La primera presentación de mi primera novela, Estatuas de sal

¿Conocéis la historia del sombrero rojo? Ese sombrero que, con el paso del tiempo, las mujeres pierden el miedo a usar... ese artículo que más que un complemento es una seña de identidad, un... YO QUIERO. 

Pues a falta de sombrero, cual Dorothy por las baldosas amarillas, me embarqué en la búsqueda de un complemento muy actual hoy en día... unos hermosos y maravillosos zapatos rojos que mi hija me regaló en mi cumple. Y ahí, calzada con toda la fuerza del mundo, pisando fuerte, con una libélula colgada de mi espíritu y con la ilusión más enorme del mundo... entre en la biblioteca este viernes 27. 

Con esos zapatos rojos calzados y el corazón henchido fui saludando a todos los amigos y familiares que fueron llegando poco a poco. Qué emoción más intensa al ver allí reunidos a tanta gente a la que quiero. Qué sentimiento más intenso cuando esos amigos míos con los que comparto lugar de trabajo y mucho más, la familia tanto de aquí de Carmona, como la que vino a acompañarme desde mi pueblo natal, Cañada Rosal... hasta los amigos tanto de dentro como de fuera, antiguos compañeros de Instituto, compañeros del taller de escritura, miembros del Club Literario El Tintero, seguidores de Pergamino de sueños escritos, pero sobre todo, compañeros de vida. 

El acto comenzó con Mª Ángeles Piñero, directora de la biblioteca municipal Jose María Requena, miembro del club literario El Tintero y amiga personal, que hizo una presentación bellísima ante un público expectante, iniciando de esta manera el acto ya en sí. Leyó dos fragmentos del libro y dio paso a Juan Avila, alcalde de Carmona, que en la misma línea que Mª Ángeles, comenzó a hablar de lo que esperaba del libro y sobre todo, empezó a hablar también de mi familia y de quién yo era. Aquello trajo a mi además los recuerdos de esos días previos en que comentarios llenos de amor y ternura coronaban las redes sociales anunciando aquél momento. 

Cuando me quise dar cuenta, hablaba Inmacula Pavía, editora de Exlibric, explicándonos el proceso editorial al mismo tiempo que no dejaba de mirarme y decirme con la mirada... "Tranquila". 

Y yo mirando a la sala con un pellizco en el estómago, y viendo a mi amigo Vicente haciéndome señales con la mano para que me tranquilizara. ¿Quién puede estar tranquilo cuando sabes que eres la siguiente en hablar y no has preparado nada? Nada amigos. Nada. Ni un pequeño guión. ¿Qué por qué? Pues porque se supone que iba a contestar preguntas que no llegaron... e Inma vio mucho mejor que fuese yo misma en mi propia esencia. Solo yo. 

Y fui yo. 

Farfullé, me quedé pillada, sudé, me reí, mientras intentaba explicar en escasos minutos, a pesar de todo lo que hablo, de que iban mis Estatuas de Sal. 

Mis amigos Loli y Ramón fotografiando todo, las cámaras de Televisión Carmona grabando, y yo... sin saber qué decir. Miraba a mi hija, y a mi hijo... y de pronto lo tuve claro. Daba igual lo que dijese, porque en aquella enorme sala solo había personas que me quieren y qué les daba absolutamente igual lo que yo dijese porque me apoyan de forma incondicional. 

Y ahí me relajé. Justo ahí. Quizás por ello el destino quiso que para poner broche final, todos empezaran a hablar sobre mi actitud ante la vida, y mi amiga Mª José Carmona, terminase leyendo lo que sentía hacia mí, mientras yo tragaba saliva porque no podía aguantar por más tiempo esas lágrimas que ya era casi imposible contener y que los demás en la sala dejaban salir. Y a eso... solo puedo decir que yo también te quiero amiga mía, y que también estoy contigo hasta el fin del mundo, pase lo que pase. 

Respiro hondo repitiendo para mis adentros... "no llores", "no llores" y mi madre y mi hijo se levantan para entregarme una placa preciosa con una dedicatoria de mi familia. 

A Margarita Hans Palmero, por su gran esfuerzo y dedicación a la escritura. Ahora dan su fruto en este libro,"Estatuas de sal". 

CON CARIÑO DE TU FAMILIA

Y yo seguí conteniendo las lágrimas, ésas de alegría y emoción, ésas que nacen del orgullo más profundo hacia los seres que quieres. Y esos sentimientos se interrumpen un momento para un turno de preguntas con risas, mientras mis compañeros, a escondidas, van preparando una recepción con un vino exquisito... y yo solo puedo pensar que no se puede tener más suerte en esta vida. 

Podría seguir explicando que una sensación de suave remolino se asienta en tu estómago al mismo tiempo que sientes que de un instante a otro vas a volar... podría contaros como agoté todos los libros que llevaba y que he tenido que pedir más a la editorial para poder llevarlo a las librerías y a aquellas personas que me lo han pedido. Podría seguir diciéndoos que... podría. Pero prefiero compartir con vosotros algunas imágenes, que no todas. Aquella noche había muchos fotógrafos, unos más profesionales y otros amaters, pero todos igual de buenos. Me han ido enviando las fotos que fueron tomando. No pude fotografiarme con todos los que allí había, perdón por eso, pero aquí os comparto un pequeño resumen, solo algunas de las imágenes de la noche. 

Gracias por la magia. Gracias por hacerme sentir que sí, que se puede. Gracias por vuestras muestras de cariño y gracias por comprender mi mirada perdida a ratos buscando en la sala a quién sabía que no podía estar pues la vida se los llevó... pero aun así, también estaban allí a su manera. 

(Fotografía de El Grifo Información)

(Fotografía de El Grifo Información)