domingo, 15 de abril de 2018

Un valor efímero




¿Acaso el valor se esconde en el interior de una botella? Me aterra pensar que así sea, pero no puedo dejar de  sentir en mi pecho la congoja, el desconcierto, la vergüenza. ¿Cómo pude dejarme llevar a tal punto de embriaguez como para desvelar lo que mi corazón encierra desde hace tanto?

Una carrera universitaria, cursos y máster continuos acrecentando mi formación, mi verborrea lingüística de profesor, que intenta mostrar a jóvenes alocados el mundo a través de los ojos de los poetas y literatos. Serio, respetuoso, acorde con mi tiempo, pero inmerso en una fantasía de tiempos pasados y romanticismo clásico. Siempre correcto, y en un par de sorbos de aquél líquido burdeos y caliente mi corazón se disparó.

Recuerdo con vago recuerdo como de pronto el campus se tornó inestable. Tan solo una copa me sugirió mi colega, el inestimable doctor Ramirez, para mí, solo Carlos.

Él sabe de mi amor incondicional y oculto por una de mis alumnas, Rebeca. Una joven descarada y vivaz que vuelve loco mi pensamiento con su sentido de la crítica y el movimiento de sus caderas.

A la primera copa siguió la segunda, y sin darme cuenta,  la tercera. El siempre estable y elegante campus universitario, se convirtió en un campo de batalla donde me era difícil mantener el equilibrio, mientras borracho por primera vez en mi vida, Carlos intentaba llevarme a mi habitación.  

De pronto se me antojó que el edificio asustaba con tantos picos y ventanas burlones, luces y sombras que parecían tragarme.

El vino volvió osado mi pensamiento y terminé pensando en ella tras una de esas ventanas, empezando a bailar para mí los destellos molestos de la luz de las farolas.

Pero a veces, el destino puede ser tu aliado o un auténtico hijo de puta. Como una aparición, envuelta en un halo resplandeciente, Rebeca, sentada bajo uno de los árboles, esperándome según interpretó mi mente bebida, incitadora, con la vaga excusa de leer en ese artilugio moderno de libro electrónico.

- Carlos, déjame solo, ¡hip! Necesito hablar con Réebeca.
- No estás en condiciones tío. Vaya pedo llevas.
- Chsss, qué forma de hablar es ésa en un profesor.  Estoy bien. Déjame con ella.
- Ni loco.
- Hip. Pues a la mierda si no te quieres ir.

Recuerdo cómo me acerqué a ella tambaleante. La que hoy supongo una mirada de sorpresa, ayer para mí, fue una invitación. Verla allí, con esa melena en la que me muero por hundir mis dedos y probar su suavidad, esos grandes ojos como la noche, y esa boca que me pierde, todo mezclado con una buena dosis de alcohol, me dio alas.

- No deberías estar sola, hip. Me quedo contigo.
- Profesor, has bebido – me dijo con sorpresa.
- Sí. Porque soy humano, y tengo vicios humanos. Todoooos los vicios humanos. ¿Te he dicho que eres guapísima?

Ella miró a Carlos sorprendida.

- Gracias, creo.  Debería descansar.
- ¡Y un cuerno! He bebido hasta quedar hecho una pil, una pil, una piltrafa para tener valor y decirte que me gustas mucho, hip
- Profesor…
- Marcos. Es mi nombre.
- Lo sé, profesor.
- Me muero por darte un beso, hip.
- Menuda cogorza profe. Venga, debe dormir la mona.

Y dicho eso, se levantó y me dejó allí, intentando seguirla,  estampándome de bruces contra el suelo y vomitando lo que mi estómago no admitía.

¿Cómo miro yo hoy a Rebeca a los ojos? ¿Cómo imparto hoy las clases? Y sobre todo, ¿Cómo le doy las gracias por la nota que esta mañana descansaba bajo mi puerta?

“Mi querido Marcos, yo también me muero por darle un beso”

25 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Los besos que se mueren en los labios de uno mismo, saben a esa cobardía que nos engarrota y a la posterior angustia de la autoderrota.
    Ella no necesitó alcohol sino un trozo papel. Ella, valiente, usó su pequeño pergamino con un sueño. Y envolvió su regalo. Su beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Buenos días Miguel! Sí, ella utilizó esa nota, tal vez le daba vergÜenza dar ese beso sin más, y decidió ese juego previo.

      ¡Muchos besos Miguel! :D

      Eliminar
  3. no sé por qué no me deja firmar como alzandopalabras... :( pero soy Miguel. Muak. Gracias por este texto tan hermoso!

    ResponderEliminar
  4. Muy interesante tu post !!Feliz fin de semana precios@!❤💛💙

    ResponderEliminar
  5. Me encantan los finales felices. Un beso.

    ResponderEliminar
  6. Ese beso deseado por morir en los labios, ese beso que quisiera atrapar para dejar la huella indeleble en su alma.

    Precioso relato.

    Besos enormes y feliz tarde.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para dejar la huella indeleble en su alma... Precioso. Gracias María. ¡Buena semana! :D

      Eliminar
  7. hola! que lindo y tierno, Margarita! gracias y bella semana!

    ResponderEliminar
  8. Muchas gracias por pasarte por mi blog!!!Feliz lunes!!!

    ResponderEliminar
  9. A veces la osadía y la picarda hacen migas y todo es posible. Un abrazo Margarita, buena semana.

    ResponderEliminar
  10. Me da que pensar Margarita. Menudo profe, bueno en el fondo todos necesitamos de esos momentos extremos. Aunque luego nos arrepintamos, humanos más que humanos.

    Besos Margarita.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quédemonos con lo bueno Ricardo. Al hombre le faltaba valor y mira tú por dónde... ainsss, esta vida, ja ja.
      ¡Besos! :D

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...