La niebla era tan
densa que Jonás tenía ante sí un muro blanco e infranqueable. A tientas entre
la nebulosa, caminaba a ciegas pensando en lo irónica que podía ser la vida, ya
solo le faltaba caer al mar y ser tragado por una ballena. Quizás lo mereciese.
Tan solo unos días
antes, su padre le habló de la importancia de volver a poner en marcha la
lámpara del faro, como antaño. Pero Jonás le respondió hablando sobre la
tecnología, para algo era ingeniero de telecomunicaciones. Le habló de los actuales
GPS que llevaban las embarcaciones y de todos los sistemas actuales para evitar
accidentes y pérdidas en el mar.
Pero lo que él no
previó en ningún momento, era que su padre, decidiese hacer una apuesta en el
bar del pueblo, una apuesta que perdió, y tras la cual sin dudar un instante,
decidió partir a alta mar para demostrar que podía pescar a pesar de la
tormenta inminente que se acercaba.
Casi muere del susto
cuando al llegar a casa, su madre le informó con furia palpable que según la
predicción meteorológica, las altas presiones empezaban a crear un banco de niebla tal, que la
visibilidad no sería mayor de cincuenta metros en la zona del puerto. Según
ella, su padre debía haber regresado hacía ya mucho, la noche iba cayendo como
un manto pesado y la visibilidad reduciéndose a pasos agigantados. Estaban
perdidos si no conseguía encender el faro y activar la sirena a tiempo.
Con la rapidez que
solo la desesperación puede dar, la caja de herramientas, y la vieja linterna
de su padre, Jonás voló hasta el viejo faro. Prácticamente a ciegas llegó hasta
los conocidos contornos del muelle,
donde las luces habituales se veían borrosas y confusas. Consiguió asirse a la
baranda de madera que bordeaba el camino que ascendía hasta la loma donde se
situaba su objetivo.
Marcó el número de
teléfono de su padre por centésima vez. Nada. Marcó el de su madre. No había
noticias. Miró a su alrededor con el pánico en el rostro por el temor de
escuchar el sonido de un barco chocar contra las rocas. Cosa imposible, ya que
el ruido de las olas contra las piedras era ensordecedor. En el último tramo de
ascenso, su mente entró de nuevo en pánico al pensar en la posibilidad de que las
lentes de Fresnel que componían la lámpara no se encontrasen en buen estado.
Al entrar tropezó con
algún objeto que no se entretuvo en identificar. Había conseguido atravesar
aquella niebla espesa, pero ahora quedaba lo más urgente, conseguir encenderlo
a tiempo. En cuestión de segundos, para él una medida de tiempo mucho más
larga, fue reviviendo en su mente la cantidad de veces que había estado en
aquél lugar con su padre. Dio al interruptor, pero nada ocurrió y su temor
creció aún más. Buscó la vieja caja de fusibles y maniobró todo lo que pudo con
ellos, utilizando como soporte la linterna que sujetaba con su boca.
Y por fin, cuando
pensaba que no lo conseguiría, escuchó el click ansiado y una tenue luz inundó
la estancia. Se dirigió al cuadro correspondiente y presionó hasta que la luz
emergió del faro, y el pitido de la sirena no se hizo de rogar.
Había conseguido
atravesar la niebla y encender el faro…
Comenzó a desandar el
camino andado y volvió a marcar el número de teléfono de su padre.
- ¡Hola hijo! –
escuchó algo entrecortado, pero claro.
- ¿Papá? ¿Dónde estás?
– le grito con rabia y desesperación mientras miraba al vacío donde debía estar
el mar.
- Pues donde voy a
estar hijo. En casa, calentito, que vaya niebla se ha levantado. Por cierto,
gracias por ayudarme a ganar la apuesta. Aposté con mis amigos que te hacía
activar el viejo faro antes de que oscureciese del todo.
Jajaaaa, buenísimo Margarita. Un relato perfecto, intenso y lleno de ingenio, me tuviste atrapado y valió la pena el final.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Me alegro que te haya gustado Navegante! La verdad es que echaba de menos el contar historias de este tipo, ja ja. Ya has visto que por aquí ves igual terror que humor, pero te confieso que el sentido del humor para mí es primordial. Muchos besos :D
EliminarVaya pillo el padre. Un beso.
ResponderEliminarPues sí Susana, ja ja. Muchos besos :D
EliminarMe ha encantado margarita!! eres una artista! La verdad es que me encanta esa intensidad que solo tu sabes seguir
ResponderEliminarMuchisimas gracias Abbie, ja ja. Tenía muchas ganas de poner algo con sentido del humor. Muchos besos :D
EliminarHolaaa
ResponderEliminarme ha encantado, aunque esto ya es costumbre con lo que escribes, pero fue intrigante y al final PUM!
Muchas gracias por compartirlo ^^
Besazo!
Muchisimas gracias Naya, echaba de menos escribir mis cuentos de una sentada, ja ja.
EliminarMuchos besos :D
¡¡Muy bueno Margarita!!
ResponderEliminarUna verdadera historia familiar, esas cosas suelen suceder. Muy bien relatado.
mariarosa
¡Muchisimas gracias María Rosa! Muchos besos :D
EliminarUn relato interesante con un final inesperado dada la trama compuesta... Y sin embargo natural al enfrentar dos concepciones del mundo. El ayer y la "tecnología" del hoy.
ResponderEliminarAbrazos, Margarita.
Muchas gracias Ernesto, intenté informarme un poquito para darle algo de verisimilitud. Pero lo cierto es que al final, me dejé llevar por lo que iba surgiendo, ja ja.
EliminarMuchos besos :D