martes, 26 de marzo de 2019

Los juanetes de Cenicienta




Erasé una vez, en un país muy lejano...

¿Cuántas historias has oído que empiecen así?

Mi nombre es Tomás Grimm, y si estás pensando en aquellos hermanos escritores de tiempo atrás... sí, aciertas. Soy tatara-tataranieto de uno de ellos, no importa de cual, sobre todo teniendo en cuenta que nadie conoce mi existencia. ¿Por qué? Fácil. Fruto de una pasión desbordante de una sola noche de verano cálido, tórrido y prohibido.

Pero ese parentesco aunque sea lejano, me ha permitido hoy en día, acceder a una importante y secreta biblioteca familiar. Resultado... terminé publicando mi propio libro... “Los juanetes de Cenicienta”.

Menudo revuelo se montó. ¿Otra vez me preguntáis por qué? Pues otra vez os contesto que “fácil”.

Desvelé toda la verdad, y nada más que la verdad; y me temo, que eso fastidió un poco los clásicos. No solo publiqué todas las mentiras sobre los cuentos de mi padre y mi tío; sino que ya lanzado, he decidido desnudar la verdad oculta de toda historia que se cruzó en mi camino. 

 

Todo comenzó con mi elefante favorito, el jovencito Dumbo. ¿Volar? ¡No! ¡Dumbo no volaba! ¡Al contrario! Tenía un miedo atroz a las alturas, y cada vez que veía un ratón se encogía en una bola tan pequeña que si el viento soplaba con fuerza, lo levantaba. Las pastillas para el mareo había que dárselas en cada comida junto con la crema reparadora de piel de elefante. ¿Qué por qué crema reparadora para piel de elefante? Es que el arnés que le ponían para que luego cayese “con suavidad” le volvía áspera la piel. 

Pero en fin, todo eso vino bien. Gracias a eso se especializó la farmacia (curandera de toda la vida) de la localidad, y al fin Cenicienta encontró una crema para sus juanetes. Pobre... siempre con zapatitos de cristal... lógico que tuviese aquellos pies tan horrorosos y deformes.

¿Qué perdía el zapato? ¡Y un cuerno! Los tiraba y luego simulaba haberlos perdido para poder andar descalzas. La de zapatitos de cristal por ahí perdidos, por no hablar de los rotos y escondidos bajo las alfombras de palacio. Pero que nadie sufra, que un día llegó Rumpelstiltskin, y con todos los trocitos hizo un apaño el muchacho y montó una joyería de complementos de cristal “real”. (Ello le ayudó mucho con el psiquiatra que le visitaba para tratar los complejos por su nombre)



Y su vecina, Blancanieves. Lo de Blancanieves fue la “repanocha”. Resulta que no eran enanos, sino niños en una guardería ilegal. La crisis, que ya apretaba en aquella época, y la muchacha necesitaba solventar su economía maltrecha. Sí, sí, maltrecha, pues claro, le habían cerrado la fábrica familiar de manzanas que dirigía su madrastra, por mala calidad alimenticia. La cosa estaba muy mala.

Suerte que el lobo de Caperucita le echó un cable y pidió a la abuelita que preparase mermelada con toda aquella producción de manzana incautada. El problema fue el azúcar. No podían añadir cualquier tipo de azúcar, y la melaza que entonces tenían era de una calidad diferente a la de ahora, así que llamaron al ogro malvado que vivía cerca, y ya él les trajo azúcar moreno de caña de su plantación secreta. Es que el pobre ogro era vegetariano, pero claro, tuvo que hacerse pasar por come-hombres para que no le confiscaran el azúcar.



En aquellos tiempos nacían nuevos negocios, como el que pusieron los tres cerditos. Una óptica de última tecnología con operación láser con varita de hada madrina. Menos mal. Que todo fue ponerle unas gafas molonas a la bella durmiente, y ésta, miope total, se dio cuenta que en lugar de tomar café para contrarestar su narcolepsia, bebía tila. Pobre chavala, si es que tanto dormir no podía ser bueno. 

 

Pero de nuevo, algo bueno surgió al nacer la primera empresa de colchones con acciones en el mercado. Su gerente era una chica que necesitaba una media de veinte colchones para poder descansar, pues no se dio cuenta que bajo todos ellos había no un guisante, como la historia contaba, sino las duras piedras de la cantera en la que trabajaban aquellos enanos, que en vez de vivir con Blancanieves, vivían con Rapunzel. (Por lo visto tenía una cabellera preciosa y era una chica muy sexy y molona)

En fin... que no dejéis que os cuenten cuentos. Y si os lo cuentan, creeros solo una parte, y por supuesto, comprad mi libro. Tomas Grimm, precursor del crowfounding editorial. 



 

25 comentarios:

  1. Que entrada tan divertida...Y realista.
    Besos

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  2. ¡Es buenísima la entrada! Me ha gustado un montón. Ya va siendo hora de dar la vuelta a los cuentos de siempre. ¡Estupendo, de verdad!Felicidades . Besitos.

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    1. ¡Hola Rita! Muchisimas gracias, tenía ganas de reirme un ratito, y ya ves, ja ja.

      ¡Besos! :D

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  3. Siempre me gustaron los cuentos, hoy se los cuento a mis nietos de vez en cuando, a veces, me los invento y pasamos un ratito estupendo.

    Yo he estado en el interior de ese castillo...Disney lo supo escoger.

    Enhorabuena, Margarita, eres un cielo.

    Besos.

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    1. ¡Muchisimas gracias Mari Carmen! Por todo, incluido el piropo. Yo nunca he ido a Disney, pero lo cierto es que el castillo se ve precioso.
      Y en cuanto a lo de inventar los cuentos, es una chulería y además, divertida.

      ¡Besos! :D

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  4. Estupenda entrada! Un placer leerte otra vez! Feliz miércoles preciosa! 🌻🌻🌻

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  5. ¡Hola!
    Que me muero con esta entrada, soy tan de cuentos y tan de las verdaderas historias que leer esta peculiar entrada me ha parecido una verdadera maravilla
    gracias por compartirla
    Un besazo guapa ♡

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    1. Ja ja ja, ¡gracias a tí Naya! Un beso enorme y me alegro que te haya gustado. Tú sabes, versiones de terror, versiones de humor... todas las versiones son buenas, ja ja.

      ¡Besos! :D

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  6. Un entretenido "desvelamiento" de las historias que han marcado la vida de tantos...

    Tan ocurrente como siempre, Margarita.

    Abrazos.

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    1. Ja ja ja, gracias Ernesto. Yo es que lo pensé... tanta princesa perfecta... imposible, si no fue Cenicienta fue cualquier otra, pero seguro que alguna tenía juanetes, ja ja.

      ¡Besos! :D

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  7. ¡Qué divertida eres! ya me moría de risa con el título, pero es que la clínica de los tres cerditos o la guardería ilegal de los enanitos xDDDD

    ¡¡Un besote!!

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    1. Ja ja ja, ¡gracias Diana! Tú sabes, hay que reírse lo máximo posible, ja ja.

      Besitos :D

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  8. Tu por si sola eres una hechicera de cuentos, muy buen relato un abrazo Margarita.

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    1. Muchisimas gracias Ainhoa, opino igual de tí ;D

      Muchos besos :D

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  9. AYYY, ¡me ha encantado!, es super divertida la historia :D

    Un besito.

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  10. Gracias por tan maravillosa entrada...El castillo me recordó mi visita a Disney. Que tengas un lindo fin de semana. ¡Besitos!

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    1. ¡Hola Marita! ¡Muchisimas gracias! Un beso muy fuerte :D

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  11. Muchas gracias por tus visitas, espero verte pronto por mi blog! Feliz domingo! 🌻🌻🌻

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  12. ¡Eres tremenda Margarita!!

    Que prodigiosa imaginación, muy buen cuento.

    mariarosa

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