi marido y cuando me ve, se queda convertido en piedra en la puerta entreabierta, y solo acierta a abrir los brazos cuando ve que arrastrando a los niños me dirijo a él como si fuese un torpedo nuclear.

No sé cómo ha conseguido este hombre, que es el amor de mi vida, separar a los niños de mí, sin utilizar jabón y agua caliente; pero aun así, lo ha conseguido. Y ha hecho mucho más. Ha conseguido teletransportarnos a ambos al interior de un armario del pasillo. Aquí, entre toallas y botes de gel de repuesto, hemos vuelto a ser adolescentes.

Encerrados a salvo del mundo exterior un segundo. Mi amor llenándome la cara de besos y preguntándome no con mucha paciencia qué demonios me pasa. Así. Con esa sutileza suya que tanto me gusta.

No puedo escribir — le babeo.
Sí puedes.
No. No puedo. Y no me van a contratar en esa revista. Y no sé qué le voy a decir al director del colegio, porque yo también le habría pegado un chicle en el pelo a esa niña horrible. Qué ejemplo soy para mis hijos. Dime. Dime. Y… escapemos Rodrigo. A una isla desierta donde no haya hojas de papel en blanco…
¿Tú necesitas papel Jasmine?
No me llames así.
Es tu bello nombre. ¿Necesitas papel? Te he visto un millón de veces mirar el mundo a través de tu visión color crema.
Adulador.

Su sonrisa me derrite. ¡Gracias taconazos que me hicisteis darme una ostia contra esta maravilla de hombre!

Solo tienes que relajarte amor. Siempre lo consigues. La inspiración no ha podido dejarte, porque la llevas dentro.
Pero dentro no llevo nada salvo un montón de tonterías. Es como esa manía mía de comparar todo con todo. ¡Es como ese bote de gel olor coco! ¡Quién querría refregarse un coco por el cuerpo! ¿Nos hemos vuelto locos?
¿Y eso no es inspiración? Por cierto, yo adoro ese coco en tu cuerpo amor... — me suelta a bocajarro riéndose conmigo, no de mí, conmigo.

Supongo que Rodrigo ha perdido un poco la cabeza, pero lo cierto es que se lo puedo perdonar, porque el amor que este hombre me da lo supera todo. Su amor es como ese momento del día en que ya no puedes  más, y sientes que los pies te van a reventar, y que la cabeza no puede quedarse quieta, que el mundo se ha puesto en tu contra y fuerzas el cuerpo a ver si revienta o aguanta… y entonces, te tumbas en la cama y cierras los ojos, y vas notando como toda tú se vuelve de pronto de sólido a líquido nadando en la satisfacción de descansar al fin…

Y es entonces que miro de nuevo mi blusa blanca merengue, chocolate mancha y crema espachurrada, y recuerdo el diente que falta en la boca de mi pequeño, y los comentarios de mi suegra a veces presente y a veces ausente…

Y las piezas empiezan a encajar entre toallas y botes de gel de repuesto…

7 comentarios:

  1. Ansioso espero el cap 4. Y luego vengo a comentarlo.
    Te deseo una Feliz Navidad y un maravilloso año 2019.
    Besos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Navegante! Está a puntito de caer. ¡¡Muchos besos y Feliz 2019!! :D

      Eliminar
  2. Eres genial, Margarita.

    Feliz Navidad con los tuyos, prreciosa.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias Mari Carmen! Espero que estés pasando unos días fantásticos. ¡Muchos besos a tí también! :D

      Eliminar
  3. hola Margarita! nuestro amor por ti, tu blog y tus maravillosas letras cruza fronteras, charcos, rios , mares y letras y mas letras,gracias!! infinitas bendiciones y felicidades enviadas con el alma que es nuestro maximo motor para ti y los tuyos!! abrazosbuhos

    ResponderEliminar
  4. ¡Muchisimas gracias chicas! Sois estupendas. Mi amor también cruza el océano para llegar a vosotras, y espero de corazón que estén siendo unas Navidades mágicas.

    ¡Besos y feliz 2019! :D

    ResponderEliminar
  5. Tal vez esa realidad entre niños y problemas sea un buen motivo para llenar esa hoja en blanco. Un abrazo Margarita, me gusta tu historia.

    mariarosa

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...