La frialdad del suelo me
resulta excitante. Entre risas y bromas, la sangre calentada, un
coqueteo durante mucho tiempo alargado, la seducción llevada a cabo
paso a paso, con lentitud, y avances seguros.
Su cabellera se encuentra
entre mis dedos y ambos nos envolvemos en un abrazo de necesidad y
lujuria. Ha improvisado un lecho sobre las hojas caidas bajo el viejo
roble. Me ha dicho que no me preocupe por el frío. Él me hará
entrar en calor, me susurra entre beso y beso, mientras sus manos
inician su recorrido, como en una ceremonia hermosa, con lentitud y
respeto. La noche está algo nublada, pero es cierto que no hace
frío. Las tupidas hojas del viejo roble nos sirven como escondrijo
de amor en esta noche tan esperada. Este momento tan alargado, tan
deseado.
Nos conocimos hace ya varios
meses, y la atracción surgió desde el primer instante. Su voz
aterciopelada supo limar las asperezas de mi anterior desengaño. Sus
bromas y juegos empezaron a abrir la armadura cerrada y la
sensualidad de su mirada comenzó a derretir los obstáculos. Y
aquí estamos, en el día de mi
cumpleaños. Truco o
trato me propuso... Ambos, le respondi yo entre risas. El mejor truco
que te han hecho jamás, y un trato, como regalo de cumpleaños, un
grito en la noche apasionado y repleto nacido
de mi garganta ansiosa...
Esa fue su promesa.
Ha sentido mi nerviosismo y me
ha traído a este lugar que ha preparado de forma hermosa. Unas
mantas recubren el lecho de hojas y hasta ha traido velas que
enciende a mi alrededor. Prefiero no tumbarme y apoyo mi espalda
contra el grueso tronco del viejo roble. Él se sienta conmigo,
iniciando sus besos un surco de fuego en mi piel.
Botón a botón va ganando
terreno, despacio. La yema de sus dedos va quemando mi piel desnuda,
en una lenta caricia que amenaza con llevarme al extremo más
deseado. No recuerdo este fuego que comienza a extenderse, este deseo
líquido que me hace respirar con dificultad. Sus labios sobre los
míos, saboreándome, saboreándonos. Siento un descenso de su lengua
ardiente por el tenue canal abierto de mi blusa. Su aliento
susurrando mi nombre, sus manos dibujando promesas en el lienzo
improvisado de mi cuerpo... caricia tras caricia buscando aquellos
puntos más sensibles; los jadeos aumentando en el sonido dormido de
la noche; el deseo creciendo, y ambos cuerpos comenzando a ser
torrentes cálidos. Siento como su ímpetu crece y sus caricias se
vuelven más exigentes, más atrevidas. Intento seguirle en su juego,
pero siento que él ha tomado su propio ritmo.
De pronto siento algo de frío
entre tanta llama, el anhelo imperando. Necesito que se detenga un
instante, ver su rostro, sentir su mirada, unir nuestras pupilas. Me
cuesta detenerle. Se ha vuelto exigente... Es entonces que abro los
ojos para ver el deseo en su rostro. Solo se me ocurre susurrar a su
oído...
- Necesito sentirte.
Miles de ojos brillantes y amarillentos me rodean entre la espesura cercana y entro en pánico repentino, cortando mi deseo y helando mi alma. Intento avisarle y entonces... veo su sonrisa. Una sonrisa anclada sobre dos colmillos sobresalientes, de unos
labios resecos, que buscan colmar su sed en la vena palpitante de
mi cuello; mientras sus ojos se han tornado repletos de nubes y yo
cumplo su profecía, gritando con las pocas fuerzas que a mi cuerpo
le quedan. Casi no respiro cuando escucho su susurro ronco junto a mi
oído, mis ojos ya abiertos de par en par y mi cuerpo intentando una
huida que no llega...
- Te prometí un grito...
Y sí. Grito de nuevo agitando
mi cuerpo en espasmos del más instintivo terror posible.
A veces me dejas sin palabras, y ya : )
ResponderEliminarJa ja ja... ¡Un beso Diana! :D
EliminarUn relato muy apropiado para esta noche...
ResponderEliminarVaya final, con lo bien que había empezado todo.
Besossssss
Ja ja ja, pues sí Maite. Vaya terminación de noche, ja ja. ¡Besos! :D
EliminarExcitante relato! Muy creativo y detallado.
ResponderEliminarAbrazos Margarita.
¡Gracias Ernesto! Las cosas que se pone una a contar en Halloween, tú sabes, esas cosillas que pasan en ésta y cualquier otra noche....
Eliminar¡Besos! :D
Madre mia, olvidé que estábamos en Noviembre y creí estar leyendo un relato suave y romántico. Genial.
ResponderEliminarJa ja ja, ¡Gracias Manuela! Tú sabes, estas noches son muuuuy raras, ja ja.
Eliminar¡Besos y bienvenida a mi pequeño mundo! Gracias por comentar, los comentarios me ayudan mucho.
Uf... bue... esteee... excitado primero y luego con cierto escozor recorriendo mi espalda. Me hiciste sentir de todo, jeje.
ResponderEliminarBesos.