Erasé
una vez, en un país muy lejano...
¿Cuántas
historias has oído que empiecen así?
Mi
nombre es Tomás Grimm, y si estás pensando en aquellos hermanos
escritores de tiempo atrás... sí, aciertas. Soy tatara-tataranieto
de uno de ellos, no importa de cual, sobre todo teniendo en cuenta
que nadie conoce mi existencia. ¿Por qué? Fácil. Fruto de una
pasión desbordante de una sola noche de verano cálido, tórrido y
prohibido.
Pero
ese parentesco aunque sea lejano, me ha permitido hoy en día,
acceder a una importante y secreta biblioteca familiar. Resultado...
terminé publicando mi propio libro... “Los juanetes de
Cenicienta”.
Menudo
revuelo se montó. ¿Otra vez me preguntáis por qué? Pues otra vez
os contesto que “fácil”.
Desvelé
toda la verdad, y nada más que la verdad; y me temo, que eso
fastidió un poco los clásicos. No solo publiqué todas las mentiras
sobre los cuentos de mi padre y mi tío; sino que ya lanzado, he
decidido desnudar la verdad oculta de toda historia que se cruzó en
mi camino.
Todo
comenzó con mi elefante favorito, el jovencito Dumbo. ¿Volar? ¡No!
¡Dumbo no volaba! ¡Al contrario! Tenía un miedo atroz a las
alturas, y cada vez que veía un ratón se encogía en una bola tan
pequeña que si el viento soplaba con fuerza, lo levantaba. Las
pastillas para el mareo había que dárselas en cada comida junto con
la crema reparadora de piel de elefante. ¿Qué por qué crema
reparadora para piel de elefante? Es que el arnés que le ponían
para que luego cayese “con suavidad” le volvía áspera la piel.
Pero
en fin, todo eso vino bien. Gracias a eso se especializó la farmacia
(curandera de toda la vida) de la localidad, y al fin Cenicienta
encontró una crema para sus juanetes. Pobre... siempre con zapatitos
de cristal... lógico que tuviese aquellos pies tan horrorosos y
deformes.
¿Qué perdía el zapato? ¡Y un cuerno! Los tiraba y luego
simulaba haberlos perdido para poder andar descalzas. La de zapatitos
de cristal por ahí perdidos, por no hablar de los rotos y escondidos
bajo las alfombras de palacio. Pero que nadie sufra, que un día
llegó Rumpelstiltskin, y con todos los trocitos hizo un apaño el muchacho
y montó una joyería de complementos de cristal “real”. (Ello le ayudó mucho con el psiquiatra que le visitaba para tratar los complejos por su nombre)
Y
su vecina, Blancanieves. Lo de Blancanieves fue la “repanocha”.
Resulta que no eran enanos, sino niños en una guardería ilegal. La
crisis, que ya apretaba en aquella época, y la muchacha necesitaba
solventar su economía maltrecha. Sí, sí, maltrecha, pues claro, le
habían cerrado la fábrica familiar de manzanas que dirigía su
madrastra, por mala calidad alimenticia. La cosa estaba muy mala.
Suerte
que el lobo de Caperucita le echó un cable y pidió a la abuelita
que preparase mermelada con toda aquella producción de manzana
incautada. El problema fue el azúcar. No podían añadir cualquier
tipo de azúcar, y la melaza que entonces tenían era de una calidad
diferente a la de ahora, así que llamaron al ogro malvado que vivía
cerca, y ya él les trajo azúcar moreno de caña de su plantación
secreta. Es que el pobre ogro era vegetariano, pero claro, tuvo que
hacerse pasar por come-hombres para que no le confiscaran el azúcar.
En
aquellos tiempos nacían nuevos negocios, como el que pusieron los
tres cerditos. Una óptica de última tecnología con operación
láser con varita de hada madrina. Menos mal. Que todo
fue ponerle unas gafas molonas a la bella durmiente, y ésta, miope
total, se dio cuenta que en lugar de tomar café para contrarestar su
narcolepsia, bebía tila. Pobre chavala, si es que tanto dormir no
podía ser bueno.
Pero
de nuevo, algo bueno surgió al nacer la primera empresa de colchones
con acciones en el mercado. Su gerente era una chica que necesitaba
una media de veinte colchones para poder descansar, pues no se dio
cuenta que bajo todos ellos había no un guisante, como la historia
contaba, sino las duras piedras de la cantera en la que trabajaban
aquellos enanos, que en vez de vivir con Blancanieves, vivían con
Rapunzel. (Por lo visto tenía una cabellera preciosa y era una chica
muy sexy y molona)
En
fin... que no dejéis que os cuenten cuentos. Y si os lo cuentan,
creeros solo una parte, y por supuesto, comprad mi libro. Tomas
Grimm, precursor del crowfounding editorial.
Que entrada tan divertida...Y realista.
ResponderEliminarBesos
Ja ja ja, ¡gracias Aydita! Muchos besos :D
Eliminar¡Es buenísima la entrada! Me ha gustado un montón. Ya va siendo hora de dar la vuelta a los cuentos de siempre. ¡Estupendo, de verdad!Felicidades . Besitos.
ResponderEliminar¡Hola Rita! Muchisimas gracias, tenía ganas de reirme un ratito, y ya ves, ja ja.
Eliminar¡Besos! :D
Siempre me gustaron los cuentos, hoy se los cuento a mis nietos de vez en cuando, a veces, me los invento y pasamos un ratito estupendo.
ResponderEliminarYo he estado en el interior de ese castillo...Disney lo supo escoger.
Enhorabuena, Margarita, eres un cielo.
Besos.
¡Muchisimas gracias Mari Carmen! Por todo, incluido el piropo. Yo nunca he ido a Disney, pero lo cierto es que el castillo se ve precioso.
EliminarY en cuanto a lo de inventar los cuentos, es una chulería y además, divertida.
¡Besos! :D
Estupenda entrada! Un placer leerte otra vez! Feliz miércoles preciosa! 🌻🌻🌻
ResponderEliminarGracias Carolina, besos :D
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarQue me muero con esta entrada, soy tan de cuentos y tan de las verdaderas historias que leer esta peculiar entrada me ha parecido una verdadera maravilla
gracias por compartirla
Un besazo guapa ♡
Ja ja ja, ¡gracias a tí Naya! Un beso enorme y me alegro que te haya gustado. Tú sabes, versiones de terror, versiones de humor... todas las versiones son buenas, ja ja.
Eliminar¡Besos! :D
¡¡Estupenda entrada!!
ResponderEliminarBss
Muchas gracias María. Besitos :D
EliminarUn entretenido "desvelamiento" de las historias que han marcado la vida de tantos...
ResponderEliminarTan ocurrente como siempre, Margarita.
Abrazos.
Ja ja ja, gracias Ernesto. Yo es que lo pensé... tanta princesa perfecta... imposible, si no fue Cenicienta fue cualquier otra, pero seguro que alguna tenía juanetes, ja ja.
Eliminar¡Besos! :D
¡Qué divertida eres! ya me moría de risa con el título, pero es que la clínica de los tres cerditos o la guardería ilegal de los enanitos xDDDD
ResponderEliminar¡¡Un besote!!
Ja ja ja, ¡gracias Diana! Tú sabes, hay que reírse lo máximo posible, ja ja.
EliminarBesitos :D
Tu por si sola eres una hechicera de cuentos, muy buen relato un abrazo Margarita.
ResponderEliminarMuchisimas gracias Ainhoa, opino igual de tí ;D
EliminarMuchos besos :D
AYYY, ¡me ha encantado!, es super divertida la historia :D
ResponderEliminarUn besito.
¡Hola May! ¡Muchisimas gracias ja ja! Besos :D
EliminarGracias por tan maravillosa entrada...El castillo me recordó mi visita a Disney. Que tengas un lindo fin de semana. ¡Besitos!
ResponderEliminar¡Hola Marita! ¡Muchisimas gracias! Un beso muy fuerte :D
EliminarMuchas gracias por tus visitas, espero verte pronto por mi blog! Feliz domingo! 🌻🌻🌻
ResponderEliminarGracias a tí Carolina. Besitos :D
Eliminar¡Eres tremenda Margarita!!
ResponderEliminarQue prodigiosa imaginación, muy buen cuento.
mariarosa