martes, 3 de noviembre de 2015

Chocolate

La luz del semáforo indica a los peatones que pueden cruzar. La chica, con paso cansino, continúa su deambular por las transitadas calles, hasta detenerse frente a una cafetería. La fachada está pintada entera de un tono rosa suave. Allí, se detiene y observa el interior a través de las amplias cristaleras. Durante un instante queda detenida en el umbral, indecisa, hasta que finalmente, pasa al interior.

-         Pensé que ya no vendrías.
-         Yo misma pensé no venir.
-          
Una de las camareras, se acerca a ellos sonriendo.

-         Buenos días, ¿qué van a tomar?- les pregunta con amabilidad.
-         Café con leche y tarta de queso, por favor - dice él sin dudar.
-         Yo, solo café. Gracias- añade ella.
-         Deberías tomar tarta. Traiga una porción de tarta de chocolate para ella- añade él.
-         ¡No! Gracias, sólo el café.

La camarera se aleja hacia la barra.

-         ¿Por qué haces eso? Ya no somos niños. No vas a sobornarme con chocolate. – le dice ella con los ojos vidriosos.
-         ¿Tanto hemos cambiado Amelia?- le pregunta él bajando la voz.
-         Al parecer, no lo suficiente.
-         Pensé que tú me apoyarías.
-         ¡Yo te quiero! ¡A ti, Javier, a ti! ¡Al hermano que siempre tuve!

Ambos jóvenes se sorprenden al ver como la camarera empieza a colocar sobre la mesa lo que han pedido. Para él, café y una porción de tarta. Para ella, el café. Junto a ello, sendos vasos de agua.

-         Que aproveche- dice la muchacha.

Ninguno de los dos contesta.

-         Siempre pensé que contaría contigo sin condiciones- expresa él atacando la tarta.
-         Y yo siempre pensé que tenías más juicio. ¿Has pensado en papá y mamá? ¿Ya has hablado con ellos?
-         Esperaba que tú me ayudarás en eso.
-         Ni en sueños. No pienso ser cómplice de tu locura.

Un pequeño intervalo silencioso se extiende entre ellos.

-         Puede ser muy peligroso, y lo sabes- añade ella en un susurro.
-         Lo necesito Amelia. Me quita el sueño. No soy feliz- le dice él con los ojos brillantes.
-         ¡Siempre fuiste un egoista!, ¡Siempre pensando solo en ti!

La muchacha se levanta y se dirige con rapidez a los servicios. Mientras, él, mira ausente el suave tono de las paredes. Queda la mitad de la tarta, la cucharilla reposa junto a ella, los cafés han dejado de humear.

Minutos después, ella regresa. Sus ojos se ven húmedos y el maquillaje algo corrido. Sin mediar palabra, vuelve a sentarse y le mira.

Y él la mira a ella.

-         ¿Cómo te llamarás?
-         Me gustaría que también me ayudases en eso.
-         No voy a dejarte mi ropa. Que lo sepas.- le dice ella en tono suave.
-          
Después, toma su cucharilla y la hunde en la tarta de él.

-         Deberías haberla pedido de chocolate- le dice.
-         La próxima vez lo haré- contesta él sonriendo y mirándola como solo se puede mirar a la única persona que te comprende.  



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