sábado, 30 de septiembre de 2017

Una parada en el camino. Capitulo 2


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Capítulo 2

- ¡Carolina! ¡Carolina!

Ángeles no dejaba de gritar hasta que finalmente y convencida de que en efecto la pequeña no estaba en la habitación, salió al pasillo y continuó con su llamada de auxilio. Igual no había cerrado bien la puerta y la pequeña había salido. Igual... había vuelto a ocurrir.

Al borde del llanto y como si la vida le fuese en ello, comenzó a gritar como una posesa pidiendo ayuda. Rápidamente, la puerta de al lado se abrió y salió un señor de unos cuarenta años. Su rostro mostraba el desconcierto al escuchar los gritos, coincidiendo en el pasillo con el hijo de la dueña, que también acudió al escuchar la algarabía.


Casi no se entendía lo que la joven decía, salvo que no dejaba de repetir “¡Mi niña!,  ¡Mi niña!”, una y otra vez.

-         Señora, por favor, tranquilícese. Soy médico – le dijo el desconocido - ¿qué le ocurre a su niña?
-         Ha desaparecido. La dejé sobre la cama y no está. ¡He mirado por todos lados!
-         Perdón, ¿cómo dice? ¿Desaparecido? ¿Está segura? - preguntó el hombre desconcertado.
-         ¡Por supuesto que lo estoy! - respondió ella ya en lágrima viva.

El hijo de la dueña la miró con cara de sorpresa y en un tono de voz áspero y violento se dirigió a ella.

-         ¡Niña! ¡Qué niña! Señora, usted ha debido perder la cabeza. ¡La he visto llegar este mediodía y venía sola!
-         ¿Qué? ¡Qué dice!- gritó Ángeles desesperada - ¡Usted acaba de subir conmigo y con mi pequeña!
-         ¿Yo? – el hombre soltó una risotada desagradable- ¿Usted cree que esto es el Plaza? ¡Por Dios señora, aquí cada uno sube solito a su habitación! ¡Y usted sólo traía una pequeña mochila en las manos!

Ángeles miró desesperada al extraño que había salido de la habitación de al lado.

-         Por favor, créame. Acabo de llegar hace un momento con la tormenta. He subido con mi hija, Carolina. Sólo tiene dos años. Hemos subido a lavarnos las manos y dejar la mochila. Él nos ha acompañado para indicarnos la habitación. Ahora íbamos a bajar a cenar. - hablaba ya de forma intermitente y nerviosa.
-         Tranquilícese señora. Bajemos si quiere. Al llegar me registré, con usted habrán hecho igual. Aparecerá la hora y si alguien la acompañó.-

Bajaron de forma inmediata la escalera. La anciana estaba al pie de la misma. Sus piernas no le habían permitido subir al escuchar el alboroto pero sentía curiosidad por saber a qué venían tantos gritos.

-         ¡Mi niña no aparece! – le gritó Ángeles a la anciana a bocajarro.
-         ¿Su niña? Perdone pero usted llegó sola este mediodía. A no ser que la metiese en esa mochila tan pequeña que traía.- argumento la señora de mala gana y mirando con desconfianza al otro inquilino.
-         ¡Pero qué dice! ¡Acabo de llegar! ¡Me acaba de atender hace dos minutos! Me comentó que había sopa para cenar...
-         Usted disculpe señora. Soy mayor pero no desmemoriada. Usted llegó este mediodía. Tomamos sopa ¿recuerda? Incluso subió a asearse, luego bajó y me pagó el hospedaje. Me dijo que se iba mañana temprano. Y definitivamente, venía sola.
-         No puede ser, no puede ser.

El otro inquilino se acercó a ella y colocó una mano sobre sus hombros.

-         Por favor, siéntese un momento. Dígame, ¿se encuentra bien?
-         Vine con mi pequeña- lloraba la joven desconsolada.
-         Permítame la pregunta. ¿Le ha ocurrido esto anteriormente? ¿Ha ocurrido en su vida algún suceso desagradable hace poco?

Ángeles le miró sin enfocar bien la vista.

-         ¿Qué tiene eso que ver?- preguntó enfadada.
-         Por favor, conteste mi pregunta. Soy médico, sé de lo que le hablo.
-         La hermana de Carolina… murió al nacer. Eran gemelas.
-         Que Carolina exista en la realidad no quiere decir que la haya acompañado. Por favor, tranquilícese.
-         ¡Claro que me acompañaba! ¡Íbamos a casa de mis padres a pasar el fin de semana! ¡Juntas!
-         ¿Tiene alguna fotografía?
-         Por supuesto que sí. Por favor, esperen un momento.

Ángeles subió la escalera lo más aprisa posible y rescató su mochila. Bajó al instante y ante todos sacó la billetera que desdobló a fin de enseñar una fotografía de ella junto a un señor de aproximadamente su misma edad.

-         ¿Ve…? ¡Oh, no! ¡Esta foto no es!

De forma nerviosa empezó a buscar, pero no había ninguna fotografía de la niña.

Abatida se sentó en uno de los escalones y se tapó la cara con las manos llorando de forma intensa.

-         Si le va a servir de algo le puedo mostrar el vídeo de su llegada. Tenemos cámaras de seguridad- aclaró de pronto la propietaria.

Una esperanza llegó a la mujer y saltó del escalón. Jamás pensó que en un sitio como aquél hubiese cámaras.

Ante la expectación de todos, y como si fuese una especie de baile ritual, lento y prolongado, la anciana pidió a todos que la siguieran a una pequeña habitación situada al lado del mostrador.

Después, encendió un ordenador que en ella había y, procedió a buscar durante lo que a Ángeles se le hizo un tiempo muy largo. Al fin, dio al click y se vio con nitidez a Ángeles entrando en el vestíbulo con la mochila a sus espaldas. Nada ni nadie más la acompañaba. En la esquina inferior derecha de la grabación aparecía el día y la hora. Día de la fecha, a las 14,30 horas.


15 comentarios:

  1. margarita me da envidia lo bien que escribes!

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  2. Que lindo, es como en esas doradas épocas que no vivimos en las que se vendían los folletines en los kioscos de revistas.
    Ah!!! como seguirá esto?.
    Besos.

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    1. Que comparación más bonita Navegante. Me encanta. Pues esto sigue y prontito, porque además esta historia es muy cortita. Muchos besos :D

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  3. Me has hecho visualizar las escenas, querida Margarita, me gustó el relato, y me dejaste con ganas de más.

    Un placer leerte.

    Un beso muy grande.

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    1. Muchas gracia María. Me alegro un montón. ¡¡Besos!! :D

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  4. ¡Aquí estoy otra vez!
    Tema de "desaparecidos", interesante y actual. Parece que estamos en un teatro, "viendo" las escenas. Me encanta como escribes, preciosa.
    Buen domingo.
    Un beso.

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    1. Muchisimas gracias amiga. ¡Qué bien que te guste! Me encanta la comparación, de verdad. Muchos besos :D

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  5. Me encanta, me dejas con todo el interés puesto siempre que escribes
    Deseando saber como continua ^^
    Eres una joya :D

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    1. Muchisimas gracias preciosa. Prontito vas a saber el desenlace, prontito, prontito. Muchos besos:D

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    1. Sí Susana, tú sabes, ahora se enreda todo y después intentaremos desenredarlo, ja ja. Muchos besos :D

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  7. hola! atentisimas a el futuro relato para saber como sigue, te felicitamos! saludosbuhos.

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    1. ¡Hola amigas! Muchisimas gracias, lo cierto es que esta historia es mucho más corta que las anteriores y está próxima al fin. Espero que os vaya gustando. ¡¡Muchos besos!! :D

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  8. ¡¡Que difícil se esta poniendo tu novela!!

    Menos mal que he llegado con todos los capítulos listos.

    mariarosa

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