(Imagen Pixabay)
Desde que le vi aquella
primera vez, sabía que algo nos uniría. Algo fuerte. Muy fuerte. Algo tan fuerte
como el café.
Intenté que no se diese
cuenta. Que siguiera pasando frente a mi ventana sin más, sin verme, y así, yo
podría fijarme en él.
Podría observar su forma
de saludar a la señora del bajo, que siempre barre la acera a la misma hora, o verle mientras sonríe al ver los rosales de Paco.
Podría fijarme en la forma
en que suele echar su pelo para el lado cuando le cae sobre los ojos, allí,
tras el refugio de mi cristal. Podía a veces, con suerte, ver los hoyuelos que
se forman al lado de las comisuras de sus labios cuando sonríe de esa forma que
él lo hace, iluminando el mundo en un instante.
También podía observar con
detenimiento su forma particular de caminar. Esa forma de pisar con fuerza el
mundo, diciendo… sí, aquí estoy.
Podía imaginar el tacto de
su chaleco burdeos, ése que da la sensación de ser tan suave como su oscuro
cabello y que a él también le gusta.
Lo único que no podía
observar de frente eran sus ojos. Sus maravillosos ojos que yo sabía oscuros
como el café.
Pero lo que no imaginaba
es que a veces, la vida puede ser muy causal. No imaginaba que aquella mañana,
la señora del bajo le detendría para hacerle una consulta, y que ésta duraría mucho más de lo que nadie esperaba.
No imaginaba que la señora
del bajo le entretendría tanto, que el señor Paco saldría a correr como hace muchas mañanas, y ello también le entretuvo, pues al parecer, aprovechó para
preguntarle por su variedad de rosales.
Y lo que yo jamás
imaginaba, era que el no verlo pasar ante mi ventana a la hora de siempre,
significase que aún no había pasado, y no que lo hubiese hecho antes, como yo
supuse.
Por todo ello tampoco
imaginé, que cuando aquella mañana salí corriendo de casa a toda prisa a pesar
de la humedad del suelo, iba a sentir como mis pies se deslizaban sin control
alguno sobre el pavimento mojado, y mi cuerpo se elevaría en un vuelo sin
control.
Tampoco pensé jamás, que
en tan solo un instante, el paisaje que veía cada mañana tras el cristal de mi
ventana, iba a cambiar de vertical a horizontal en segundos y que mi cuerpo
entero se elevaría en el suelo, para bajar de forma brusca después, haciendo
que toda yo sintiese el mundo a cámara lenta, incluida mi cabellera elevándose en
el aire para cubrirme la cara, mientras yo solo atinaba a cerrar los ojos
previendo el enorme golpe que iba a recibir.
Y desde luego, lo que
jamás de los jamases pude imaginar cuando desperté esta mañana, era que alguien
iba a detener mi vuelo abrazándome sin más en una caricia profunda y suave.
Como tampoco esperaba la leve caricia de unas manos echando para el lado mi
cabello, y permitiéndome ver frente a mí unos enormes ojos grandes y oscuros como
el café. Unos hermosos ojos acompañados de esos hoyuelos que se le forman al
sonreír.
Sí. Desde que le vi
aquella primera vez, sabía que algo nos uniría. Algo fuerte. Muy fuerte. Algo
tan fuerte como el café, o el pavimento resbaladizo de mi calle, algo tan
fuerte y tan suave a la vez, como la caricia de su mirada en la mía.
Precioso Margarita ,me encanta como escribes...es un relato basado en hechos reales?
ResponderEliminar¡Hola Princesa! No. Es total ficción, pero te confieso que no me importaría resbalarme en la acera con un resultado así, ja ja.
EliminarMuchos besos cielo :D
¡Que bonitooooooo!!!!
ResponderEliminarIntenso y dice tela. Saludos.
¡Gracias Ricardo! Muchas gracias, de vez en cuando me sale la vena romanticona, ja ja.
Eliminar¡Besos! :D
Sos única bella mujer y escritora
ResponderEliminarTus palabras me invadieron
Un abrazo
Muchisimas gracias Mucha, y tú eres un sol. ¡¡Besos!! :D
EliminarPero que bonito texto de verdad
ResponderEliminarme sorprende cada vez más
Un besazo!
¡Muchisimas gracias Naya! ¿Y esos exámenes? ¡Muchos besos! :D
Eliminar¡Que linda y romántica historia!
ResponderEliminarMe gustó. Tiene romance y la ilusión que a veces se hace realidad.
mariarosa
Me alegro mucho que te haya gustado Maria Rosa, y si, tenía ganas de escribir algo así, con ilusión y final feliz. ¡Muchos besos! :D
EliminarMe encantan ese tipo de historias! La verdad soy muy romántica! ♥️♥️♥️
ResponderEliminarYo también, aunque a veces me resista, ja ja . Muchos besos Carolina :D
Eliminarel cafe une muchas cosas
ResponderEliminarAl menos en esta historia sí, ji ji.
EliminarMuchos besos Abbie :D
fantastico!!!! quedo sensacional y con el color del cafe nada puede quedar mal!!!!!abrazosbuhos.
ResponderEliminarJa ja ja, ¡muchisimas gracias chicas! Ainss, el amor...
Eliminar¡Muchos besos! :D