El
mes de octubre se despedía a través del frescor de sus noches.
Algún que otro banco de niebla, en la zona cercana al río, cortaba
la oscuridad con su vapor blanquecino. Andrea
gustaba de pasear a diario por aquella zona, lejos de curiosos y
transeuntes inquietos. Debido a su
cierta lejanía del pueblo, y a su cercanía con el cementerio, aquél
camino de adoquines y piedras
húmedas, no era la opción de
muchos, y por tanto, era un lugar muy tranquilo.
Le gustaba
de llevar sobre los hombros de su bonito vestido, una toquita de lana
blanca que su abuela le había tejido hacía ya mucho tiempo, cuando
ella apenas comenzaba a ser una adolescente.
El
cabello suelto, tintando de oscuro la toquilla blanca, desparramado
sin orden ni concierto, y una piel extremadamente pálida, le
conferían a Andrea sin lugar a dudas el mismo aspecto que podría
tener un fantasma, si es que estos existieran, claro.
La
muchacha, pues era bastante joven, no sobrepasando los veinte años,
gustaba de aquellos paseos nocturnos, pero sobre todo, de aquél
detalle en cuestión que la seguía sorprendiendo y agradando a
partes iguales. Una hermosa rosa
roja de largo talle, colocada sobre el murete del camino que iba al
cementerio y que ella recorría.
Una rosa que solía desprender un aroma intenso que la envolvía y la
hacía abrazarse a sí misma en una sonrisa... “Héctor”. Estaba
segura, de que aquella preciosa flor, solo podía ser de Héctor,
para ella. Aquella fragancia era la de la variedad de “Pasión de
Andrea”. Así la llamó él cuando al fin obtuvo la mezcla perfecta
y exacta que deseaba. Una variedad de la que le preparó a ella un
ramo, junto con un anillo, y una promesa. La de acompañarla toda su
vida si aceptaba casarse con él.
Todavía
sonreía al recordar aquellos instantes en que sus labios se unieron
mientras ella sostenía en sus manos la primera de tantas rosas que
él, le regalaría cada día. Y por supuesto... le dijo que sí.
Cómo
se las arreglaba para que florecieran
en todas las estaciones del año, era algo que ella desconocía, y
que él jamás le quiso confesar. Pero ahí estaban. Como cada día
que ella decidía hacer aquél paseo, la recompensa de su rosa la
esperaba.
Héctor...
¿Desde
cuándo no le veía?
Tan
abstraída quedó por ese pensamiento, que se detuvo más tiempo que
de costumbre en aquél camino. Y así fue como poco a poco, empezó a
ver como una sombra se dibujaba a través de la niebla. Alguien se
acercaba, alguien no muy alto... alguien
encorvado, pues la figura empezó
a tener contorno y en ese contorno
se apreciaba un bastón, al que aquella figura se agarraba con
fuerza. Una figura cada vez más cercana, hasta que al fin Andrea
pudo divisar que además del bastón, portaba algo más. Algo que
parecía... ¡sí! ¡Una rosa! Una rosa de
talle largo que parecía bailar al son del vaivén del anciano.
¡Menuda
casualidad! Agarrando la suya, Andrea comenzó a caminar para
acercarse al hombre, y quizás conversar con él. Más
quedó sin palabras cuando estuvo a su altura y reconoció en aquél
rostro arrugado, las muestras de cansancio rodeando la vivacidad
ahora apagada de los ojos de su amado Héctor...
Sintió
una angustia indecible y un único deseo. Abrazarle. ¿Podría ser algún familiar?
¿Algún tío? ¿Su padre? No... Héctor
quedó huérfano de niño.
Las
palabras no fueron necesarias, cuando por arte de magia, y sin razón
aparente,la niebla que envolvía a ambos como un lazo que sujeta, se
desvaneció en cuestión de segundos. El
camino quedó al descubierto, y a su alrededor empezaron a brotar
lápidas, como si estas fueran
pequeños arbustos de piedra. El
murete resultó ser la parte superior de esas
enormes lápidas
de suelo, a las que a veces,
situán una cadena alrededor. Cadena que también surgió de la nada,
haciendo a Andrea sentir que aquél anciano y ella estaban en un
lugar en el que no debían.
Pero
el hombre dejó de ser para ella visible durante un instante, en que
toda su atención se fijó en una bella
rosa esculpida
en la piedra, con tal precisión,
que parecía real. Una rosa de
largo talle,cuyas hojas cubrían una fotografía y un nombre.
Su
fotografía, su nombre...
Héctor
había cumplido su promesa. Jamás se olvidó de ella, acudiendo
a su cita, portando su rosa. Pero
ella... sí había olvidado que su vida se apagó poco tiempo después
de aquél día.
Ambos
se miraron durante un instante, hasta que Héctor sintió la emoción
con tanta fuerza, que no se percató que aquellos sentimientos
le estaban golpeando el pecho hasta romper su corazón.
Nadie
pudo explicar jamás, la desaparición de Héctor. Nadie pudo
explicar jamás, que en aquella lápida inmensa que había al fondo
del cementerio, junto al camino de piedras, ahora habia dos rosas
esculpidas en lugar de una. Como tampoco pudo explicar nadie jamás,
que un inmenso rosal, hubiese crecido tras aquella pared de piedra y
viejos ladrillos. Y creció cubriendo la tumba por completo, con una variedad
de rosas de un rojo intenso... que desprendían un aroma tal, que
todo el cementerio se hallaba perfumado. Si alguien osaba cortar
alguna de ellas, ésta moría al instante convirtiendose en una flor
de cartón viejo y moho.
No,
nadie pudo explicar jamás, la desaparición de Héctor. Salvo el
viejo camino de piedras, que ahora era testigo de los besos y
arrumacos de dos jóvenes enamorados, que cada día se desvanecían
al ser tocados por el sol.
¡Hola Margarita!
ResponderEliminar¡Qué bonita la historia! bueno, y triste también.
Me ha encantado y para estas fechas viene genial.
Besos.
¡Gracias Aida! Un poquito triste sí, y además tenía un final algo diferente...pero no me atreví por si habia niños entre los lectores. Un beso preciosa, y ¡feliz Halloween! :D
EliminarUna bonita historia de amor inmersa en un ambiente de fantasmagórico, muy adecuado al momento. Me gustó mucho, Margarita. Un beso.
ResponderEliminarHola Rita, muchísimas gracias y un muy feliz Halloween cariño :D
EliminarQue historia tan bonita, de verdad, me ha emocionado, me ha arrancado tantos y tantos sentimientos
ResponderEliminarGracias por brindarnos tan hermosa entrada
Un besazo guapisima ♡
Muchisimas gracias preciosa, ainssss, ¡Feliz Halloween! :D
EliminarMe gustó la entrega que pusiste, Margarita. Has conseguido darle el toque apasionado y real, que a todos nos engancha y nos emociona, amiga.
ResponderEliminarMi felicitación y gracias por tu cercanía siempre.
Mi abrazo y feliz día de los Santos.
¡Hola Mª Jesús! Muchísimas gracias preciosa. Un beso :D
Eliminar¡Hola! ^^
ResponderEliminarUna gran historia perfecta para estas fechas. No sabes como te envidio, porque yo no valgo para escribir >.<
Besos!
Hola Mary Chan. Seguro que si te pones, sí que sale esa escritura. A veces, empezar a escribir para tí misma, ayuda tela. Como no temes quién lo va a leer, te sueltas mucho. A mi me gusta escribir desde pequeña. La primera vez que me presenté a un concurso fue con ocho años, una segunda versión del Quijote unas cuántas páginas. Lo pasé genial y descubrí, que escribir... es mi mundo. Besitos cariño :D
EliminarHermosa historia de amor. Amores así ya no existen Margarita. Me encanto leerte. Saludos amiga.
ResponderEliminar¡Gracias Sandra! Un beso muy gordo :D
EliminarPreciosa historia de amor llena de magia y misterio. Siempre es un placer leerte.
ResponderEliminarHola Nuria, muchisimas gracias. Ainss, lo mismo te digo. Besitos :D
Eliminar¡Hola! Que historia tan triste por un lado y bonita por otra. Me ha gustado mucho aunque me ha dado mucha pena Héctor, que ha tenido que esperar toda una vida para volver al lado de su amada. Ella también me da pena pero me ha parecido que para ella el tiempo no transcurre igual y que no sabía nada. Pero me alegro que al final pudieran estar juntos. Que bonita. ¡Un beso!
ResponderEliminarHola Seveth, ¡muchísimas gracias! Iba a escribir algo que diese miedito, miedito, pero al final, fíjate, ja ja. Un beso muy fuerte :D
Eliminarhola! que hermosamente triste!!
ResponderEliminarMargarita en estado puro. Con ese toque gótico tan romántico que nos ofreces cada tanto.
ResponderEliminarNo es fácil mostrar la belleza que hay dentro de un relato oscuro, pero lo conseguís de manera delicada y efectiva. Además, lo verdaderamente valioso en la vida suele tener inevitablemente su lado triste.
Muy bien amiga.
Besos.