Alas de cuento

 

 Al nacer la cubría una delgada capa blanquecina sobre una piel arrugada y peluda. Sus padres pensaron que era un engendro monstruoso fruto de una maldición antigua. 

La entregaron a una anciana cabizbaja que canturreaba en las noches de luna llena. Ella la arropó contra su pecho balbuceando palabras incoherentes sobre deseos y almas perdidas. 

Le dieron la orden de acabar con su vida, pues era distinta y no era bonita. 

Más la anciana la custodió en su pecho contándole cada noche la historia de cada alma errante. Le narró las canciones que entonaban los juglares y le susurraba caricias como si fuesen terciopelo rojo.

Una noche oscura, la anciana dijo estar demasiado cansada de la vida y anheló el sueño eterno. La niña aterrada quiso esconderse del mundo, más la mujer antes de partir, la hizo repetirle cada historia compartida. 

La joven sintió el cosquilleo, y vio como cada una de ellas se envolvía en las mismas caricias que la anciana le había regalado. Ante ella, un espejo le devolvió una imagen bien distinta, donde la niña ahora era dama, y los cuentos tenían alas...

Y así nació ella. 

La dama de las almas de cuento errante.