La casa de los principios, de Ana González Duque

 

Hola queridos amigos míos, quiero que os fijéis en la derecha de mi blog, allí donde están esos blogs a los que sigo. En esa relación encontraréis un blog titulado El fogón . Este blog está escrito por una autora llamada Ana González Duque, una de esas mujeres capaces de mostrar un mundo en el que asomas la cabeza, y te quedas con ella, te enamoras, sin más. 

Pues bien, conocí a Ana a través de su podcast: "El escritor emprendedor". Me puse a investigar un poquito, y terminé suscrita en su canal de Youtube. Pensé... Me encanta, es espontánea y directa. Y sobre todo, uf, coincidimos en un montón de cosas. Así que...

La conocí personalmente en la biblioteca "Infanta Luisa" de Sevilla, cuando hizo la presentación de su libro "La sociedad de la libélula" .

No os preocupéis, ya os hablaré de este libro más de tú a tú. Deciros sin embargo, que si os gusta la fantasía, por favor, no lo dejéis escapar. 

Aquella tarde noche descubrí lo que yo ya sabía. La sonrisa de Ana es lo más auténtico que os podéis imaginar. Pero no voy a ser yo quién os hable de ella, sino ella misma. Pinchar en el enlace y conoceréis a una gran mujer. 

https://www.anagonzalezduque.com/sobre-mi/

¡Pero vamos a lo que vamos! 

¿No es una portada preciosa?

Pues os digo que la historia que hay en su interior, también lo es, y os confieso algo, y es que esta historia para mi si que es una historia de principios, pues lo leí un día soleado, pero no caluroso, de septiembre. Lo hice en Sevilla, sentada en un banco a las puertas de Maternidad, ansiosa por tener noticias del nacimiento de mi primera nieta. ¿Puede haber mejores comienzos? 

Sara Flavín es una mujer que vive aletargada. Tiene un trabajo que no le gusta, bajo las órdenes de su padre, un hombre serio, distante, frío. Perdió a su marido en un accidente de tráfico y desde entonces, su mundo se ha vuelto apagado e insulso. 

Su padre le hace un encargo muy especial. Ha de viajar a la que fue la casa de su abuela, una mujer con la que él no tenía buena relación. La casa está vacía y venderla es una opción más que segura. 

Pero esa casa no está vacía. Al contrario, está habitada por unas personas muy, pero que muy singulares. Una bibliotecaria jubilada con fama de bruja, una niña que colecciona palabras raras o un hombre tan guapo que parece salido de un cuadro. 

En este lugar Sara aprenderá que la vida, no siempre es como la pensamos. A veces, todo es mucho más sencillo. Tan sencillo, como comenzar de nuevo, aunque ello suponga enfrentar miedos, tomar decisiones, llamar a las cosas por su nombre o esa parte que a mi me encanta... dejarse llevar por lo que te grita esa voz interior a la que tenemos la manía de callar. 

No pienso contaros nada más, que lo que quiero es que lo leáis. Me ha parecido una historia preciosa, y muy bien ambientada. Me he sentido feliz en cada rincón de esa casa.

Solo son 102 páginas, pero de esas páginas que terminas de leer y suspiras, abrazas el libro, y hasta aspiras con fuerza. En mi caso, cerré la tapa del kindle y acaricié su cubierta, con una tonta sonrisa en la cara y la mirada perdida. 

Sus personajes están muy bien creados, la pluma de la autora es ágil y directa. Una historia de amor que no lo parece, una historia que se va mezclando como en el mejor de los guisos, a fuego lento, con el resto de los ingredientes. Quizás su autora utilizó para esta delicada combinación de amor, misterio y recuerdos... un fogón muy especial.