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Capítulo 2
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¡Carolina! ¡Carolina!
Ángeles
no dejaba de gritar hasta que finalmente y convencida de que en efecto la
pequeña no estaba en la habitación, salió al pasillo y continuó con su llamada
de auxilio. Igual no había cerrado bien la puerta y la pequeña había salido.
Igual... había vuelto a ocurrir.
Al
borde del llanto y como si la vida le fuese en ello, comenzó a gritar como una
posesa pidiendo ayuda. Rápidamente, la puerta de al lado se abrió y salió un
señor de unos cuarenta años. Su rostro mostraba el desconcierto al escuchar los
gritos, coincidiendo en el pasillo con el hijo de la dueña, que también acudió
al escuchar la algarabía.
Casi
no se entendía lo que la joven decía, salvo que no dejaba de repetir “¡Mi niña!, ¡Mi niña!”, una y otra vez.
-
Señora, por favor, tranquilícese. Soy
médico – le dijo el desconocido - ¿qué le ocurre a su niña?
-
Ha desaparecido. La dejé sobre la
cama y no está. ¡He mirado por todos lados!
-
Perdón, ¿cómo dice? ¿Desaparecido?
¿Está segura? - preguntó el hombre desconcertado.
-
¡Por supuesto que lo estoy! -
respondió ella ya en lágrima viva.
El
hijo de la dueña la miró con cara de sorpresa y en un tono de voz áspero y
violento se dirigió a ella.
-
¡Niña! ¡Qué niña! Señora, usted ha
debido perder la cabeza. ¡La he visto llegar este mediodía y venía sola!
-
¿Qué? ¡Qué dice!- gritó Ángeles
desesperada - ¡Usted acaba de subir conmigo y con mi pequeña!
-
¿Yo? – el hombre soltó una risotada
desagradable- ¿Usted cree que esto es el Plaza? ¡Por Dios señora, aquí cada uno
sube solito a su habitación! ¡Y usted sólo traía una pequeña mochila en las
manos!
Ángeles miró desesperada al extraño que había salido de la
habitación de al lado.
-
Por favor, créame. Acabo de llegar
hace un momento con la tormenta. He subido con mi hija, Carolina. Sólo tiene
dos años. Hemos subido a lavarnos las manos y dejar la mochila. Él nos ha
acompañado para indicarnos la habitación. Ahora íbamos a bajar a cenar. -
hablaba ya de forma intermitente y nerviosa.
-
Tranquilícese señora. Bajemos si
quiere. Al llegar me registré, con usted habrán hecho igual. Aparecerá la hora
y si alguien la acompañó.-
Bajaron
de forma inmediata la escalera. La anciana estaba al pie de la misma. Sus piernas
no le habían permitido subir al escuchar el alboroto pero sentía curiosidad por
saber a qué venían tantos gritos.
-
¡Mi niña no aparece! – le gritó
Ángeles a la anciana a bocajarro.
-
¿Su niña? Perdone pero usted llegó
sola este mediodía. A no ser que la metiese en esa mochila tan pequeña que
traía.- argumento la señora de mala gana y mirando con desconfianza al otro
inquilino.
-
¡Pero qué dice! ¡Acabo de llegar! ¡Me
acaba de atender hace dos minutos! Me comentó que había sopa para cenar...
-
Usted disculpe señora. Soy mayor pero
no desmemoriada. Usted llegó este mediodía. Tomamos sopa ¿recuerda? Incluso
subió a asearse, luego bajó y me pagó el hospedaje. Me dijo que se iba mañana
temprano. Y definitivamente, venía sola.
-
No puede ser, no puede ser.
El otro inquilino se acercó a ella y colocó una mano sobre
sus hombros.
-
Por favor, siéntese un momento.
Dígame, ¿se encuentra bien?
-
Vine con mi pequeña- lloraba la joven
desconsolada.
-
Permítame la pregunta. ¿Le ha
ocurrido esto anteriormente? ¿Ha ocurrido en su vida algún suceso desagradable
hace poco?
Ángeles le miró sin enfocar bien la vista.
-
¿Qué tiene eso que ver?- preguntó
enfadada.
-
Por favor, conteste mi pregunta. Soy
médico, sé de lo que le hablo.
-
La hermana de Carolina… murió al
nacer. Eran gemelas.
-
Que Carolina exista en la realidad no
quiere decir que la haya acompañado. Por favor, tranquilícese.
-
¡Claro que me acompañaba! ¡Íbamos a
casa de mis padres a pasar el fin de semana! ¡Juntas!
-
¿Tiene alguna fotografía?
-
Por supuesto que sí. Por favor,
esperen un momento.
Ángeles
subió la escalera lo más aprisa posible y rescató su mochila. Bajó al instante
y ante todos sacó la billetera que desdobló a fin de enseñar una fotografía de
ella junto a un señor de aproximadamente su misma edad.
-
¿Ve…? ¡Oh, no! ¡Esta foto no es!
De
forma nerviosa empezó a buscar, pero no había ninguna fotografía de la niña.
Abatida
se sentó en uno de los escalones y se tapó la cara con las manos llorando de
forma intensa.
-
Si le va a servir de algo le puedo
mostrar el vídeo de su llegada. Tenemos cámaras de seguridad- aclaró de pronto
la propietaria.
Una
esperanza llegó a la mujer y saltó del escalón. Jamás pensó que en un sitio
como aquél hubiese cámaras.
Ante
la expectación de todos, y como si fuese una especie de baile ritual, lento y
prolongado, la anciana pidió a todos que la siguieran a una pequeña habitación
situada al lado del mostrador.
Después,
encendió un ordenador que en ella había y, procedió a buscar durante lo que a
Ángeles se le hizo un tiempo muy largo. Al fin, dio al click y se vio con
nitidez a Ángeles entrando en el vestíbulo con la mochila a sus espaldas. Nada
ni nadie más la acompañaba. En la esquina inferior derecha de la grabación
aparecía el día y la hora. Día de la fecha, a las 14,30 horas.
margarita me da envidia lo bien que escribes!
ResponderEliminar¡Muchisimas gracias Abbie! Un beso cariño :D
EliminarQue lindo, es como en esas doradas épocas que no vivimos en las que se vendían los folletines en los kioscos de revistas.
ResponderEliminarAh!!! como seguirá esto?.
Besos.
Que comparación más bonita Navegante. Me encanta. Pues esto sigue y prontito, porque además esta historia es muy cortita. Muchos besos :D
EliminarMe has hecho visualizar las escenas, querida Margarita, me gustó el relato, y me dejaste con ganas de más.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Un beso muy grande.
Muchas gracia María. Me alegro un montón. ¡¡Besos!! :D
Eliminar¡Aquí estoy otra vez!
ResponderEliminarTema de "desaparecidos", interesante y actual. Parece que estamos en un teatro, "viendo" las escenas. Me encanta como escribes, preciosa.
Buen domingo.
Un beso.
Muchisimas gracias amiga. ¡Qué bien que te guste! Me encanta la comparación, de verdad. Muchos besos :D
EliminarMe encanta, me dejas con todo el interés puesto siempre que escribes
ResponderEliminarDeseando saber como continua ^^
Eres una joya :D
Muchisimas gracias preciosa. Prontito vas a saber el desenlace, prontito, prontito. Muchos besos:D
EliminarVaya giro inesperado. Un beso.
ResponderEliminarSí Susana, tú sabes, ahora se enreda todo y después intentaremos desenredarlo, ja ja. Muchos besos :D
Eliminarhola! atentisimas a el futuro relato para saber como sigue, te felicitamos! saludosbuhos.
ResponderEliminar¡Hola amigas! Muchisimas gracias, lo cierto es que esta historia es mucho más corta que las anteriores y está próxima al fin. Espero que os vaya gustando. ¡¡Muchos besos!! :D
Eliminar¡¡Que difícil se esta poniendo tu novela!!
ResponderEliminarMenos mal que he llegado con todos los capítulos listos.
mariarosa