domingo, 1 de enero de 2017

Sueño de una noche en el tiempo



El invierno ha asomado su cabeza color gris por la ventana de mi dormitorio.  Siempre me gustó pensar en las estaciones del año como si fuesen personas, las imagino ataviados de la guisa que corresponda, como señores presentes en una realidad más cercana a mi persona.

Cuando el invierno se marche, llegará la señorita primavera. Ella es mujer. La veo ante mí, una joven de piel pálida y larga cabellera rizada de color verde, como sus ojos y su vestido largo de gasa semitransparente. Su cabello trenzado con los tallos de las flores silvestres que va cosechando.


 Amapolas, margaritas, y campanillas violetas, repartidas de aquella manera por todo él. También la imagino con los labios rojos y pequeñas hojitas nacientes enganchadas en el bajo de su vestido. Uf, me siento hasta culpable por imaginarla así, porque debe ser muy incómodo ir de esa guisa por el mundo, y además, en las noches de primavera suele soplar un poquito el viento de otoño que no quiere marcharse a su casa... pero aun así, es mi imaginación y la imagino como quiero.

Tras la dulzura primaveral, viene el señor verano con fuerza. Es el más divertido de todos; es rubio, tiene pecas, gafas de sol de colores brillantes, con lo cual, desconozco el color de sus ojos. Lleva camiseta amarilla y bañador azul de rayas. Y sonríe. Sonríe constantemente mostrando unos dientes blanquísimos. Creo es algo mayor que la joven primavera, pero más joven que el señor otoño. Me gusta mucho, es muy simpático.

Después llega el señor otoño. También es un señor, poco mayor que verano. Es pelirrojo, tiene los ojos marrones y una barba de pocos días. Pantalones marrones y un suéter finito de rayas en color caldera… Es muy juguetón, sobre todo en los bosques y montañas.

Y por fin, llega el invierno. Ese señor que antes mencioné con cabeza de color gris, vestido de blanco, con pieles de armiño y un gran bigote. Lo veo ante mí, me saluda, es alto y delgado, de edad avanzada, con una bufanda de cuadros azules y morados que contrastan con el gris de sus ojos. Y sonríe, pero con discreción. Él es mi favorito.

¿Qué por qué es mi favorito?

Quizás debáis conocer toda la historia desde el principio de los tiempos, pero os haríais mayores escuchándola.

Supongo que tengo una imaginación muy despierta, o simplemente, que los conozco muy bien, ya que para eso soy Arina, el espíritu de las estaciones y el Nuevo año.

Año tras  año, estación tras estación, los cambios se van sucediendo, y yo sigo aquí, refugiada en la cueva del tiempo, a expensas de que todo funcione como ha de funcionar.

Siento algo de fresco en la piel y le sonrío al señor invierno. Le abro la puerta y le invito a pasar. La cueva se vuelve blanca y fría, y le miro con un guiño.

- ¿Qué ocurre invierno?
- Estoy cansado.
- Todos los años ocurre igual. Llegas cansado, y después, rejuveneces. Ha de ser así, o todos los humanos morirán. El tiempo se detendrá, la Tierra se parará, las estrellas caerán… tienes que rejuvenecer o todos pereceremos.
- ¿Qué sentido tiene Arina?

El invierno se enfada y de pronto, toda mi cueva termina congelada. Él siempre es muy cuidadoso en deferencia a mí persona, ya que en otra época fui humana, y siento cierta aprensión a las temperaturas extremas.

- Recuérdame por qué he de hacerlo Arina – me susurra.

- Porque si no lo haces, yo moriré. Recuerda que antes, yo era una mujer humana. Nací hace mucho tiempo, no sé cuánto, ya sabes que el tiempo aquí es relativo. Fui una niña feliz, con mucha imaginación. Escribía historias fantásticas de seres mágicos y mitológicos, hadas y duendes del tiempo y la historia. Confabulaba, soñaba, y después, escribía mis sueños…
- Por favor, no te detengas…
- Yo era feliz invierno. Pero algo me faltaba y no sabía qué era. Un año, el otoño empezó a entrar con retraso. Y tras él, tú también te retardaste. Hubo una ocasión, cuando yo ya era una joven adolescente, en que el verano avanzó tanto en su tiempo, que el otoño apenas hizo acto de presencia.
- La Madre Tierra está cambiando… y a los humanos os da igual.
- No es así. Yo ya no soy humana, pero lo fui.
- ¿Cómo te hiciste guardiana de las estaciones Arina?

Las lágrimas de emoción anegan mi vista.

- No lo sé.
- Me dijiste que no me mentirías. Y estás mintiéndome…

Le sonrío.

- Me enamoré. Me enamoré de un no mortal. Lo vi un día, no sé cómo, ni por qué…y sentí que mi corazón crecía tanto que no podía soportarlo. Es más, no lo soporté. Supongo que por eso morí como humana. Me llevé la sorpresa del siglo cuando desperté aquí, en este lugar, con un bebé en mis brazos.

Invierno me mira y sonríe. Él no quiere, pero yo veo como su cabello ya no es gris, sino del color de las moras maduras.

- ¿De veras te enamoraste hasta el punto de cambiar tu condición?
- Hasta lo más profundo de mí.

Por fin Invierno se levanta y me rodea con sus brazos.

- Me encanta que me cuentes tu historia cada año, y me gusta escucharte relatar cómo te enamoraste aquél día de mí.
- Y te seguí…
- Y me seguiste…

Sí amigos, así es. Soy Arina, el espíritu del año nuevo y la guardiana de las estaciones. ¿Por qué? Porque me enamoré del invierno. El invierno es un señor de cabello gris vestido de blanco armiño, que cuando llega el 31 de diciembre rejuvenece y se vuelve joven y galante. Yo le conocí ese día. Y le seguí. En este 31 de diciembre, va rejuveneciendo tanto que se vuelve niño y a las doce en punto, se convierte en bebé. Un bebé lleno de fuerza y buenas intenciones que yo cuidaré.

Tras el invierno llega la primavera, y yo paseo con mi bebé sintiéndome madre y haciendo crecer la vida. Después, llega el verano, y el niño se ha hecho hombre joven y apuesto que se engalana y me hace la corte. Tanto es así que me vuelve loca con sus juegos y dejamos caer las hojas al suelo.

Con la llegada del verano, todo se envuelve de color y nosotros vivimos nuestro amor entre las olas del mar, susurrando a los delfines.

Y en invierno, venimos aquí, a nuestra cueva elegida. Nos resguardamos del frío, nos amamos y conversamos sobre los nuevos propósitos que escribiremos para intentar cumplir en la nueva etapa que comienza.

Soy Arina, esposa del tiempo, con un solo deseo en mente… que cada año sea mejor que el anterior.

¡Feliz año nuevo!






2 comentarios:

  1. Hola MArgarita... ¿Sabes que es lo mejor de leer este escrito en Febrero?
    Que me hace entender el verdadero significado de año nuevo, que belleza de escrito.. las estaciones al paso del tiempo, que incluso relacione con la vida huma y el renacer cada año.. :)
    Muy bello, y con ganas de compartirlo! :)

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    1. ¡Muchisimas gracia corazón! Me tienes encantada. Voy leyendo todos tus comentarios y veo que has dedicado un montón de tiempo a entrar en mi mundo y eso me hace muy feliz. Me alegro que te haya gustado el cuento, me gusta buscar significado, como si crease leyendas... Y lo de compartirlo, ¡me hace tremendamente dichosa! Un beso muy fuerte amiga, y de veras, muchísimas gracias :D

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