Aliento

Ni tan siquiera el frío aliento en mi cuello hace que me detenga.  Jamás lo haré. Pase lo que pase, y ocurra lo que ocurra detendré mi camino. Me falta la respiración, pero seguiré y seguiré hasta que quede atrás o me alcance...  Mi pecho va a explotar, y mi estómago, y quizás las sienes... o toda yo... algo hace palanca y caigo en mitad de la noche a lo largo sobre un lecho de hojas húmedas sintiendo como todo mi cuerpo queda inerte más de miedo que de dolor.

Cierro los ojos e intento ni tan siquiera respirar, pero entonces... algo húmedo y pegajoso asciende con lentitud por mi espalda de forma lenta y leve al principio, para empezar a presionar después, con lentitud pero firmeza, convirtiendo el hielo en fuego y cortando mi aliento...

Un grito de espinas intenta salir de mi garganta, pero ya no tengo fuerzas ni para eso. Siento las lágrimas, el calor y la angustia y entonces... una mano callosa tira de mi pelo echando mi cabeza hacia atrás en un extraño ángulo y yo... consigo al fin gritar. Un grito desgarrador que jamás pensé ser capaz de sacar de mi menudo cuerpo...

Una luz me ciega mientras la garra me sostiene mi pelo, tira con más fuerza y pienso que quiere partir mi cuello... y de pronto, ruido, chirridos, esa luz que vuelve a cegarme y una voz conocida...

- ¡María! ¡María!

Intento levantar mi mirada pero mis ojos incendiados en miedo no pueden abrirse.

- ¡Está aquí! ¡La he encontrado!

La garra me suelta con lentitud y la viscosidad comienza a disminuir su presión provocando un asco nacido de mi estómago...

- ¡María! - escucho la voz de mi hermano - ¡Qué te ha pasado!

Intento hablar, intento explicar lo ocurrido. Intento aclarar que la leyenda es cierta, que la criatura de la que todos hablan es real… y entonces… entonces veo el rostro de mi hermano, que me sonríe con sus ojos blancos y sus dientes deformados...

- Te he encontrado…