Capítulo 1
Escuchar
el canto del viejo ruiseñor, es uno de mis placeres favoritos. Cuando la tarde
cae sobre la pradera, gusto de sentarme en la vieja mecedora, heredada de mi
abuela, y balancear el ir y venir de mi serena vida, dejando que el impulso de
la noche adormezca mis desvelos.
No
es fácil vivir sabiendo que la muerte está cerca, o... sí. Todo depende a veces
de si tienes prisa por iniciar un viaje desconocido y recóndito, o por el
contrario, prefieres esperar para esa gran barcaza que atracará en puerto desconocido.
A
mis ochenta y cinco años mantengo mi mente lo más despierta posible, dentro de
los límites razonables. Pero no todas mis aptitudes siguen en igual forma.
Disfruto de un buen libro, aunque mis ojos ya casi no me permiten leer un
párrafo del tirón, ante el incesante baile de los letras, convertidas en
aguerridos danzarines por la página. Aun así, la lectura sigue siendo uno de mis vicios más conocidos, y aun, por mi
cuerpo permitido. Sumergirme en las
páginas de una buena historia me relaja y conforta.
Disfruto
de una buena comida, a pesar de las insistencias de mi doctora para que deje de
tomar todo aquello que me gusta. El atardecer se ha convertido en un deleite
para mi cansada vista, y el amanecer, un lujo que saboreo despacio.
Acepto
lo que la vida me ha dado, y doy a la vida lo que ella acepta de mí. No tengo
ya tiempo para perderlo en enfados innecesarios, y desde luego, no necesito
quebrantos imposibles.
Ha
llegado la hora de cumplir con lo prometido hace sesenta años, aquella tarde de
lluvia enfadada, en la loma del viejo
monte. Mi bastón me espera junto a la vieja mecedora. Crujiendo el entarimado,
y sosteniendo el doblado trozo de madera el peso de mi cuerpo, como apoyo
necesario, mientras desciendo la improvisada rampa que preparé cuando mis
rodillas se declararon débiles.
Enfilar
el sendero al monte es un paseo que tomo con calma, sin prisa, pero sí, con la
ilusión, de que al fín, hoy pueda ser el día en que cumpla mi promesa. Una vez
liberado de ella, podré descansar al fin sereno, en cuerpo y alma, los días que
siga bajo este sol y esta luna, mientras algo perverso no me lo impida.
Ah,
anhelada juventud que se marchó hace ya el tiempo debido...
William
Shakespeare, Cervantes, Góngora... me acompañan en mi espera bajo el viejo
ciruelo, a la espera de la llegada incierta del joven que habrá de relevarme en
ésta tarea, que ya me empieza a resultar algo agotadora.
Pero
desvarío. Desvaríos de viejo que se toma su tiempo, que para algunas cosas de
la vida poco me queda, pero para otras, tengo todo el del mundo.
Todo
comenzó hace sesenta años... sin saber cómo, ni por qué, quizás causa del
destino, del desconcierto, del amor no correspondido, o de la suerte...
Y
en esa misma suerte casi no puedo creer, cuando ahora, enfilando el sendero,
veo una figura sentada bajo el viejo ciruelo. Una joven cuyo rostro muestra la
huella de las lágrimas. ¿Será ella la elegida para sustituirme?
Sí,
es ella. Lo presiento. La determinación de su mirada, la luz que emite, la
desesperación de su llanto. Viene buscando la vieja magia del ciruelo, y yo, se
la daré, la ayudaré en lo que pueda, y ella, al fin, tomará el relevo en esta
tarea que ya se me hace algo larga...
-
Buenas tardes, jovencita.
-
Buenas tardes, señor.
-
¿Llego en mal momento? ¿O tal vez, en el mejor posible?
-
¿Disculpe?
Lo
entenderá.
-
Deja que te ayude muchacha. Pero primero, tienes que cederme ese sitio. Mis
piernas no están ya para sentarse en el suelo, ni en la hierba, que a estas
horas, está fría y húmeda.
La
muchacha se levanta de golpe, avergonzada, y me mira, pensando si estoy loco,
perdido, o vete tú a saber qué.
-
La verdad es que alguien me contó que usted venía aquí a diario, bajo el viejo
ciruelo.
-
Así es jovencita.
-
Y dígame... ¿de veras puede ayudarme?
-
Eso espero. ¿Has escuchado la leyenda de este lugar?
-
La de que es mágico. Y cada cierto tiempo ayuda a alguien en algo muy
importante para él. Y a cambio, esa persona ha de cuidarlo hasta que otra le
sustituya. ¿Esa leyenda?
Suena
ridículo escuchado de esos labios que no quieren creer lo que están diciendo,
pero que en el fondo, sí espera que esa leyenda sea cierta, o de lo contrario
no estaría aquí. Muchos jóvenes han venido a lo largo de los años a burlarse,
pero esta vez, presiento que ella es la elegida.
-
La leyenda es cierta... Nuria.
-
¿Cómo sabe mi nombre?
-
Me lo ha susurrado el viento, y al viento, se lo ha dicho el ciruelo.
La
joven se levanta asustada y me mira como si yo fuese el mismísimo Dios o mucho
peor, el demonio en persona.
-
¿Tienes tiempo para escuchar una historia?
Creo
que se ha percatado de que no soy un peligro para ella, y asiente.
Se
sienta en el suelo, a mi lado en el viejo tronco. Para ella, y sus jóvenes
piernas, no es un problema.
-
Deja que te cuenta una historia, tan cierta, como que tú y yo estamos ahora
aquí. Te hablo de hace sesenta años, pero en mi mente sigue estando tan
presente como si fuese ayer.
Ella
asiente, y yo comienzo mi relato.
Qué interesante. Espero impaciente. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias Susana. ¡Besos! :D
EliminarHola Margarita, estaba esperando el final de "Primogenitos" y me encuentro con un nuevo cuento. ¿Qué paso o qué no entendí del cuento de Aldonza?
ResponderEliminarmariarosa
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarMaria Rosa cariño, que hice espoiler en el anterior comentario. Espero que no lo hubieses leido todavía, ja ja. El final de Primogénitos es el capitulo 7. Imagino que no lo habrás leído aun. :D Puedes verlo de una forma rápida. Entra en la pestaña de mini-novelas, y de ahí, le pulsas a Primogénitos y tienes toda la mini novela completa. Un beso muy fuerte :D
EliminarMuy interesante.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Kristalle. Un beso preciosa :D
Eliminar¡Ay Margarita! Aquí ando espectante. Interesante.
ResponderEliminarUn besote
Éste es más cortito, solo 5 capitulos, pero creo que te va a resultar "simpático". Un beso muy fuerte :D
EliminarBueno Margarita, parece que la historia que se viene es interesante....
ResponderEliminarmariarosa
Ja ja ja, muchisimas gracias María Rosa. ESo espero :D
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