El polvo acumulado me hizo toser. Una pequeña nube se dispersó en el ambiente dejando que las superficies oscuras se dibujasen blanquecinas, haciéndome desear pasar los dedos por ellas y dibujar corazones.
Sentí el mio propio golpeando con fuerza mi pecho; tomé la llave que colgaba de mi cuello y la introduje en la cerradura del cofre que tenía en mis manos.
Y después, abrí la tapa.
Allí estaban, amarillentas por el paso del tiempo y cubiertas de ramitas de lavanda deshojadas. Cartas...
Mis manos temblaron al liberarlas del pequeño cordel que las sujetaba como si fuesen cilindros atrapados por el tiempo. La elegancia de una letra cursiva y pequeña bailó ante mis ojos emocionados...
"Mi querido amor, cierro los ojos en esta noche inhóspita e imagino que estás a mi lado. No puedo olvidar el tacto suave de tu piel allá en el lago, cubiertas solo por la luna y por la fragancia de nuestros cuerpos. Temblabas y no era de frío... Jamás me pareciste más hermosa, jamás te sentí tan cercana a pesar de tus miedos. Jamás podré olvidar..."
Sentí que invadía la intimidad de la que fue mi bisabuela. Sentí que si bien era hermoso descubrir aquellas cartas de amor, una parte de ella quedaba expuesta. Pero ella me entregó la llave. Fue ella quién me dijo donde estaba el cofre.
Seguí leyendo, no podía dejar de hacerlo a pesar de la intimidad que subyacía en cada palabra... y entonces vi la rúbrica al final, recordando al tiempo que mi bisabuelo jamás fue hombre de palabras de amor.
"Te amo mi querida Clara, más que a mi vida.
Angélica".
La sorpresa me hizo cubrir mis labios y cortar el grito que quiso escapar. Angélica... ¿Quién era Ángelica?
Recordé el rostro amable de mi bisabuela y como su mirada se perdía en más de una ocasión, dejándola caer entre suspiros. Fui consciente más de una vez de sus lágrimas con la vista perdida en un punto lejano.
Mi bisabuela, la siempre correcta mujer que me confesó una vez haberse casado "por obligación". Ahora comprendo la humedad en sus pequeños ojos cubiertos de nubes y la emoción con la que me entregó la llave, justo antes de morir...
Necesitaba compartir su secreto, y me eligió a mí para ello. La emoción me llenó y observé de nuevo el nombre escrito, acariciando las letras como si al hacerlo pudiese saber de quién se trataba. "Angélica".
Seguí buscando y mis manos temblaron al rozar los bordes algo levantados de lo que parecía, y en efecto fue, una fotografía.
En ella, una mujer de aspecto elegante y mirada fuerte... En el dorso, unas letras indicaban que se trataba de aquella "Angélica" que yo ansiaba conocer...
Volví a guardar aquellas letras impregnadas de sentimientos. Coloqué de nuevo el cordel en torno a ellas y cerré el cofre. Un cofre que limpié a conciencia y coloqué en la mesita favorita de mi bisabuela, en aquella que había sido su casa y que ahora era la mía.
Junto al cofre, un marco de plata antigua con dos fotografías: mi bisabuela y Angélica. Junto a ellas un jarrón con flores frescas.
Tener guardadas las cartas de los ausentes es un gran consuelo para ir a su encuentro y renovar recuerdos, un abrazo Margarita!
ResponderEliminarHola Maria Cristina, la verdad es que sí. Besos :D
EliminarTe cuento Margarita, al poner mi comentario sólo había visto publicado dos o tres párrafos que quedaban como un misterio, luego para ver si había quedado registrado volví y se desplegó todo el relato, muy sorprendida quedé! Una historia conmovedora sin dudas, un abrazo!
ResponderEliminarJajaja, no te preocupes cariño. Me alegro muchísimo que te haya gustado. Un beso :D
EliminarQué bonitas eran y son las cartas. Tanto recibirlas como leerlas. ¡Cuántos secretos guardaban! Maravilloso, como siempre, Margarita. Un besazo.
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias preciosa! Besos :D
EliminarUna bonita y bella historia que al leer esos pergaminos se entienden ciertas cosas. Los secretos siempre han existido y siguen existiendo, forman parte de nosotros.
ResponderEliminarUn gran abrazo Margarita.
¡Muchísimas gracias Juan! Besos :D
EliminarTodos cargamos una historia que solo nosotros conocemos... nosotros y los que nos leen. Hermosa historia Margarita... así se debe sentir el amor.
ResponderEliminarAsí es Pau, y en este caso pues fíjate. Besos :D
EliminarMe has traido a la memoria un recuerdo entrañable....cuando a diario recibía cartas de amor , hoy es tofdo tan distinto...
ResponderEliminarSiempre que llego me voy con la alegría de haberte leído
Un abrazo
Hola Stella, muchísimas gracias. Un beso muy fuerte preciosa :D
EliminarSigue la historia por favor....¿la conocerás? tendrás ese encuentro con la persona que nunca imaginaste?..ufff
ResponderEliminarbelloooo
Quiero pensar que sí, que la encontrará. Quiero pensar que esa persona entablará una hermosa amistad con la nieta de la que fue su amor oculto. Besos :D
EliminarQue ingenuos somos pensamos que el amor es algo que inventamos nosotros.
ResponderEliminarNo te digo nada Margarita, por aquí ya te piden que continúes, tus palabras como siempre embriagadoras.
Un beso.
Hola Ángel, muchísimas gracias. Siempre me animais muchísimo. Escribiré una segunda parte. Besos :D
EliminarHermoso relato cargado de amor, de nostalgia, tristeza, un relato que nos muestra las incomprensiones vividas en otras épocas por tanta gente, sobre todo por amor, me gustó mucho, romántico como soy yo, un abrazo, PATRICIA F.
ResponderEliminarHola Patricia, muchísimas gracias. El amor es tan importante que me gusta que siempre haya motas en mis relatos. Algunas veces, más que motas, son el casi todo, jaja. Besos preciosa :D
Eliminar¡Hola Margarita!
ResponderEliminarAins, las cartas antiguas es que son super románticas y tristes, me encantan :D
En fin, me ha gustado ese giro, se amor entre dos mujeres en otra época... muy buen tema, enhorabuena.
¡besotes!
¡Muchísimas gracias Irene! Un beso muy fuerte :D
EliminarPrecioso escrito. Un beso, querida. Que tengas buen día.
ResponderEliminarHola Rocío, muchísimas gracias cariño. Besos :D
EliminarMe gusta esa historia margarita, esas cartas llenas de recuerdos, situaciones, la vida misma por escrito.
ResponderEliminarUn Abrazo.
Hola José Antonio, muchísimas gracias :D
EliminarMe produce ternura la conexión que a veces existe entre nietos y abuelos. La has puesto de relieve en tu relato. Un abrazo Margarita
ResponderEliminarAsí es Loles. Un beso muy fuerte cariño :D
EliminarMargarita, nos dejas una historia muy interesante gracias a esas cartas que pudiste leer. Hoy todo se va viendo con más normalidad. El amor sigue siendo amor cuando dos personas son cómplices del sentimiento, sin importar el sexo. Muy bueno, amiga.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño.