Almudena se había levantado bastante temprano,
hoy tenía una visita especial, debía de trabajar con un grupo que venía a
visitar su amada Mezquita desde muy lejos. Intentaría, como hacia cada vez que
mostraba el alma de este monumento, transmitir lo que representaba al
milímetro. Siempre disfrutó con su trabajo como guía turística, pero desde que
fue encomendada con exclusividad a La Mezquita era feliz. Este lugar le
transmitía una paz y una seguridad indescriptibles.
El grupo la esperaba a la hora fijada y
ella saludó a todos y comenzó el recorrido. Todos la escuchaban, pero había
alguien en el grupo que la estaba poniendo algo nerviosa. Era un hombre de piel
morena y ojos grandes y oscuros. La miraba imperturbable, como si la conociese.
Su mirada no se despegaba de ella ni un solo instante...
Aun así, continuó con
las explicaciones y volvió a repetir la cantinela relativa a la construcción de
la Mezquita al lado del alcázar o palacio del califa y dentro de la medina o
ciudad islámica.
Señaló su “quibla” o muro orientado hacia
la Meca, explicando que se rezaba en esa dirección. En medio de ese muro se
sitúa el “mihrab” que es una pequeña capilla o nicho muy decorado porque es el
lugar más sagrado, donde se coloca el “imam” que dirige la oración y recuerda
el lugar de la casa de Mahoma desde el que el profeta dirigía la plegaria. Al
lado del “mihrab” se coloca una especie de púlpito llamado “minbar”. La rica
decoración del mihrab se prolonga en el espacio que hay delante y se aísla del
resto de la sala de oración para reservarlo al califa y las grandes
autoridades. Este espacio se llama “maqsura”.
Como cada día, Almudena percibió los
rostros de admiración y sorpresa. De todos menos de él. Él solo la miraba a
ella.
Terminó su turno y decidió que era hora de marcharse
a casa. Ya iba a salir cuando vio un objeto extraño al lado de una de las
columnas. Tenía forma de tetera y le hizo sonreír, el entorno dónde se hallaba
y aquél objeto allí, la hizo recordar a la lámpara de Aladino de los cuentos.
Se dirigió hacia ella casi con reverencia.
Observo a su alrededor, ya no había nadie allí dentro. De pronto tuvo la
necesidad imperiosa de tocarla, de pasar suavemente las manos por su exterior
liso, cromado… Cuando se quiso dar cuenta la tenía en sus manos, y lo que es
peor, ¡la estaba frotando!
Una especie de humo azulado salió de
aquella especie de tetera y Almudena creía que iba a sufrir un infarto porque
notaba su corazón a mil por hora.
·
Hola
querida Ama.- soltó de pronto una especie de señor que se formó de aquel humo
azul.
·
¡Señor!
¡Qué broma es ésta!
·
¿Broma?
No, el concepto que yo tengo registrado de broma es diferente al concepto que
en estos instantes se establece entre nosotros, ama.
·
¿Eres un
genio? Por favor, dime que no, dime que he tomado algo o que he trabajado
muchas horas y que necesito descansar.
·
No soy
exactamente un genio, pero se me puede denominar algo parecido. ¿No me
reconoces?
·
No…
Espera un momento, ¡yo te he visto antes! ¡Hoy! ¡Has estado todo el día tras de
mí en la visita guiada!
·
Pues…
sí, así es. Veo que después de todo te fijaste en mí, querida ama.
·
¿Ama?
¡Me has dicho que no eres un genio!
·
Y no lo
soy, o al menos, no soy un genio de los de Aladino que concede tres deseos. Yo
soy diferente. Mi misión es enseñarte algo importante que debes saber.
·
No
entiendo.
·
Soy un
antepasado tuyo, y sí, me he acercado a ti de una forma algo peculiar, pero no
te alarmes, cuando te muestre lo que quiero enseñarte desapareceré y pensaras
que solo he sido un extraño sueño.
·
No entiendo nada.
·
Lo sé,
Almudena. Lo sé.
Antes de que ella reaccionase, él se acercó
y le tomó la mano. De pronto Almudena se sintió ligera como una pluma, como si
ella también fuese de humo. Sintió como su cuerpo dejaba de pesarle y poco a
poco se iba transformando en humo rosado y se mezclaba con aquel humo azul
entrando juntos en aquella especie de tetera.
“Me he vuelto loca”, “Totalmente loca”.
De pronto sintió que de nuevo tenía cuerpo,
si bien se sentía flotar. Esperaba estar dentro de alguna estancia bellamente
decorada con cojines de colores y bellos elementos, pero en lugar de eso se
encontró volando por un desierto y… de pronto volvió a ver su Córdoba querida,
pero desde el aire. Su cuerpo cayó de golpe. Y entonces notó que estaba vestida
con ropajes antiguos árabes. Su cara estaba cubierta por un velo muy liviano. Y ante ella, el hombre misterioso vestido con
ropa también de antaño le sonreía.
·
Este es
tu pasado Almudena. ¿Me recuerdas al fin?
Todo encajó en su sitio. Almudena empezó a
ver imágenes en su cerebro. Imágenes de ella viviendo con aquel hombre, riendo
juntos, pero con respeto, imágenes de ella en un mundo que le era muy conocido
a través de los textos pero que jamás había visitado. Se encontraba en la
Córdoba de la época islámica. La ropa, la gente, todo a su alrededor. La
Mezquita no era la misma. Era más pequeña. El muro de la qibla estaba orientado
hacia el sur, y había once naves en la sala de oración con doce tramos
·
¡Estamos
en la época del califa Abd-al-Rahman I!
·
Soy
descendiente del califa y mi misión era traerte a su época. Tu época. Tú
viviste aquí. Ahora, al cabo de los años, de los siglos, mi misión era
localizarte en el tiempo y hacerte revivir. Hacerte recordar. Por eso pones
tanto interés en tu trabajo. Por eso amas tanto todo lo relacionado con lo
musulmán.
·
Pero… yo
nací en Granada ¡hace treinta años!
·
Lo sé.
Pero también viviste aquí, y eres de aquí. De Córdoba. Pero de la Córdoba
musulmana.
La muchacha notó una especie de vértigo y
de nuevo volvió a ver imágenes de tiempo atrás. No dudó, había
vivido allí hacía siglos.
Observó como la Mezquita crecía con
Abd-Al-Rahman II que derribó el muro de la qibla y amplió las naves en ocho
tramos.
Al-Hakem II hizo la ampliación más bella
con un nuevo muro de oración y un nuevo mihrab. Con cuatro cúpulas, una en la
nave central, en el eje del mihrab y situada en el lugar en que se comenzó la
tercera ampliación y otras tres en la maqsura.
Almanzor añadió ocho nuevas naves hacia el
este…
·
¡Ya
recuerdo!
·
¿De
veras ama?
·
Ya
recuerdo Abdul. Siempre me serviste bien. Siempre fuiste fiel a mí.
Abbul se arrodilló ante ella mientras de
forma misteriosa, ella observaba como su ropaje antiguo era sustituido ahora
por otro bien distinto, un leve corpiño y unos pantalones de gasa casi
traslúcida. Su pelo crecía hasta la cintura y sus ojos… brillaban emocionados.
·
Me
fuiste fiel en cada ampliación, en cada cambio. Cuando era la Basílica
Cristiana de San Vicente, cuando me volví yo misma…
Lo recordó todo.
·
Gracias
Abdul por traerme de nuevo. Acabo de sentir quién soy. Acabo de darme cuenta. Yo
soy LA MEZQUITA CORDOBESA.
·
Sí
señora. El espíritu de la Mezquita antigua en el cuerpo de una mujer. Una bella
mujer de grandes ojos negros.
·
¿No
recordaré nada de esto?
·
Me temo
que no todo, señora. Sólo recordará su amor a Córdoba.
·
Sea así,
pues, querido Abdul. ¿Te volveré a ver?
·
Sí
señora. Dentro de unos siglos más volveré y volveré a recordarle quien es.
Siempre mantendré vivo y despierto su espíritu. No importa en qué época viva,
ni tampoco los cambios que van transcurriendo en la historia… yo siempre le
devolveré su espíritu.
Unas horas después, alguien descubrió el
cuerpo de Almudena tumbado en el suelo. Estaba pálida y tenía el pulso débil,
pero su rostro mostraba una belleza singular.
Sus jefes le recomendaron unas vacaciones
que ella no quiso aceptar. Todos los grupos querían que fuese aquella joven de
grandes ojos negros quién les guiase en los misterios de aquél otro mundo, lo
hacía con tanta fuerza… que algunos rumoreaban que aquella joven y La Mezquita
eran una sola. Pero es no era posible, ¿verdad?
Margarita ojala yo tambien algun dia yo encuentre un genio tambien seria fabuloso. Volver a donde se pertenece.
ResponderEliminarFeliz Dia guapa!
¡Gracias Sonatina! Sí, yo creo que todos añoramos el lugar del que partimos, aunque solo sea un poquito, porque ya hayamos construido nuestra vida en otro lugar. ¡Feliz día a ti también! :)
EliminarEScribes genial!!1 me ha trasladado a otro lugar
ResponderEliminarMuchísimas gracias cariño. Un beso muy fuerte y no sabes la alegría que me das. Un beso gigante :)
EliminarEstimada escritora-soñadora, noto con satisfacción que no ha perdido usted ni un ápice de ese don que siempre la ha acompañado, sigue escribiendo como los ángeles.
ResponderEliminarDesgraciadamente nunca he visitado la Mezquita, pediré al genio de la lámpara que si alguna vez lo hago pueda ir acompañado de usted.
Muchas gracias. La verdad es que "Mora" forma parte de los cuentos que escribí hace tiempo, quizás un poquito retocado, jaja. ¿Nunca has visitado la Mezquita? Pues conmigo o sin mí, deberías hacerlo si tienes la oportunidad para ello. ¡Es una maravilla! (Y ya de paso, visita Córdoba entera, incluido su puente. Merece la pena) :)
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